Con una emoción propia de su edad, Alexander cuenta que su interés por la carrera nació cuando San Marcos la creó recientemente.
Fascinado por la ciencia, la ingeniería y hasta la medicina, decidió postular, más que por una meta fija, por el deseo de medir sus conocimientos. Y lo logró con apenas dos meses de preparación, acompañado siempre por su hermana Emita, su aliada en el estudio.
Pero más allá de las aulas universitarias, Alexander sigue siendo un niño que disfruta del fútbol, la natación y los drones.
Su padre, Rolando, destaca la importancia del apoyo familiar para mantener el equilibrio entre el estudio y la niñez.
“Siempre ha sido dedicado y le gustan mucho los estudios. Le gusta bastante su colegio, le encantan los drones, le encanta la natación, el fútbol. Es un niño de su edad que disfruta de su niñez”, recalca.

Su madre, Olga, originaria de Ucrania, habla con orgullo del interés incansable de su hijo por aprender.
“Me siento muy orgullosa, es mucha emoción, orgullo y alegría. Mi hijo disfruta de aprender, siempre ve programas en internet de cosas novedosas, de biología, ingeniería”, destaca.
Aunque su ingreso a San Marcos es un hito, Alexander mira más allá. Su próximo objetivo son las olimpiadas internacionales de matemática y física, y en el futuro, posiblemente, la medicina.
Con la curiosidad de un niño y la disciplina de un joven brillante, este pequeño, que no se considera un genio ni un súper dotado, tiene un horizonte lleno de posibilidades.
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