Cuando era niño, lo que más le gustaba era estudiar. Recuerda con frecuencia el camino de hora y media a pie para llegar a su colegio de primaria. Luego, los viajes en camión para estudiar en Jauja la secundaria. Nicolás Vela
Ramírez, de 83 años de edad, también recuerda que tuvo una familia amorosa, alegre y unida en el lugar donde nació y siempre vivió, en el distrito de Masma Chicche, provincia de Jauja, en Junín.
Tuvo cinco hermanos, numerosos primos y varios tíos con los cuales se divertía, pero también trabajaba la chacra. Mientras sus padres labraban el campo, sus abuelos maternos le enseñaban los secretos de la preparación de productos lácteos: queso, manjar blanco y yogurt. Eran la delicia de todos.
Y entonces sucedió algo que detendría sus sueños. Falleció su papá cuando Nicolás aún era un adolescente y todos los hermanos tuvieron que dedicarse exclusivamente a trabajar para ayudar a su madre.
“Siempre fui juicioso. Poquito a poquito ahorré para comprar un carrito de segunda, con el que llevábamos nuestros productos a Jauja”. Precisamente, cuando iba a comercializar a Jauja, lo invitaron a una fiesta donde conoció a Dorfelina Torres, de quien se enamoró para siempre.
Juntos formaron una familia y tuvieron tres hijos que, por problemas de salud que ningún médico les supo explicar, fallecieron a temprana edad. “Me dijeron que eran enfermedades de la altura. Nada más. Cuando ellos murieron pensamos que se acabó nuestra vida”, cuenta con profunda tristeza.
Entonces, con la convicción de que tenía que encontrar fuerzas para salir adelante junto con su esposa, empezaron a elaborar productos lácteos y además decidió involucrarse en la vida pública y trabajar por su pueblo.
La mayor parte de la población de Masma Chicche vivía en pobreza, por eso, la primera vez que asumió un cargo, Nicolás pensó en qué hacer para cambiar la vida de su comunidad.
Como era muy reconocido por sus vecinos, lo apoyaron sin dudar cuando al asumir cargos dirigenciales implementó proyectos que mejoraron sus vidas. Primero fue la compra de un camioncito que por una suma módica trasladaba los productos de los agricultores a Jauja. Gran logro, pues en esos años no había transporte regular.
Luego impulsó la construcción de una piscigranja para la crianza de truchas. También consiguió que el Estado financie la implementación de un módulo lechero y finalmente logró la compra de dos ómnibus y un camioncito para el uso de los habitantes del pueblo.
Muchos años pasaron desde entonces. “El egoísmo ha ganado. Los jóvenes no piensan en el bien común. Por eso creo que los abuelos debemos volver”, sentencia don Nicolás, con la certeza de que los adultos mayores deben retomar el liderazgo del pueblo.
Preocupaciones
Don Nicolás quiere que se vuelva a impulsar el módulo lechero para la preparación de productos lácteos.
Propone buscar apoyo para conseguir los permisos sanitarios que les permita vender sus productos a grandes tiendas. También plantea que la piscigranja vuelva a ser administrada por la comunidad.
(FIN) NDP/LZD