En setiembre de cada año la ciudad de Huaraz, capital de la región Áncash, así como otras localidades de ese departamento, celebran una de sus festividades más emblemáticas: la Exaltación de la Santa Cruz, que congrega a una multitud de fieles que participan en procesiones que recorren la ciudad y en bailes como la Huaridanza, declarada Patrimonio Cultural de la Nación.
La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, cuya fecha central es el 14 de setiembre, se celebra en la ciudad de Huaraz, pero también en otras localidades como el distrito de Huari, en la provincia del mismo nombre, donde participan todos los barrios y parte de los caseríos de Huari.
Los preparativos de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz se inician en agosto y recaen en una serie de cargos, desde los “alféreces” distribuidos por cada día que dura la fiesta a los cargos menores dedicados a temas específicos como los “capilleros”, encargados de armar los altares donde serán colocadas las cruces, las artesanas y artesanos que elaboran los cascabeles de bronce para las rodilleras de los bailarines de Huaridanza y las coronas de flores para los sombreros, los coheteros que arman las avellanas o fuegos de artificio, y los músicos, entre ellos los cajeros.
Las danzas de la fiesta, entre ellas el Huaridanza, tienen sus respectivos capitanes, que se encargan de convocar a sus conjuntos para los ensayos, el arreglo y renovación de vestimentas y la presentación en los días de fiesta.
La festividad se inicia en la víspera, el 13 de setiembre, cuando las cuadrillas salen por primera vez, convocadas por el capitán, reuniéndose para ir al templo para ofrecer sus saludos a la Santa Cruz, entrando de dos en dos para expresar su adoración y formular sus deseos a la imagen, procurando no darle la espalda al retirarse. Sigue el “rompe calle” o “gashay”, que consiste en un recorrido festivo de la cuadrilla por las plazas y calles de Huari, con paso de zapateo, yendo a saludar a los funcionarios de la fiesta, al alférez y los capitanes de las otras danzas, siendo obsequiados con bebidas.
En este día se hace el arreglo y renovación de los adornos de las cruces de los barrios y caseríos, costumbre llamada “macetakuy”, a la que sigue la ceremonia de la velación de las cruces, debidamente adornadas y ataviadas, y la procesión de las mismas por los alféreces de los barrios, cada una con su respectiva procesión desde su barrio de origen hacia la Iglesia central para la misa de vísperas.
Las cuadrillas del Huaridanza se presentan en la procesión, pero en esta primera aparición sus danzantes están vestidos con ponchos y máscaras de lana, animando a un gran baile general que se dará en la plaza hasta la mañana siguiente.
Encuentro de cruces
El día central, 14 de setiembre, las cuadrillas de Huaridanza aparecen con su atuendo característico. En formación de pasacalle, acompañan a la procesión de la cruz de cada barrio, que recorre las calles de los barrios respectivos hasta coincidir en la plaza central, haciendo un saludo con las manos cruzadas sobre el pecho a su paso por cada esquina de la plaza, en referencia a cada una de las cruces de los cuatro barrios. Luego, las cuadrillas visitan las casas de las autoridades principales del distrito, a rendirles homenaje y ser, a su vez, agasajadas por éstos. La danza que acompaña esta visita formal consta de tres momentos, la parada, o demostración de la coreografía del Huaridanza, la tinya con fuga de huayno, y el baile de agradecimiento, llamado "El bendito".
De vuelta a la plaza, se realiza el “tinkunakuy” o encuentro entre las cuadrillas de los barrios. Los músicos interpretan chuscadas mientras los danzantes animan a los presentes a participar en el baile general. Al finalizar la fiesta, los danzantes hacen un último recorrido por las calles bailando con pañuelos blancos en la mano derecha, lo que es llamado “wapiada” o despedida, hasta el amanecer del tercer día de fiesta.
Huaridanza: orígenes y actualidad
La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz sería el escenario original de la expresión dancística conocida como Huaridanza, también llamada Huari taki o más recientemente “Los Caballeros de Huari”.
Esta danza se representa tradicionalmente en todo el distrito de Huari, tanto en la capital, con los ocho barrios que la componen, como en los centros poblados y caseríos que están dentro de su jurisdicción y donde se celebra a una cruz local.
Se cree que los orígenes de esta danza se encuentran en la fiesta prehispánica del “Pocoy mita”, de carácter agrícola, antiguamente difundida entre los pueblos de la región, que celebraba la llegada de las primeras lluvias entre setiembre y octubre.
Se registra que en estas fechas se bailaba una danza dedicada a las huacas y a los “mallquis” o ancestros, conocida como “huaricu”, en la que se soplaban los cráneos de los venados a modo de instrumento de viento.
Al parecer, la adopción de las fiestas de la Exaltación de la Santa Cruz y de la Virgen del Rosario, celebradas en los meses de setiembre y octubre, respectivamente, se debe a su coincidencia con el tiempo del “pocoy mita”, siendo un resultado de la política de sustitución de los cultos operada por las campañas de evangelización.
