Una prolija y pionera investigación en el sitio arqueológico Tukri-Apu Urqu, ubicado en la región Ayacucho, descubrió un templo ceremonial del periodo Formativo (1000 a.C. a 200 d.C.) con una secuencia arquitectónica bastante compleja que evidencia una interacción con Chavín, considerada la matriz de las culturas peruanas.
La investigación, liderada por el arqueólogo y docente universitario Edison Mendoza Martínez, se desarrolló en este sitio con arquitectura monumental construida con piedras y barro, en forma de letra "U", ubicado en el caserío San Cristóbal de Tucre, perteneciente al distrito de María Parado de Bellido, en la provincia ayacuchana de Cangallo, en la cuenca del río Pampas y a 46 kilómetros al sur de la ciudad de Ayacucho.
Este sitio arqueológico se emplaza exactamente en la planicie de Tucre Pampa y tiene una extensión aproximada de 1.7 hectáreas. “Los constructores eligieron este lugar por su ubicación en la pampa y elevación natural. El sitio se compone de un complejo de plataformas dispuestas alrededor de un área hundida”, describe el arqueólogo Edison Mendoza en entrevista con la Agencia de Noticias Andina.
“Tukri-Apu Urqu es un sitio del Periodo Formativo (1000 a.C - 200 a.C.) y su arquitectura denota una configuración en forma de “U”. En el montículo central hemos develado que la plataforma se ensancha al menos unas seis veces, evidenciando un proceso constructivo permanente”, sostiene.
Agrega que lo curioso es que la plataforma más temprana del templo tiene un paramento totalmente distinto. “No hemos encontrado cerámica, lo que nos exige realizar datación para saber con certeza su cronología. Por otro lado, también se ha develado que una de las plataformas tiene una esquina redondeada, y otra una es de planta serpenteda”, asevera.
Señala que en todas estas fases también se observan que los pórticos o entradas de cada plataforma son remodeladas horizontal y verticalmente. “Algo que también sorprende de estas entradas es la presencia de dos ductos a cada lado de la entrada, que conectan a un nicho escondido. Al parecer en estas estuvieron escondidas personas que emitían algún tipo de voz o alumbraban al visitante; es decir, en los nichos estaban escondidos los sacerdotes”, manifiesta.
“También realizamos excavaciones en el ala izquierda de la plataforma central, donde estamos develando una plaza cuadrada de 13 por 13 metros con escalinatas. Todo un escenario construido para un evento ceremonial”, subraya.
Secuencias constructivas e interacción con Chavín
Edison Mendoza sostiene que la investigación arqueológica identifica al menos seis secuencias arquitectónicas o periodos constructivos en el templo ceremonial, que corresponden a fases de desarrollo cultural, siendo la más antigua la denominada Fase Tukri, que se remonta al periodo 900 a 800 antes de Cristo y que se expresa en el diseño arquitectónico en forma de letra “U”, similar al Templo Viejo de Chavín de Huántar.
Luego se desarrolló la Fase Apu (800 a.C. – 400 a.C.) en la que el templo tuvo una fuerte renovación arquitectónica, con varias adiciones que alteraron sustancialmente su forma básica, con plataformas que aumentaron de tamaño y volumen. “Estas nuevas construcciones se incorporaron a estas tradiciones tempranas, no como invención sino como resaltando la importancia del sitio. Las construcciones antiguas, en su mayoría, fueron cubiertas total y parcialmente por una capa gruesa de tierra y piedra de origen volcánico. Algunos muros antiguos quedaron inutilizados al cubrírseles para ceder su lugar a las nuevas estructuras mientras que otros conservan sus secciones superiores formando plataformas escalonadas”, puntualiza.
En esta fase se erigió, equidistante a la plaza central, una plaza hundida de forma cuadrada de 20 metros por lado, que conecta con cuatro escalinatas que conducen a las plataformas, configuración muy parecida al Templo Nuevo de Chavín de Huántar, ubicado en la región Áncash, y a otros de la sierra norte.
Por último, se desarrolló la Fase Urqu (400 a.C. – 200 a.C.), que corresponde al último momento de funcionamiento y abandono del templo. Esta fase se divide en A y B.
“Durante la Fase A se elaboraron pequeñas adiciones a manera de soportes en la arquitectura. En este periodo posiblemente ocurrió una serie de cambios climáticos que afectaron la arquitectura del templo. Por ejemplo, en el muro de la plaza hundida hicieron algunas refacciones y es como si hubiese colapsado a finales del Formativo Tardío, situación muy parecida a lo que ocurrió en Chavín de Huántar. Igualmente, se rompe la escalinata para colocar un canal de drenaje que pudo ser un sistema hidráulico para producir sonidos desde el interior, idea muy parecida a los drenajes que conectan las escalinatas y plazas hundidas de Chavín de Huántar”, argumenta.
En la fase B se suscita el abandono consciente y planificado del templo. “Gran parte de las edificaciones y pisos como primera etapa fueron intencionalmente cubiertos con tierra de color amarillo que contenía restos de pequeñas lascas de andesita que pudieron ser los fragmentos de las herramientas con las cuales extrajeron el material. Tuvieron bastante cuidado en el proceso de enterramiento y trataron de cuidar al máximo las edificaciones y los pisos. Luego se colocó encima otro sedimento con tonalidades que van del marrón a negro. Muchas secciones, principalmente de las escalinatas fueron selladas con un muro seco constituido de piedras y barro para que retengan la tierra. Este proceso de enterramiento estuvo acompañado, al parecer, de eventos festivos porque encima de la escalinata encontramos vajillas semi integras intencionalmente rotas. Al final del proceso, se sellaron las plataformas”, apostilla.
Materiales encontrados en las excavaciones
Mendoza Martínez informa también que en las excavaciones realizadas se encontraron restos de material lítico, cerámica fragmentada, ceniza y huesos de camélido, entre otros elementos que serán analizados en los siguientes meses.
Interacción cultural con Chavín
Para el arqueólogo Edison Mendoza Martínez, todas estas evidencias encontradas en las excavaciones realizadas en el sitio Turki-Apu Urqu sugieren que hubo una interacción o intercambio de conocimientos entre la cultura local ayacuchana y Chavín, así como con otras culturas peruanas.
“Todas estas evidencias sugieren que las alturas de Cangallo fueron un territorio muy complejo y dinámico desde mucho antes”, añade.
Equipo de investigación
El proyecto de investigación arqueológica en el sitio Turki-Apu Urqu se desarrolla bajo la dirección del arqueólogo Edison Mendoza Martínez, docente de la Escuela Profesional de Arqueología e Historia de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, con la participación de estudiantes de arqueología de esa casa de estudios superiores, pobladores de la comunidad de San Cristóbal de Tucre, y con el apoyo de la Municipalidad Distrital de María Parado de Bellido.
(FIN) LZD/MAO
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