Fabián Vallas T. fvallas@editoraperu.com.peEl dibujo plasmado por esclavos angoleños en 1651 es parte de la identidad de los peruanos, sobre todo de los que se encuentran fuera de la patria. Las asociaciones de peruanos en el extranjero han propiciado la expansión del culto por el Cristo de Pachacamilla.
Ya son más de 462 las hermandades de compatriotas y extranjeros que se reúnen todo el año para organizar las tradicionales festividades de octubre. La procesión se ha convertido en una oportunidad extraordinaria para expresarle al mundo no solo su devoción por el Cristo de Pachacamilla, sino también por la cultura peruana.
No existe ciudad grande en Europa occidental, Norteamérica, Asia y Oceanía donde no exista una hermandad. Hasta en la Antártida, en la estación científica Machu Picchu, se encuentra una imagen que acompaña a los estudiosos peruanos que llegan con la expedición del buque Humboldt.
Zúrich, Múnich, Turín, Barcelona, Madrid, París, Bolonia, Amberes, Perugia, Génova, Ginebra, Hamburgo, Milán, Bruselas, Bucarest, Friburgo, Rennes, Logroño y otras megalópolis del Viejo Continente son testigos de la tradicional procesión del Cristo Morado. Recientemente, también se rinde culto a la sagrada imagen en Ciudad de México, Mérida, Quito, Santiago, Buenos Aires, Asunción y otras ciudades latinoamericanas.
Mientras que en las urbes estadounidenses de Anchorage, Atlanta, Baltimore, Broward, Chicago, Cincinnati, Cleveland, Connecticut, Denver, Filadelfia, Hartford, Harrisburg, Kansas, Kissimmee, Miami, Minnesota, New Haven, New London, Nueva Jersey, Nueva York, San Diego, San José, Seattle, Washington D. C., Paterson, Pittsburgh, Raleigh, los peruanos también se organizan para las tradicionales festividades de octubre.
Las asociaciones
El caso de Estados Unidos es especial, ya que desde la primera ola de emigración de peruanos al extranjero en la primera mitad del siglo pasado, la potencia mundial se convirtió en uno de los países favoritos.
La expansión de la producción textil atrajo a miles de obreros peruanos que habían desarrollado alguna habilidad en ese rubro. Así, Paterson, en Nueva Jersey, se convirtió en la ciudad favorita de los trabajadores inmigrantes. Por eso, no debe llamar la atención que esta ciudad sea una de las más activas, con 20 hermandades del Señor de los Milagros.
La hermandad de Hardford, situada en el estado de Connecticut, es una de las más antiguas de Estados Unidos. Desde hace 40 años, un grupo de peruanos lleva un pequeño cuadro del Cristo de Pachacamilla a la iglesia para celebrar una misa especial. Luego, los peruanos recorren las calles de la ciudad portando la imagen, y así muestran su fe ante la comunidad.
El antropólogo Teófilo Altamirano, quien estudia los procesos migratorios de los peruanos al extranjero, investigó las 375 asociaciones voluntarias peruanas de diverso origen en Estados Unidos . Algunas son grupos religiosos, deportivos, empresariales, sociales, profesionales.
El académico sostiene que nuestros compatriotas son muy buenos para crear asociaciones en el extranjero. Explica que esa virtud tiene relación con el comportamiento de los provincianos cuando llegan a las grandes ciudades de la costa peruana. Los clubes provinciales se transforman en ese “colchón emocional” en el que se cobijan cuando enfrentan una realidad diferente. En
las asociaciones encuentran la familiaridad de la comida, los bailes y los paisanos, lo que les permite enfrentar con mayor éxito su condición de inmigrantes.
Lo mismo sucede con los peruanos que se van al extranjero, en especial, a Estados Unidos. Por eso ha sido fácil la internacionalización del Señor de los Milagros. Los connacionales, además de sus maletas, han llevado su indiscutible fe y práctica religiosa por todo el mundo.
También hay hermandades en remotas ciudades asiáticas, como Gunma, Yamato, Tokio e Isesaki, en Japón. Los integrantes son los funcionarios, los diplomáticos y los niséis y sanséis peruanos que viajaron a la tierra de sus padres en la época de la crisis económica de los 80.
Entrevista: la imagen está en el ADN de los peruanos
Así como ocurre en otras partes del mundo, la procesión no solo es un acto religioso, sino también una manifestación cultural. El día en que se celebra la jornada religiosa, los peruanos se organizan para elaborar platos típicos y se presentan bandas musicales y grupos folclóricos para expresar nuestra cultura ante la comunidad local.
El decano de la Facultad de Filosofía, Educación y Ciencias Humanas de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, padre Rafael Fernández Hart, nos señala que la imagen se convierte en un interlocutor porque los creyentes no adoran la imagen, sino lo que simboliza.
Asegura que los compatriotas en diáspora por el mundo encuentran en esta imagen una protección espiritual ante las dificultades que enfrentan. Además, el Cristo Moreno fortalece sus sentimientos por su nación de origen y los acompaña donde se encuentren.
La única verdad es que la imagen del Cristo Morado se ha convertido hoy, como indica el padre Fernández, en el ADN de los peruanos.
–Se calcula que existen 462 hermandades del Señor de los Milagros en el mundo. ¿Cómo se puede interpretar este fenómeno social?
–Desde luego que el culto tiene que ver con el espíritu nacional. Pero, por otro lado, tiene que ver con una religiosidad que nos identifica los peruanos. He tenido la oportunidad de estar en varios lugares en forma reciente, incluso fuera del país, y soy testigo del afecto por el
Cristo Morado.
-¿Su culto es un elemento de identidad de los peruanos en el mundo?
–Pienso que sí. A veces nos quedamos en aspectos externos, en aquello que solo nos une, como el fútbol o la comida, que me parecen bien, pero la devoción al Cristo de Pachacamilla incluye otro aspecto más importante, la dimensión afectiva, “el corazón”, que es una elaboración más profunda.
–¿Cree que está en camino de convertirse en un ícono como la Virgen de Guadalupe, que identifica a los mexicanos?
–Creo que sí. Hace poco estuve en un lugar tan apartado como Yunguyo, Puno, para las fiestas del ‘Tata Pancho’, una de las expresiones más populares de la región. Sin embargo, había una imagen del Señor de los Milagros en la iglesia, como sucede en muchas partes del país. Esta imagen ya está en el ADN de los peruanos y nos identifica, como la de la Virgen de Lourdes a Francia o la Virgen de Fátima a Portugal.
–A diferencia de otras estampas religiosas de otros países, los peruanos organizan una procesión…
–Es verdad, la procesión dentro del universo religioso es una manifestación colectiva de ser devotos del Señor de los Milagros. La procesión ya no solo es la dimensión privada de identidad con el Cristo Morado, sino también la manifestación pública, explícita, de sentirse identificado con él. De allí la relevancia de estas exhibiciones culturales en todas partes del mundo.
–Si revisamos la expresión religiosa, no solo es el culto a la imagen, sino también a otras afirmaciones culturales.
–Todos estos actos particulares tienen una función pública, como ya lo señalamos, pero también manifestaciones celebratorias. No olvidemos cómo nace esta representación y la importancia que le otorgan para protegerse de los temblores desde 1655. Todas estas demostraciones, como las danzas y comidas, son parte de este espíritu celebratorio del pueblo peruano.
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(FIN) DOP/KGR
Publicado: 3/11/2017