Es significativo que el Huaridanza se interprete en fiestas religiosas que se llevan a cabo durante las fechas en que se inician las lluvias, aunque sea formalmente distinta de la danza prehispánica que le ha precedido.
Desde la segunda mitad del siglo XX, el Huaridanza se ha hecho presente también en la fiesta patronal de la Virgen del Rosario, en octubre. En la última década, se ha incluido a esta expresión en las celebraciones de la fiesta de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto.
Actualmente, el Huaridanza es, junto a la danza Pallas de Huari, una de las expresiones que caracterizan al distrito dentro del variado repertorio dancístico de la región ancashina. Existe una expresión del mismo nombre en la provincia de Pomabamba, también de la región Ancash, pero sus características formales y tiempo festivo son muy distintos de la versión de Huari.
Ejecución de la Huaridanza
La cuadrilla del Huaridanza está compuesta tradicionalmente de cuatro danzantes y dos músicos de flauta y tambor llamados cajeros, así se mantiene en los caseríos, mientras en que los barrios de la misma capital pueden ser ocho danzantes, e incluso contar con un capitán o guiador como un integrante más. En algunos casos son acompañados por dos Pallas, integrantes de otra comparsa de baile del distrito de Huari.
El traje de los danzantes es una vestimenta formal, un conjunto de terno azul o negro, camisa blanca y corbata. El terno es cubierto por un pañolón, de tela floreada y con flecos, amarrado sobre el pecho. En la cintura, al lado derecho, se lleva un fajín o ceñidor de pana bordada con hilos dorados. En sendos bolsillos del saco se llevan dos pañuelos.
La cabeza es cubierta, con excepción del rostro, con una pañoleta blanca, cosida al cuello, llamada “uma paño”, y el rostro es cubierto con una máscara de malla rosada, con un rostro pintado de grandes ojos, cejas, bigotes y una pequeña barba de lana. El tocado es un sombrero de paja toquilla, blanco, con el ala delantera levantada, cuya copa luce una cinta de color cuyos extremos caen sobre la espalda, y sobre la cual una corona de armazón de alambre sujeta un arreglo de flores artificiales. La cinta que adorna el sombrero, la que sujeta el pañolón, y los pañuelos del saco, han de ser de seda del mismo color.
Los pantalones son arremangados a la mitad de las piernas, que en cambio son cubiertas hasta las rodillas por un escarpín de pana negra, sobre calzado de vestir. Atadas a las rodillas lleva rodilleras de pana, ricamente bordadas, con hileras de 35 a 40 cascabeles cada una, cuyo gran peso es entendido como una forma de penitencia que debe llevar a cabo el danzante como parte de su devoción a la Cruz. Por último, llevan guantes blancos, y un chicotillo o bastón de mando, con un cabezal de plata o bronce, usualmente en forma de una cabeza de perro, y un gancho en su parte inferior, del cual pende un látigo hecho de tiras de cuero fino entrelazadas.
La música es de caja o wanqar y de pito o pinkullo, combinación común en la música de la sierra norte peruana. Dos músicos, conocidos como cajeros, portan un pinkullo, flauta con embocadura de pico, conocida como shullún, que tiene cuatro orificios, tres delanteros y uno posterior, y se toca con la mano izquierda. Este instrumento se hace con madera de waroma, usando una rama recta y sin protuberancias.
El otro instrumento es la caja o wanqar, membranófono hecho de corteza de eucalipto con parches de cuero de animal, de un diámetro de aproximadamente 80 centímetros. Este tambor es llevado al hombro izquierdo y batido por la mano derecha por una baqueta. La elaboración de estos instrumentos suele correr por cuenta de los propios intérpretes, y requiere de un profundo conocimiento de sus materiales. Las tonadas que se interpretan siguen un patrón tradicional durante la mayor parte del desempeño de la cuadrilla; solamente en las ocasiones en que se invita a un baile general se interpretan chuscadas, género de danza y canción popular de la región ancashina, considerado por algunos como una versión regional de huayno.
La coreografía del Huaridanza tiene tres momentos fundamentales, que son la llamada, momento en que los danzantes hacen el recorrido formando círculos, con la apoyatura rítmica en el cuarto compás, el arrebato, que es un paso ligero, y el jaleo o zapateo, con un paso fuerte a modo de fuga de huayno, con el que terminan sus presentaciones.
Patrimonio de la Nación
El Ministerio de Cultura declaró, el 17 de mayo de 2021,
Patrimonio Cultural de la Nación a la danza Huaridanza, del distrito y provincia de Huari, en el departamento de Áncash, por constituir una carta de presentación de dicha localidad en virtud de su carácter original, su particular estética visual y sonora, y la devoción con que es mantenida por la comunidad de portadores
(FIN) LZD/MAO