A casi un año del anuncio de la emergencia sanitaria en el Perú, Luis Melchor Loro Chero, el ‘doctor lorito’ como le dicen de cariño, recuerda momentos muy duros que le tocó vivir cuando fue director del Hospital Emergencias de Ate, pero también los desafíos experimentados al lado del personal médico, asistencial y administrativo que se dedicó a atender a los enfermos de covid-19 que llegaban.
Loro Chero no estuvo al lado de su padre cuando falleció de covid-19 en Piura, al que lloró desde lejos porque estaba impedido de dejar la conducción de la gran nave; ni de un colega de promoción que llegó de Loreto para ser atendido de urgencia, pero sus pulmones no resistieron y se apagaron. No había camas para recibir a más pacientes. Fueron momentos muy críticos y dolorosos, recuerda. Su inspiración en aquellas circunstancias fue la promesa en silencio que le hizo a su progenitor de dejar el luto para seguir trabajando por el bien de la gente.
“Nadie tiene idea de lo que ocurre detrás de la puerta de un hospital. Dentro de él trabajamos seres humanos con tristezas, alegrías, que enfrentamos derrotas, tenemos familias y cometemos errores ¿Qué siento al haber llegado al 2021? Preocupación, seguimos ante una enfermedad desconocida en el mundo que nos agarró desprevenidos y cuyo tratamiento buscamos hasta el día de hoy por medio de lecturas de experiencias en otros países”, afirma.
De estirpe norteña
Sus apellidos, Loro Chero, son de raíces prehispánicas, uno con ancestros de la cultura Vicús, de Sullana, y el otro, de tallanes, asentados en Catacaos. Con la fuerza de esa herencia, asumió el mandato de dirigir el Hospital de Emergencias de Ate desde el primer día de su conversión como centro médico solo para casos de covid-19, el 1 de abril del 2020.
Sus 20 años de experiencia como médico en emergencias y desastres le sirvieron para ser duro, no dejarse abatir “por lo imposible” y adecuarse a la realidad como en la guerra. Así, sobre la marcha, implementaron más camas, más ventiladores mecánicos, cambiaron esquemas terapéuticos todos los días, y cuidaron a sus recursos humanos para que no decayeran en la atención.
Tal vez no habría podido ser capitán de ese barco de no haber nacido en un pueblo del Bajo Piura devastado por el Fenómeno El Niño en las décadas de 1980 y 1990, del que recuerda sus tragedias. O si no hubiera sido socorrido por un galeno cuando una espina se le atragantó en la garganta dejándolo afónico algunas horas, en épocas que corría por la tierra caliente de Bernal. O si su padre no hubiera sido salvado de morir intoxicado por un insecticida gracias al personal de un centro de salud ubicado a una hora de su casa.
Esos hechos anidaron en Luis Melchor una manera de ser, recia y emotiva, con capacidad de mando y sensibilidad que lo ayudan hasta el día de hoy a entregarse a situaciones que están al borde de la vida y la muerte.
Lecciones aprendidas
A diferencia de otros años, llega a este 2021 con lecciones aprendidas. La primera, dice el doctor Loro Chero, es saber que además de su familia, su esposa y tres hijos, a los que ama, tiene una gran familia extendida que se llama Perú, a la que hay que cuidar y hacia la que “hay que dirigir nuestros esfuerzos”.
Y la segunda, es fundamental reconocer el esfuerzo del personal de salud, a pesar de las limitaciones, de su sacrificio que pocos reconocen, pues como servidores públicos su prioridad siempre será el paciente, “trabajar para los pacientes, es nuestra misión”.
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Publicado: 7/1/2021