Decenas de ciudadanos venezolanos acuden a la embajada de su país en Lima, algunos buscando un cupo en el avión que el sábado próximo hará un
puente aéreo para el retorno a su tierra, pero otros más tratando de renovar sus pasaportes para seguir luchándola en Perú.
Las opiniones entre los venezolanos parecen estar divididas respecto a sus vivencias en nuestro país. Mientras varios desean irse porque no les fue fácil
conseguir el trabajo que esperaban, a otros les gana el sentimiento por la lejanía de sus seres queridos y no resisten la distancia.
Sin embargo, la
Agencia Andina encontró otro grupo, compuesto por personas mucho más radicales y ariscas que pregonaban en los exteriores de la embajada en Lima -aprovechando la presencia de los medios de comunicación- que buscaban salir del país porque habían sido blanco de
"explotación, xenofobia, maltrato y hasta acoso".
Estos venezolanos mayormente tenían muy poco tiempo viviendo en el país, pero señalaron que se iban con "un muy mal recuerdo", pues se sintieron discriminados por cuestiones de edad y de nacionalidad, porque sus expectativas eran otras o "porque el gobierno peruano no les dio lo que les ofreció".
"Si voy a sufrir igual, mejor me regreso"
Blanca Josefina Colina (de 70 años) llegó a Lima en mayo. Ella se quejó amargamente porque en un trabajo de costura le pagaban la mitad de lo que a las peruanas. Admitió, sin embargo, que no era tan veloz como sus compañeras.
"Me regreso porque ya estoy vieja para estas gracias", dijo la mujer, quien al parecer no tuvo tan mala suerte, considerando que una persona de su edad -de cualquier nacionalidad- difícilmente accederá a un trabajo.
"Me acosaron mucho tiempo"
Una madre de 32 años, procedente de Carabobo, salió feliz de la sede de la embajada. Su gestión tuvo éxito y el sábado partirá en avión a su país, junto a su esposo y a su hijo de 2 años. Allá le esperan sus otros hijos, la principal razón de su retorno.
Pero a la nostalgia por los suyos se suma la explotación que Lady Amérida Castillo dijo haber sufrido desde que llegó en enero a Lima y al acoso callejero que no la dejaba vivir en paz.
"Durante mucho tiempo un hombre me seguía en un carro hasta el lugar donde vivo y otros se han atrevido a tocarme", comentó, aunque afirmó que conoció también a gente muy buena que la ayudó y protegió. Aseguró que al volver a su país su anterior centro de labores le abrirá nuevamente las puertas.
Preguntada sobre si cree que entre la gente que quiere volver hay infiltrados chavistas que tratan de hacer "ruido" para generar problemas en el Perú, la joven solo dijo que la iniciativa del gobierno de Nicolás Maduro de
facilitar el retorno es un
"tema político" para tapar en algo las cosas que se han hecho en su país.
Aprovechó la oportunidad para expresar las disculpas a los "hermanos peruanos" por aquellos
desadaptados venezolanos que vinieron a delinquir y a dejarlos mal parados ante los ojos de los demás.
"La mayoría somos honestos, los demás son los responsables de la xenofobia contra nosotros", afirmó.
"No regreso así me regalen el avión"
El reverso de la medalla es Andrea Andrade, joven madre venezolana de un bebé de solo tres meses -peruano de nacimiento-, quien asegura que no dejaría Perú por nada del mundo y menos aún volvería a Venezuela "ni aunque me regalen el avión".
Andrea, su esposo y su bebé llegaron a la sede de la embajada -en la cuadra 2 de la avenida Arequipa-, pero para renovar sus pasaportes y seguir viviendo aquí.
"Perú me ha dado muy buenas oportunidades desde que llegué hace dos años y medio. Ahora no trabajo porque mi bebé está muy pequeño, pero mi esposo sí lo hace y podemos vivir y ayudar a mi madre para que pueda sobrevivir en Venezuela", afirmó.
Aseguró que nunca ha tenido problemas con nadie en el Perú, pero que sí se ha enterado de que algunos de sus connacionales han venido aquí a "hacer desastres".
Su percepción es que los actos delincuenciales cometidos por algunos venezolanos han sido "armados" por el gobierno de Maduro.
"Yo estaba bien allá"
Una de las personas más agresivas para hablar fue la venezolana Dalila Bracho, quien luego de afirmar que a los peruanos nos falta educación, dijo que a ella le iba bien en su país.
Entonces la siguiente pregunta se caía de madura: ¿y por qué vino? "Bueno, es que a veces a uno le atrae lo desconocido y nos lanzamos a experimentarlo, nos dejamos llevar por el impulso, pero esto no me gustó", fue su respuesta.
Aseguró en tono profético que está escrito que Venezuela volverá a ser el país lindo que siempre fue. "Esa es mi convicción y mi fe. Venezuela renacerá", enfatizó.
Y nuevamente la repregunta es inevitable: ¿renacerá con o sin Maduro? "Eso yo no lo puedo decir, pero yo no estoy en crisis, estoy pasando por un proceso como todos, no tengo dinero..., pero yo estaba bien allá", dijo la mujer quien trabajaba como enfermera en Caracas.
Luego agregó que solo vino a ayudar a su hijo cuya esposa tendrá un bebé. ¿Entonces no necesitaba trabajar aquí? "Sí, porque quería sentirme útil".
Contradictoriamente, dijo después que su hijo y su nuera vinieron a Perú a "buscar una mejor vida porque estamos pasando por un proceso que vamos a superar". La mujer dijo que cuando retorne a Venezuela, no volverá al Perú.
"No nos dieron lo que nos ofrecieron"
Inexplicablemente, un venezolano llamado Darwin Morales, que estuvo tres meses en Perú, dijo que se irá con un mal recuerdo, porque "no nos han brindado la calidad que nos ofrecieron".
¿Y qué les ofrecieron?, preguntamos. Pero su respuesta no fue del todo clara. Según él, les ofrecieron el
Permiso Temporal de Permanencia (PTP), pero el portal web de Interpol Perú "fue trabado" y eso les impidió obtenerlo.
Dijo que siente haber perdido tres meses de su vida, porque aquí para ellos solo hay explotación y a quienes trabajan no les pagan.
"Puedo asegurar que entre nosotros no hay ningún chavista", expresó. Pero cuando se le preguntó qué le diría a Maduro si lo tuviera en frente, respondió: "Que ponga mano dura a todo".
Un caso similar es el de Héctor Villa, de 51 años, quien afirmó que en los tres meses que ha estado en Perú no logró conseguir trabajo, que solo sobrevivió gracias a la ayuda de sus compatriotas y que aquí pasó más necesidades que en su país.
En Venezuela -dijo- renunció a su trabajo en la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA), una de las empresas más poderosas del país y cuyos trabajadores, según se sabe, están entre los mejores pagados, con bonos y otros beneficios.
El escenario es distinto para Blanca Elena Valera, una maestra jubilada de 62 años que vino a Perú con su hija, graduada en ingeniería química, y ahora residen en Mala, al sur de Lima.
La suerte para ambas ha sido esquiva aún, pero ella retornará porque sus cuatro sobrinos nietos pequeños han quedado huérfanos y siente que su misión ahora es cuidarlos.
Ahogada en llanto, confiesa que se irá con el corazón destrozado porque su hija se quedará en Perú para insistir en la búsqueda de un buen trabajo.
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(FIN) ART/RRC
GRM
Publicado: 6/9/2018