Gabriel Valdivia VélezLa indisciplina social que ha acompañado durante este tiempo de pandemia los esfuerzos de las autoridades para atenuar el impacto sanitario y económico revela un serio problema de comportamiento antes que un problema de lógica, afirma el psicólogo social Jorge Yamamoto, quien asegura que si en el mundo ha sido un tema difícil de controlar, en el Perú es triplemente complicado lograrlo, por la misma naturaleza de su gente.
Afirma que tenemos que hablar de varios tipos de reacción conductual frente a la pandemia. El del peruano que es super prevenido, que está encerrado en su casa, atemorizado; el del ciudadano que se considera cuidadoso, respetuoso de las normas, pero que en su momento incurre en una trampa mental como por ejemplo pensar que un familiar o "gente de su entorno" no puede contagiarlo y lo lleva a equivocarse.
Luego -refiere- tenemos al
peruano resistente al cambio, que está en piloto automático y que tiene un nivel bajo de conciencia, no moral, sino de no darse cuenta de las consecuencias de su conducta. "Entonces ese peruano no consciente, sigue con su rutina: ve el micro lleno y se lanza a abordarlo, está en el aniversario de su club y
se involucra con la barra. Ese forma parte de un porcentaje muy alto en nuestro país; y luego hay
un porcentaje pequeño de gente que reta a la autoridad, que no cree en nadie, que no le tiene miedo ni a la bala, ni al covid, y disfruta romper las normas".
Cuatro tipos de peruanos
Yamamoto asegura que no hay un solo tipo peruano sino, por lo menos, cuatro tipos frente a la pandemia.
Los que se ubican en los extremos, dijo, tienen que ver con una tendencia genética de nacimiento que ha sido reforzada durante la niñez y la adolescencia. Es el caso del peruano super precavido, una persona hiperreactiva al temor, con mucha ansiedad y que en su desarrollo aprendió a bajar su ansiedad con conductas de sobreprotección.
"En el caso del peruano antisocial, hay una tendencia genética y que ha podido ser víctima de maltrato psicológico, físico; además que no se controló su conducta en la niñez".
Pero lo importante es este peruano que reacciona tarde a la norma. Esto tiene una tendencia de desarrollo y tendencia coyuntural. La de desarrollo tiene que ver con que estamos en un país que fomenta este tipo de
comportamientos. Si nosotros viviésemos en una sociedad en donde cumplir la norma es fácil y que cuando la trasgredimos hay un castigo eficaz, seríamos una nación de alta conducta cívica y cumplimiento de la norma. Pero de pronto tenemos una gran cantidad de normas que no tienen mucha lógica, que son difíciles de cumplir, y alientan una sociedad con mucha informalidad, cosa que no se ve en otros países donde los trámites son más simples".
Yamamoto menciona como un tercer elemento, el hecho de que, si uno tiene un problema, acá se resuelve con un billete y se refuerza con el clásico "qué vivo que soy".
"Si juntamos estos tres factores estamos en la tormenta perfecta para hacer lo que nos da la gana, hasta donde podamos. Esa es una razón de desarrollo y por eso hay gente que dice que trasgredir la norma está en el ADN del peruano, pero no es el ADN, sino el desarrollo", enfatiza.
La coyuntura también influye
El segundo factor es el coyuntural. El psicólogo social explica que en la primera fase de la pandemia hubo una obediencia impresionante, con un
presidente que tenía una aprobación de ochenta y tantos por ciento.
"Tuvimos una norma temprana, bien explicada de por qué nos estábamos sacrificando, con un número importante de policías y militares en las calles, pero después se fue bajando la guardia sin que hubiera un mandato oficial de liberación de la cuarentena y la gente terminó haciendo lo que le dio la gana".
Yamamoto considera que ese fue un error en la estrategia, pues decirle al peruano que cada uno se cuide, que dependía de él, de su compromiso, fue como decirle hagan lo que les dé la gana, y lo peor es que la gente le tomó la palabra.
Justificación para todo
El peruano siempre encuentra una justificación para no acatar la norma, comentó. "En este caso fue el clásico sino me mata el covid, me mata el hambre" y con esa justificación salió a las calles y eso generó un caos pandémico.
Cuando uno compara comportamientos que se han dado en Europa o en Estados Unidos, volvemos al mismo punto de
comportamiento irracional, que ni siquiera se da cuenta de la gravedad de la situación.
"Acá en Lima ocurre, por ejemplo, que gente que acaba de enterrar a un familiar fallecido por covid, termina tomando cerveza en un solo vaso. Eso es una señal clarísima de que hay partes del cerebro que no se conectan".
