Por Cecilia Fernández SívoriLa vida de Jack parece una sucesión de hechos en los que la toma de oportunidades sin miedo alguno es el común denominador que lo llevó a vivir hoy no solo de su pasión, que es escribir, sino también a ser un respetado catedrático en la Universidad de Hamilton, en Nueva York.
La niñez de Jack se remonta a La Oroya, donde vivió diez años frente a las chimeneas de las mineras “sin entender mucho, pensando que era normal. Eso me marcó mucho para apreciar los espacios y saber valorar el medioambiente”.
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["Carlos Atoche: El peruano que le abre camino al arte en Europa"]Su padre laboraba como obrero en la fundición y aunque a 4,000 metros era el mundo que conocía y que podía percibirse como seguro, su madre, enfermera de profesión, sabía que eso no era lo que buscaban.
“Y es que en una cuadra podías contar hasta 7 cantinas intercaladas con las casas. Los fines de semana veías ebrios, peleas… y eso mi madre no lo quería para nosotros”, expresa.
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Y así, aunque en un primer momento su padre no los acompañó en la aventura llamada Lima, “la empresa le ofrecía estabilidad y para una familia pobre eso era oro”, el pequeño Jack a sus 11 años dio un vuelco a lo que conocía como vida y llegó así sin más ni más al naciente San Juan de Lurigancho.
“La primera vez que llegué nos bajamos en lo que era el último paradero de ese arenal, que hoy es la estación Santa Rosa. No recuerdo una noche tan oscura. Sin luz eléctrica, eran chozas y había que tantear con los pies para avanzar y así fue que llegamos. Al día siguiente, al despertar, lo primero que sentí fue el sol terrible sobre la arena (era verano). Fue un choque fuerte. No solo en lo material, sino también en lo cultural”, recuerda Jack.
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["¡A pura tenacidad! La peruana que se volvió top en bienes raíces en Carolina del Norte"]De esta etapa rescata que pudo conocer un micropaís ahí y crecer con ellos positivamente; “había gente que venía del norte, del sur, de la selva. Gente que se veía diferente a mí y yo diferente a ellos. Crecí junto con el distrito. Recuerdo la primera vez que pusieron el agua y desagüe, fue una fiesta para todos”, nos relata.
Hasta los 16 años, Jack fue parte de la educación estatal, y aunque su vocación y talento no afloraron de inmediato, fue la tradición oral la que lo hizo acercarse a este mundo.
Soñaba con ser periodista deportivo y Ovación era su dial favorito. La academia de preparación era el paso obligado si querías estudiar Comunicación Social en San Marcos.
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["Talento para el mundo: Diego Olórtegui triunfa ilustrando en DC Comics"]Sin embargo, tuvo un extraordinario profesor que les narraba con gran habilidad diversos contenidos y que una vez delante del jovencísisimo Jack recibió su paga en efectivo.
“Dije , ¡wao! yo quiero que me paguen así… quiero ser profesor. Y comencé a leer. Así postulé a Literatura e ingresé… mis compañeros venían de distintas realidades. Fue impactante ver a compañeros que en lugar de una mochila llevaban sus libros en bolsas de plástico negras y otros que gozaban de muchas comodidades y vivían en lugares que jamás había visitado”. Fueron encuentros que la vida le planteó.
Sin tenerla fácil, en plena crisis, Jack tuvo en aquel entonces trabajar también como mototaxista para solventarse, contando con el apoyo familiar.
“Y es que era una contradicción ver que manejando un mototaxi o un taxi se ganaba mucho… y querer estudiar con tanta carencia, pero eso en casa no era negociable y fui a la universidad”.
“San Marcos me enseñó a ver el Perú y su diversidad económica”, nos dice; al tiempo que revela que en su tercer año se interesó por el psicoanálisis, pero esa aventura con la psicología duraría un año, ya que llegaría la oportunidad de conocer el mundo del periodismo cultural.
De ahí, el Icpna le abriría sus puertas y conocería el mundo de las exposiciones y así pasaron cinco años.
“Un amigo regresó al Perú tras estar becado y él me guió por ese camino y decidí apostar”. Dejó la zona segura, la locura de dejar todo lo establecido e irse a estudiar. “Creo que mi familia pensaba que bromeaba y no me tomaban muy en serio. Igual seguí adelante y cuando llegó el momento le dije a mi novia ´(hoy mi esposa) que me iba y si quería irse también”, recuerda.
“Después de seis años de ese primer viaje, logré invitar a mi mamá. Antes creía seguro que trabajaba en algo más y que lo de la beca era un invento para dorar la píldora, pero luego vio que todo era real”, señala con orgullo tras culminar su maestría en la Universidad de Connecticut.
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["César Aranguri: “Decidí ser médico al ver cómo sanaron a mi madre”"]Al año siguiente, obtuvo otra beca para el doctorado en Northwestern (Chicago). Durante sus años de doctorado, además de investigar y escribir la tesis, publicó su primera novela, Bajo la sombra (2014), que tuvo excelente recepción crítica. En el 2017 se gradúo como doctor y publicó su segunda novela, Sustitución. También ese año empezó como profesor en la Universidad de Hamilton, en Nueva York.
En el 2024 acaba de publicar su tercera novela, Te he seguido. En la Universidad de Hamilton enseña escritura creativa, formando jóvenes escritores. También enseña literatura peruana, promoviendo nuestra rica tradición en los estudiantes estadounidenses.
Ha sido invitado a varios eventos literarios en el Perú y Estados Unidos. Su trabajo ha sido traducido al inglés e italiano. Sus publicaciones en torno a nuestra literatura han sido publicadas en las más importantes revistas especializadas del Perú, Estados Unidos e Inglaterra.
Finalmente, Jack nos dice: “Soy parte de esa estadística mínima que logró desafiar y vencer lo que se proponía”, nos dice seguro y espera que en algún momento existan oportunidades para todos. “Si me decían vas a ser profesor, te diría cómo, si mi papá fue obrero, pero creo que el tomar las oportunidades sin miedo fueron el punto clave en mi historia”.
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(FIN) CFS/RES
Publicado: 12/9/2024