Para muchos es desconcertante que las autoridades afirmen que la pandemia del coronavirus en el Perú esté
, cuando el número de casos y la cifra de fallecidos no dejan de crecer. La explicación sería muy sencilla: la velocidad entre ambas curvas tiene un desfase de al menos dos semanas. Aquí te explicamos por qué.
“La curva de nuevos casos no va a la par de la curva de fallecidos. Lo mismo ha sucedido en Italia y España. Cuando el número de nuevos casos empieza a bajar, el número de fallecidos empieza a bajar también, pero recién entre dos y cuatro semanas después”, señaló el director de Investigación Epidemiológica y Evaluación de Intervención en Salud, César Munayco, a la agencia Andina.
Sostuvo que si alguien está grave ahora mismo, en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), no significa que va a fallecer hoy. Podría hacerlo en 10 a 15 días. O, tal vez, podría recuperarse. Por tanto, incluso de no registrar ningún caso nuevo de contagio en esos días, podría incrementarse el número de fallecidos, porque se trata de personas que ya estaban en un proceso que comenzó antes y su desenlace se dará después.
Es vital entender, añadió, que se trata de procesos o curvas distintas; la de contagios que es más rápida y la de muertos, mucho más lenta”. La curva de fallecidos se alarga y demora en resolverse debido a que entra juego el tiempo en el que las personas están internadas.
La curva de contagios siempre va más rápido, dice Munayco
“Ambas curvas tienen un desfase de como mínimo dos semanas, pero puede ser más. Solo cuando tengamos menos casos nuevos, vamos a proyectar que en dos semanas a más habrá menos casos en UCI y menos fallecidos”.
El experto comentó que el presidente Vizcarra “no se inventa las cifras” cuando anuncia una
desaceleración de contagios o que estamos llegando a una meseta, porque las cifras que comunica en sus conferencias de prensa son provistas por el
Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud (Minsa), donde él labora, el cual hace un monitoreo exhaustivo de la epidemia y su proyección.
Ninguna pandemia es eterna
Con larga experiencia en el estudio de enfermedades infecciosas como la influenza, el experto indica que las epidemias tienen tres fases: Crecimiento, pico y descenso. “Ninguna es eterna”.
Durante la fase de crecimiento, aparecen recién los casos; durante el pico, éstos entran en su máxima expansión; en el descenso, los nuevos casos pueden llegar a cero o mantenerse en un número menor por largo tiempo.
“En general, en todo el país, hemos pasado la primera fase y nos encontramos en la segunda, que es el pico. En algunos lugares ya entramos a la tercera fase, que es el descenso”.
Explica que los balances no son blanco o negro porque la pandemia no arrancó al mismo momento en todos los lugares. Esto pasa incluso dentro de ciudades tan grandes como
Lima Metropolitana , que concentra un tercio de la población del país. Allí "conviven" muchas pandemias, divididas por distritos. De esta manera, la fase nacional es la suma de todas las curvas regionales.
“Es así como mientras Ica y Arequipa son regiones que ahora mismo experimentan la primera fase de la pandemia, es decir de crecimiento;
Loreto y Ucayali ya están en la tercera fase, porque llegaron al máximo y su número de fallecidos está disminuyendo”.
Médico epidemiólogo, con una maestría y doctorado en salud pública y modelamiento matemático en Estados Unidos, Munayco refiere que si bien, en términos generales, el panorama empieza a ser alentador en algunas zonas del país, no es momento de cantar victoria.
“En Piura, que fue una de las regiones que empezaron con la epidemia, aún no se ve un descenso franco de los casos. Tumbes es otra región que empezó casi a la par con Piura -al igual que Lambayeque y la Libertad- y todavía no desciende de manera franca”, alertó.
¿La razón? Principalmente, el comportamiento de la gente, afirma, porque los virus no están en el aire. Se mueven con las personas. El cumplimiento de las normas es determinante.
“Por ejemplo, si yo uso mascarilla y la otra persona también la usa y además guardo mi distancia, la posibilidad de que me infecte será solo 5%. Pero, si la otra persona no usa mascarilla, aunque yo guarde la distancia y
use mascarilla, la posibilidad de infectarme crecerá a 60%. Esas dos cosas son fundamentales, junto al lavado de manos, para estar protegido mientras no exista una vacuna”.
Señaló que el impacto del mayor número de personas que ya se observa en la calle se verá recién de dos a tres semanas, porque si alguien se contagió hará síntomas recién en 4 a 5 días y, si se complica, terminará en un hospital alargando el desarrollo de esa curva.
Sobre el famoso R o Número Reproductivo Básico (NRB), indicó que se ha reducido, pero que aún es preciso bajarlo a menos de 1 en todo el país.
Mientras el NRB alude al promedio de personas infectadas tras estar en contacto con otra previamente contagiada, el número reproductivo efectivo “mide la trasmisión de la epidemia a lo largo de toda la evolución y tiene que ver con cuántas personas susceptibles por infectarse quedan”.
“Al inicio de la curva epidémica calculamos que el R para Lima era 2.3, es decir, que un caso infeccioso contagiaba a por lo menos 2 personas, pero podrían ser mucho más. Mientras más grande es este número, será peor. Por ejemplo, el sarampión tiene un número básico de reproducción de 15, es decir que por cada persona con sarampión podría infectar a otras 15 personas”.
Este número puede cambiar dependiendo de qué tan densa es la ciudad, qué tanto es el contacto entre las personas y si se ha tomado las medidas de prevención.
Comentó que si bien las curvas de nuevos casos y fallecimientos empiezan a desacelerarse en algunas regiones, la gente tiene que seguir cumpliendo las normas para garantizar el descenso definitivo de ambas (lavado de manos, mascarilla y distancia social). "Ese es el mensaje principal que todos debemos tener presente porque quienes mueven al virus son las personas”, destacó enfático.