Yamamoto dice que en cada país hay una serie de valores y esos se aprecian en la forma cómo se trasgrede la norma. En Estados Unidos tenemos una sociedad consumista y hedónica, entonces vemos que revientan los centros comerciales y las zonas de diversión.
En España, que tienen muchos valores individualistas como el de la libertad, se aglomeran sin mascarilla y en protesta, porque el presidente los obliga a usarla. "Se han sentido afectados en sus valores de libertad e individualismo, lo que es increíble", refiere.
Comportamiento en las redes
En relación con la posición de muchas personas que desde las redes sociales minimizan los esfuerzos o consideran que todo lo que se hace es malo, o que los bonos no ayudan, el experto dice que esto es semejante a tener un chico malcriado al que uno le habla, le habla y no entiende.
Y antes de llamar irresponsabilidad al cargamontón actual, dice que es una señal de un nivel de deterioro de la salud mental de la población. Asegura que cuando uno se concentra en lo negativo, es una señal de
ansiedad y depresión.
"Lo primero que hace un deprimido, es olvidarse de lo bueno que tiene y se enfoca en lo negativo. Ahí tendríamos un indicador de deterioro de salud mental, que también es algo anunciado. Ya se ha dijo en las primeras semanas de la cuarentena que había que cuidar el tema de la depresión porque suele aumentar en 30 a 40 % y, me parece que hemos superado ese porcentaje".
Sobre este tema, afirma que se pueden implementar acciones eficaces para salvacuardar la
salud mental, pues ya nos está jugando una factura importante en múltiples aspectos, entre ellos el del cargamontón hacia las autoridades.
Sostiene que en la situación que vivimos, está bien consultar con el economista o el infectólogo, pero hay que hacerlo también con el sicólogo, porque es un problema de comportamiento el que nos está afectando. Aquí se han olvidado de una pata central de la mesa que es la ciencia del comportamiento: la sicología. "Allí hay una responsabilidad y ese enfoque es necesario", enfatiza.
Con respecto a ciertas reacciones de la gente, Yamamoto considera que hay también una especie de desazón porque no ve que salgamos de los resultados desalentadores que muestran, por ejemplo, las cifras de fallecidos entonces perciben que no hay una estrategia clara, por lo que propone desarrollar una estrategia que garantice resultados a corto plazo, y que la gente vea los cambios.
Propone también comunicar de manera más clara, unificando el mensaje, que se relacione con una estrategia y no con acciones tácticas, porque la percepción que debe tener la población no es la del manotazo de ahogado, sino la de un pato que nada cansado, pero con ritmo hacia una dirección segura.
Sincerar, transparentar
El especialista considera que muchas autoridades y no solo las del Ejecutivo, reaccionan a la defensiva y estas se expresan con afirmaciones como "estamos mejorando o hemos comprado equipos", que solo terminan irritando más a la gente.
Más efectivo es el mensaje transparente y directo como el que emplea la ministra Mazzetti cuando afirma, por ejemplo "es imposible que vacunemos a todos los peruanos".
El sincerar, el ser transparente, el dar una visión técnica ayudaría mucho. Qué no se pongan a la defensiva, sino que sean trasparentes y que den una solución estratégica y no una solución paliativa.
Reconoce que, si bien el último domingo la gente acató la inmovilización, esta se debió en parte a que había advertencias claras de sanción y multas.
Sobre esta situación, Yamamoto dice que la gente está tanteando, y si el próximo domingo no hay vigilancia, la gente seguirá saliendo y en un mes, estaremos nuevamente en un jolgorio.
"Esto es como el alumno que pulsea al profesor el primer día y a la segunda semana ya sabe si es verde o es blando. Si es blando, hará lo que le da la gana, pero si comprueba que es verde, no se atreverá a ir contra las normas. Esto refleja muy bien la mentalidad peruana".
En su más reciente publicación, La gran estafa de la felicidad, Yamamoto define que la felicidad es aceptar amablemente lo que nos toca y dar un paso adelante.
"Esa es la clave de la felicidad hoy, no es bailar o juerguear, sino aceptar que estamos fregados y ver cómo sobrevivimos. Cuando dejemos de ver esto como una amenaza y más bien lo veamos como un reto, seremos felices cada que regresemos seguros a nuestra casa. Ese concepto de felicidad que acuñamos en el texto hoy resulta totalmente pertinente", señaló.
Más en Andina:
(FIN) DOP/KGR
Publicado: 21/8/2020