El último martes, el reporte de un supuesto extravío en el desierto iqueño de Nasca movilizó de inmediato a las autoridades. Y no era para menos, pues se trataba del paleontólogo Mario Urbina Schmitt, descubridor de "Perucetus colossus" —el cetáceo más pesado de la Tierra que vivió en la región Ica hace 39 millones de años—. Esa misma noche se supo que él y su equipo estaban a salvo rumbo a Ocucaje. La "Agencia Andina" conversó con el cazador de tesoros y nos adelantó algunos detalles de su nuevo descubrimiento.
“He encontrado tantas cosas nuevas y enormes, ballenas muy grandes. Es un conjunto de animales que nadie sabía de la existencia de esta familia de especímenes en esa época y tampoco que eran tan grandes. Pesan toneladas; solo la cabeza es del tamaño de una cama de una plaza y media”, revela.
El cazador de tesoros en el desierto asegura que “no hay precedentes en el mundo”. Sus más de 40 años de trabajo de campo, experticia e innumerables fósiles descubiertos avalan esa certeza.
Refiere que se trata de cinco hasta siete nuevas especies “nunca vistas”, desperdigadas en un acantilado de roca ígnea cubierta de sedimento marino, pero uno de los fósiles es el principal.
Sin embargo, advierte que “no hay manera de bajar el acantilado” para colectar los fósiles; para ingresar “solo hay cuatro metros de camino y al entrar con el vehículo te puedes desbarrancar”. “Necesito la ayuda del Ejército con un helicóptero”, enfatiza al indicar que hará un requerimiento oficial.
En un lugar inhóspito
“El cetáceo se ha quedado en la zona; solo tengo un pedazo de mandíbula y otro de maxilar. Los cazadores de tiburones lo han destrozado y lo han dejado sin dientes”, comenta.
Precisa que el acantilado donde se han ubicado los fósiles se encuentra entre el distrito de Río Grande, provincia de Palpa, y Nasca, “muy lejos del mundo, en un lugar inhóspito; no hay huellas de nadie. Me ha costado encontrar un camino para ingresar”.
El investigador llegó a la zona atraído porque “la geología es muy diferente a todo lo que he visto en más de 40 años de trabajo”.
“Estoy buscando conocer la geología y la geología trae fósiles. Sé que nadie los verá [los fósiles] nunca, aunque pase a su costado porque están metidos en nódulos”, explica a la Agencia Andina.
Advierte que “descubrir esto de aquella época y de ese tamaño contradice lo que se sabe; por ello, tengo que estar seguro de lo que digo porque si me equivoco puedo hacer el ridículo internacionalmente”.
El cazador de tesoros guarda como “un secreto de Estado” los detalles de este descubrimiento que espera poder anunciarlo a la Academia pronto, aunque quizá algunos dirán: "Está más loco que una cabra".
No obstante, está seguro de que estos nuevos descubrimientos “van a hacer que el Perú salga en las noticias de ida y vuelta, así como Perucetus colossus estuvo en las noticias. Son cosas espectaculares”.
“Al crear debate científico, se pone al Perú en primera plana mundial y eso es bueno para el país”, enfatiza.
“Estudio el suelo, veo las piedras”
Urbina asegura que “nunca se pierde en el desierto”, porque antes de emprender una travesía “miro la silueta de los cerros, la carretera; estudio la geología, el suelo; veo las piedras”, para poder guiar a los demás.

Cuando lo creyeron extraviado junto con su equipo, dijo, estaban en el desierto sin señal y con el vehículo en que llegaron malogrado. Tampoco tenían alimentos ni agua.
“Se malogró el carro; para conseguir señal y pedir ayuda había que caminar unos 40 kilómetros. Dos personas salieron a pie para pedir ayuda y se perdieron porque había neblina cerrada y no se veía ni tu nariz”, afirma al contar que “quería ir yo, pero no me dejaron porque estoy parapléjico”.
Horas después, con ayuda de una persona a la que había contactado antes de perder la señal, lograron reparar el vehículo y salir del desierto para enrumbar a Ocucaje.
Premio Esteban Campodónico
Además de sus nuevos hallazgos, el colector de fósiles tiene otro motivo para estar contento: es uno de los cuatro finalistas para recibir el Premio Esteban Campodónico, en la categoría actividad profesional destacada, que organiza la Clover Foundation de Nueva York (Estados Unidos) y la Universidad de Piura.
Su candidatura fue propuesta por el Museo di Storia Naturale dell’Università di Pisa (Italia).
El ganador, cuya elección se hará en agosto, recibirá un diploma de honor, una medalla y 50,000 dólares, fondo procedente del legado del doctor Esteban Campodónico Figallo.
“Me encantaría ganar ese premio; el dinero lo utilizaría para sacar más fósiles”, subraya a la Agencia Andina al expresar su deseo que “los peruanos se den cuenta de la importancia de sacar estos nuevos fósiles descubiertos y ponerlos en valor”.
Desde hace más de cuatro décadas, Mario Urbina dedica su vida a buscar y descubrir fósiles. Camina con un bastón, tiene varios kilos menos de lo que debería, así como problemas en la vista y la dentadura. No tiene un sueldo ni recibe recursos del Estado, pero todo vale la pena —asegura satisfecho.
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(FIN) JOT