Andina

Áncash: Cordillera Blanca, una de las zonas con mayor actividad de movimientos de masa

El Ingemmet ha inventariado 1,631 de estos eventos que pueden activarse por sismos o intensas lluvias

El Ingemmet ha determinado que la Cordillera Blanca, es una de las zonas con mayor presencia y actividad de movimientos en masa, marcada por grandes eventos, algunos recurrentes en el tiempo, como los deslizamientos, erosiones superficiales, cárcavas (zanja en el suelo producido por la erosión de las corrientes de agua), caídas, avalanchas de rocas, flujos de detritos (huaicos y aluviones) y movimientos complejos.

El Ingemmet ha determinado que la Cordillera Blanca, es una de las zonas con mayor presencia y actividad de movimientos en masa, marcada por grandes eventos, algunos recurrentes en el tiempo, como los deslizamientos, erosiones superficiales, cárcavas (zanja en el suelo producido por la erosión de las corrientes de agua), caídas, avalanchas de rocas, flujos de detritos (huaicos y aluviones) y movimientos complejos.

12:59 | Lima, may. 31.

Los movimientos en masa es uno de los peligros geológicos que pone en gran riesgo a la población y la Cordillera Blanca, en la región Áncash, es una zona propensa a este tipo de eventos naturales. Otras zonas de riesgo son Huancayo (Junin), el Valle sagrado de los Incas (río Vilcanota) y el nevado Salcantay, en la región Cusco, advirtió el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet).

Dicha institución precisó que los movimientos en masa (que pueden activarse por sismos o intensas lluvias) han ocurrido en la mayoría de departamentos, condicionados por la presencia de una zona montañosa, conformada por rocas de diferentes tipos, grados de alteración y fracturamiento. 

El Ingemmet ha determinado que la Cordillera Blanca, es una de las zonas con mayor presencia y actividad de movimientos en masa, marcada por grandes eventos, algunos recurrentes en el tiempo, como los deslizamientos, erosiones superficiales, cárcavas (zanja en el suelo producido por la erosión de las corrientes de agua), caídas, avalanchas de rocas, flujos de detritos (huaicos y aluviones) y movimientos complejos. 


En la actualidad, el Ingemmet ha inventariado 1,631 movimientos en masa en la Cordillera Blanca, de los cuales el 38.6% corresponde a erosiones superficiales tipo cárcavas, el 30,5% son caída de detritos (partículas de masa sólida) y depósitos de talud, 19.3% flujos de detritos (principalmente aluviones por desprendimiento de hielo, rocas o ruptura de un dique glaciar), 7.3% caída de rocas y detritos, y el 4.5% deslizamientos. 

Estibene Pool Vasquez, especialista del Ingemmet, precisó que Huancayo (Junín) sería una de las ciudades en el país con mayor riesgo ante movimientos en masa de este tipo (aluviones), debido a su ubicación y cercanía al nevado Huaytapallana.

Otra zona de riesgo es el Valle sagrado de los Incas (río Vilcanota) entre las localidades de Calca y Ollantaytambo. El nevado Salcantay ubicado en la región Cusco, representa un peligro alarmante para las poblaciones situadas en la parte baja del valle.  El pasado  23 de febrero, se evidenció que en la cara sur de este nevado (5,500 msnm) un desprendimiento de roca y hielo generó un flujo de detritos que rebalsó la laguna Salcantaycocha, cuyo recorrido por el río Santa Teresa  alcanzó el poblado del mismo nombre. 


Este movimiento en masa arrasó con 16 comunidades y centros poblados, dejando una cifra de 4 muertos, 5 heridos, 11 desaparecidos y 590 familias damnificadas. 

Por su parte, el Ingemmet continúa con el estudio a detalle y la identificación de las zonas propensas a movimientos en masa para que en un trabajo conjunto con el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgos de Desastres (Cenepred) y el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) se eviten tragedias como la ocurrida en Áncash en 1970.

Áncash: 50 años del terremoto que sepultó Yungay 

El Ingemmet recuerda la tragedia ocurrida en Áncash en el año 1970. Un día como hoy, hace 50 años, el mar peruano frente a la localidad de Chimbote a una distancia de 130 km fue el epicentro de un terremoto con magnitud 7,9 grados en la escala de Ritcher y una intensidad de VIII en la escala de Mercalli. 

Las ondas sísmicas alcanzaron el nevado Huascarán, originando en la cara oeste del pico norte la caída de rocas y hielo glacial. La velocidad de caída del material ocasionó la incorporación de grandes volúmenes de nieve y material glaciar, transformándose en un aluvión que descendió por el río Shacsa. La gran cantidad de material acarreado por el flujo produjo reboces fuera del cauce, llegando hasta Yungay, enterrando al pueblo y sus habitantes. 


El flujo de detritos originado en el nevado Huascarán recorrió 160 kilómetros hasta el mar, afectando a su paso infraestructura vial y férrea como, por ejemplo, el puente Chaquecocha, el aeropuerto de Caraz, la hidroeléctrica del Cañón del Pato, entre otros. 

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El terremoto dañó casi por completo el departamento de Áncash y el sur de La Libertad. La ciudad de Casma y Chimbote sufrieron grandes daños, al igual que el Callejón de Huaylas, sobre todo en Huaraz. Menor destrucción se apreció en Huarmey y Trujillo. No se tiene un número exacto de fallecidos, pero se estima que fueron al menos 70, 000 los que perdieron la vida ese domingo 31 de mayo de 1970. 

En el Boletín del Ingemmet “Historia de los sismos más notables ocurridos en el Perú (1513 -1974)”, Mateo Casaverde, testigo del evento, narra cómo vivió lo ocurrido: “Nos dirigíamos de Yungay a Caraz, cuando a la altura del cementerio de Yungay se inició el terremoto. Abandonamos nuestro vehículo prácticamente cuando estaba terminado. Escuchamos un ruido de baja frecuencia, procedía de la dirección del Huascarán y observamos entre Yungay y el Nevado, una nube gigante de polvo, se había producido el aluvión; parte del Huascarán Norte, se venía abajo.

Eran aproximadamente las 15:24 horas. El último lugar que nos ofrecía una relativa seguridad contra la avalancha era el cementerio, construido sobre una colina artificial, corrimos unos cien metros de carretera antes de ingresar al campo santo, que también había sufrido los efectos del terremoto, comenta el especialista. 

“Ya en este lugar atiné a voltear la vista a Yungay. En ese momento, se podía observar claramente una ola gigantesca de lodo gris claro, de unos sesenta metros de alto, que empezaba a romperse en cresta y con ligera inclinación iba a golpear el costado izquierdo de la ciudad. En nuestra carrera sobre las escalinatas, logramos alcanzar la segunda terraza, cuando de pronto un golpe seco de látigo, una porción de la avalancha alcanzó el cementerio en su parte frontal. El lodo pasó a unos cinco metros de nuestros pies. Se oscureció el cielo por la gran cantidad de polvo, posiblemente originado de las casas destruidas de Yungay. Volteamos la mirada: Yungay con sus veinte mil habitantes habían desaparecido”, puntualizó.


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(FIN) NDP/TMC


Publicado: 31/5/2020