Con motivo del Día del Padre y a fin que las familias las incorporen en su dieta diaria, usuarios de diversas regiones de Pensión 65, que superaron la barrera de los cien años de edad, compartieron recetas de antaño, fáciles de preparar, económicas, y con alto valor nutritivo, especialmente para los menores de edad.
Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), a través del Programa Pensión 65 y mediante Saberes Productivos - que promueve la revalorización de sus usuarios, a partir del reconocimiento de su rol como portadores de conocimientos y prácticas ancestrales - está impulsando a nivel nacional el consumo de productos alimenticios con alto valor nutritivo, destinadas principalmente, a los menores de edad.
Centenarios
En Piura, Pauline Boulangger Mogollón, de 109 años de edad, vecino del distrito de Marcavelica, en la provincia de Sullana, recuerda haber consumido productos naturales como menestras y leche de cabra; así como sangrecita guisada con yucas, y lo que más le gustaba es el “Yupesin”, mazamorra a base de algarrobina, maíz molido y leche.
Desde el centro poblado de Yacango, distrito de Torata, provincia de Mariscal Nieto, en la región Moquegua, Rafael Sanjinez Mamani (106 años), asegura que la quinua es indispensable para los más pequeños del hogar.
Hasta los 80 años, Lucio Mucha Vivanco (103 años), jugaba fulbito en Julcán, Jauja, región Junín; fortaleza que quiso sea heredada por sus 12 hijos y por eso los alimentó con quinua, habas, pushpo, machica, cancha, leche de vaca y, de vez en cuando, con caldo de palomas - cazadas por él mismo -. “Nunca tuvieron anemia; ahora espero que mis 43 bisnietos y 8 tataranietos crezcan tan fuertes como yo”, manifiesta.
Por su parte, Manuel Vela Cenepo nació hace 101 años en Chazuta, región San Martín. En 1933 llegó a Iquitos a servir en el Ejército Peruano. Trabajó como agricultor y transportador de alimentos para mantener a sus 5 hijos y guarda gran admiración por su madre (indígena de Chazuta y quechua) y su esposa, quienes de madrugada preparaban para el desayuno el “Mingado de plátano verde” con timbuchi de carachama, y cuando debían reforzar la alimentación hacían caldo de frejol ucayalino o huallaguino con pescado y carne del monte.
“Antes no se veía a los muchachos pálidos, ojerosos o con la barriga inflada. Ahora solo les dan una propina para su chaufa y una cajita de jugo; eso no es alimento”, comenta don Manuel, al decir que además de tomar mingado, caldo de frejol y de plátano, timbuchi de carachama, boquichico, gamitana y paco, es bueno desparasitarse con ojé.
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Por Chazuta cuando ven a los niños pálidos – según relata Manuel - preparan “El hacha vieja”, que consiste en poner esta herramienta (la más antigua y bien limpia) al fuego en leña hasta que esté roja, meterla en el caldo del plátano o en cualquier bebida para que suelte el sulfato ferroso, y dárselo a los niños durante cinco mañanas seguidas.
El secreto de llegar a los cien años de vida, para Juan Cárdenas Trigozo, nacido en Cuñumbuqui, en Lamas, región San Martín, es comer lo que la naturaleza nos da y limpiarse el estómago: “Me alimentaba con carne de animales del monte; Congompe (molusco) y Carachama (pescado); plátanos (sapino, inguiri, etc.), chonta, callampas (hongos), y me purgaba con un macerado de cortezas y hierbas”, comenta este padre de 8 hijos, quienes le han dado 22 nietos y tantos biznietos que ya no recuerda la cantidad.
Lima, Pasco, Arequipa, Ica y Áncash
En el distrito de San Juan de Lurigancho, en Lima, Plácido Díaz Castro (77 años), recuerda que de niño - en su natal Chongi en Ayacucho – se alimentaba con maíz, papa, trigo, habas, cebada, y que su dulce favorito era la máchica, muy rica en proteínas. Junto con su esposa Herminia, esa tradición alimenticia la ha transmitido a sus 6 hijos, 20 nietos y 10 biznietos, para que se mantengan saludables y rindan en sus estudios.
La pareja vive en la zona alta de Juan Pablo II y tienen bajo su cuidado a su nieto Víctor Manuel de 5 años, a quien por lo menos dos veces a la semana, le dan sangrecita frita con mote.
Don Apolinario Sacramento Valencia (80 años), de la región Pasco, cuenta que la “Sangrecita de cuy” es una comida que aprendió de su esposa Lezideria: “Solo se mezclan en la sartén la sangre de cuy, cebolla, ajos, ají colorado y sal, y se acompaña con papa sancochada”, precisó el usuario de Pensión 65, quien reside en el centro poblado de Yanacocha, distrito de Yanahuanca, y también participa en la intervención Saberes Productivos.
Pablo Huarcaya Pilares (78 años), natural de Maca, en Arequipa, es usuario de Pensión 65 desde el año 2012 y afirma haberse alimentado con maíz, papa, oca, trigo, morón, mashica, tunas plátanos; agua de cebada, de chachacama o arrayan. “Nada de procesados o enlatados”, agrega don Pablo, quien vive con su esposa en Cerro Colorado, tiene 10 hijos, 12 nietos y 10 biznietos.
El iqueño Bernardino Vilcapuma Gaspar, como buen conocedor del fósforo y hierro que posee el pescado, siempre promueve el consumo de este producto, principalmente entre los niños; por eso, durante el Encuentro de Saberes Productivos en Alto Larán, Chincha, lo ofreció a los menores visitantes.
Santiago Bravo Ponce, natural de Áncash, sugiere a las madres - inclusive desde que están gestando – alimentarse con el Ally Punki, por su alta concentración de proteínas, fibras y minerales que trae la quinua, harina de trigo, maíz y cebada. “Si les dan a sus hijos imposible que tengan anemia”, asegura el usuario de 78 años de edad.
El Midis, mediante Pensión 65, está incentivando la recuperación de saberes ancestrales, como la gastronomía, para que las nuevas generaciones conozcan aquellos alimentos que permitieron a los adultos mayores, contrarrestar la desnutrición.
Dato:
Según el padrón mayo-junio, el Programa Pensión 65 registra 835 personas con más de 100 años de edad.
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(FIN) NDP/TMC
Publicado: 17/6/2018