Tenemos una situación donde se requiere sostener, generar y afianzar la confianza entre las empresas extractivas y energéticas con las comunidades, en un contexto que plantea nuevos retos porque no habrá el acercamiento físico que siempre se ha tenido.
Así mencionó la especialista del Grupo de Diálogo, Minería y Desarrollo Sostenible, Marina Irigoyen, quien brindó algunas recomendaciones para enfrentar este nuevo escenario de distanciamiento físico a fin de que las relaciones comunitarias puedan intervenir de una forma deseable.
“Démosle el lugar e incorporemos también a los líderes que no tienen tantas habilidades para que con algunos procesos básicos puedan integrarse a estas nuevas formas de comunicación virtuales”, subrayó durante el "Jueves Minero", evento organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP).
En segundo lugar, señaló que las empresas en el marco de sus políticas de responsabilidad social evalúen la posibilidad de dotar de herramientas tecnológicas a las dirigencias comunales o a los participantes de estos espacios de comunicación.
Agregó que es importante dotar a los actores de los mecanismos para deliberar, como plantea el modelo de las democracias deliberativas que se viene implementando en otros países. “Eso implica no solo darles las herramientas digitales sino generar el desarrollo de capacidades que requiere todo actor”, apuntó.
Comentó que el enfoque de las relaciones comunitarias hacia adelante no solo debe responder al uso de nuevas tecnologías, sino establecer una perspectiva de mayor equidad y calificación para el acceso a estos espacios, donde también se debe promover la activa participación de las mujeres en estos procesos.
Convenios y marcos legales
Indicó que en la última década se incorporaron múltiples convenios y marcos legales relacionados a las relaciones comunitarias, que se fueron estructurando con el paso de los años, sin embargo, todo ello fue trastocado con la llegada de la pandemia del Covid-19 a nuestro país.
Mencionó que algunas empresas mineras recientemente empezaron a implementar reuniones virtuales con las comunidades de sus zonas de influencia para enfrentar de alguna forma el problema del distanciamiento físico y mantener lazos de comunicación con las mismas.
Sin embargo, resaltó que aún existen diversas comunidades que enfrentan limitaciones a nivel de infraestructura que les impide sumarse a nuevas formas de comunicación alternativa como la virtual. “Algunos no tienen los equipamientos, otros no tienen las habilidades o la antenas de red”, mencionó Irigoyen.
Inversiones
En las últimas dos décadas, el incremento de inversiones en los sectores extractivos y energéticos en nuestro país demandó una mayor participación de las áreas de relaciones comunitarias de las empresas para establecer vínculos de armonía con las poblaciones de las zonas de influencia de sus respectivos proyectos y operaciones.
Irigoyen señaló que en este tiempo estas áreas de relacionamiento comunitario evolucionaron al pasar de una etapa donde principalmente administraban quejas y reclamos o veían temas básicos a otra etapa donde deben resolver temáticas vinculadas a la gestión social.
“Se ha pasado a un momento donde se tiene que evaluar cuáles son los impactos sociales y económicos, diseñar estrategias para mitigar conflictos sociales y hacer cumplir los convenios”, finalizó.
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(FIN) NDP/JAM
Publicado: 1/6/2020