Andina

Venezolanos en Perú: el drama en el último refugio antes de llegar a Tumbes

Entre el sufrimiento, la solidaridad y la esperanza

Inmigrantes venezolanos en Quito (Ecuador) Foto: EFE

07:41 | Quito, ago. 2.

Un parterre de 100 metros cuadrados frente a la terminal de autobuses de Carcelén, un barrio del norte de Quito, es el refugio temporal de cientos de venezolanos que llegan cada día con lo puesto y la esperanza de poder viajar al vecino Perú.

Carlin, una venezolana de 26 años, salió hace doce días de su natal Valencia con su bebé en brazos enfermo de bronquitis y llegó el lunes por la noche a la capital ecuatoriana, que la acogió con una inusual lluvia invernal en pleno agosto. Sin recursos para continuar su viaje, pernoctó en una improvisada carpa hecha con plásticos y cartón en el reducido recinto acolchado por el pasto junto a la terminal, desde la que espera partir pronto.

"Mi meta es llegar a Perú, necesito estabilizar a mi hijo", dice a Efe esta madre al observar a su pequeño caminar entre maletas y cajas del campamento venezolano y agrega con nostalgia: "Él nunca había salido de su casa". Cruzaron Colombia "halando dedo" viajando de día y buscando refugio de noche, teniendo que dormir en ocasiones en bodegas abandonadas o apoyados en el tronco de un árbol cuando no había más opción.

Como ella, cientos de venezolanos llegan a este punto, desde el que el que la mayoría busca a través de la caridad o de trabajos temporales reunir los 15 dólares que cuesta el boleto de autobús para poder desplazarse a Huaquillas, frontera ecuatoriana con Perú y destino final de muchos.

Las precarias carpas dejan entrar por la noche el frío y la lluvia de la capital andina, cuya altura es de unos 2.800 metros, para los poco acostumbrados venezolanos que proceden de la región costera. De tanto en tanto, los gritos de ecuatorianos que requieren carpinteros, plomeros o electricistas interrumpe la rutina de los refugiados. El promedio de venezolanos que ingresa al país es de 4.000 al día. Las autoridades migratorias de Colombia indicaron que desde principios de año y hasta mayo más de 286.000 cruzaron el Puente Internacional de Rumichaca hacia Ecuador. 


Café para calentar los huesos


En las primeras horas del día los venezolanos del improvisado campo forman una fila para recibir por parte de voluntarios plátano maduro, pan y café caliente, "para calentar los huesos", comenta un inmigrante mientras se lleva el vaso a la boca.

Inmigrantes venezolanos reciben alimentos

Las redes sociales se han llenado de vídeos en los que aparecen grupos que hacen el recorrido a pie desde Venezuela, los que tienen suerte en bicicleta. Es el caso de Willian Gómez, que limpia su pequeña BMX con la que ha recorrido los más de 2.200 kilómetros que separan su natal Valencia de Quito. "Uno en el extranjero tiene más posibilidades, uno sabe que la plata le va a alcanzar para algo, en Venezuela un mes completo de trabajo solo alcanza para un kilo de queso". El pedal de su bici se rompió y se afana por arreglarla para poder seguir viaje: "La tengo que recuperar, tengo que llegar a Perú, es mi compañera".

El venezolano Alejandro Pérez procede de Maracaibo y pudo llegar a Ecuador junto con otros compañeros mochileros "gracias a la ayuda de la gente colombiana". Viaja con sus dos hijos de 3 y 7 años y ha escrito en un cartón su situación para lograr juntar el dinero de los pasajes a Perú. La solidaridad en el parterre refugio es grande y mientras marcha, recibe dos chompas y pan para sus hijos. 



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(FIN) EFE/MAE

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Publicado: 1/8/2018