En los últimos años, la selva peruana ha sufrido diferentes sismos de gran magnitud. Al reportado ayer en
, le preceden el del 2011 en Pucallpa (7.0), el del 2005 en Moyobamba (7.0), el de 1991 en San Martín (6.9) y el de 1990 en San Martín y Amazonas (6.0).
Pero si bien todos los sismos citados superan los 6 grados de magnitud y en su momento han sido catalogados como "terremotos" o "fuertes sismos", la población sufrió daños en diferentes escalas. En la escala de los más devastadores está
Pisco (Ica), de magnitud 7.9, con secuelas devastadoras de las cuales la ciudad no se recupera hasta hoy.
¿Qué hace entonces la diferencia? Según
Hernando Tavera, experto del Instituto Geofísico del Perú (IGP), hay diversos factores que influyen para que un sismo sea devastador o no.
La profundidad y la distancia es uno de ellos. En el
sismo del domingo en Loreto, la profundidad fue de 135 kilómetros, mientras que el de Pisco 39 kilómetros, es decir casi en la superficie.
"En el caso de Lagunas (Loreto) el foco sísmico estuvo bien abajo, pero además las ciudades están alejadas; por tanto la energía que se propagó, se atenuó con la distancia. Eso hizo que el nivel de sacudimiento del suelo sea menor al llegar a las viviendas. En cambio, esto no ocurrió en
Pisco, donde el foco sísmico estuvo apenas a 39 kilómetros y la población estaba relativamente cerca", apuntó en diálogo con la
Agencia Andina.
Otros factores para que un sismo o terremoto sea destructivo o no es la
cantidad de población y la calidad de edificaciones. En el caso de Yurimaguas y Lagunas, el número de habitantes y de viviendas es menor en comparación a Ica. En este último, además, las
construcciones fueron hechas de manera inadecuada.
El
tipo de suelo es otro factor a considerar. Lo ideal -dijo Tavera- es que el suelo sea duro, compacto, que se parezca a una roca. Dado que en la Selva peruana llueve mucho y hay suelos con aguas subterráneas, el daño a nivel de infraestructura puede ser mayor y así ocurrió esta vez: 228 viviendas inhabitables y 284 afectadas (con algún daño). En Pisco, cabe recordar, hubo
76,000 viviendas destruidas.
"Todos estos factores -profundidad del sismo, distancia de la población, calidad de la construcción y el tipo de suelo- influyen para que la estadística del daño sea mayor o menor", puntualizó Tavera al recordar que la Selva peruana ha tenido importantes eventos sísmicos. "Son frecuentes, espaciados en el tiempo, pero frecuentes", advirtió.
El sismo no mata
El experto del IGP reiteró una vez más que "el problema no es el sismo o la magnitud" sino la intensidad del sacudimiento del suelo, lo cual debilita o hace inestable una vivienda o un edificio. "Las personas pierden la vida por el colapso de viviendas, no por el sismo en sí, y ahora lo hemos vuelto a confirmar".
Por ello, añadió, hay un trabajo pendiente por parte de las autoridades como también de la población, que debe asumir el compromiso de cambiar su modo de habitat en función de las experiencias vividas. "Si no trabajamos en esa línea, siempre estaremos contando tragedias similares".
Recordó que en la costa central del Perú, donde está Lima,
no se libera energía desde el año 1746. "Hay mucha energía acumulada. Los terremotos o sismos son cíclicos, se repetirán y por eso hay que trabajar en la calidad de las viviendas, las quebradas, los cerros invadidos,
Lima ha crecido mucho, pero ya está construida. Lo que nos queda es prepararnos".
Por esta razón, invitó a la población a participar en el simulacro de sismo y tsunami que se desarrollará este viernes 31 de mayo, a las 10.00 horas, al celebrase un año más del terremoto y aluvión en Yungay, Ancash, ocurrido en 1970 y donde hubo más de 50 mil muertos.
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(FIN) RRC/RRC