Castillo explicó que estas excavaciones forman parte del Proyecto de Evaluación Arqueológico de la Huaca Panamá, que tiene como objetivo principal evaluar el potencial del sitio para buscar luego el financiamiento necesario a fin de continuar las investigaciones.
Comentó que, en tres semanas de investigaciones, se ha determinado que el sitio es un edificio construido a fines de la ocupación mochica. Tras ser abandonado, este recinto fue cubierto con arena debido a la acción del viento. Ello ha permitido la conservación de los elementos arquitectónicos, aseveró.
La arquitectura muestra muros perimetrales este y norte con una altura máxima conservada de 4.5 metros. También evidencia formas escalonadas en uno de sus parámetros.
“Se ha encontrado adobes que presentan pigmentación, lo cual puede sugerir que en algún momento estuvieron pintados como en la huaca de La Luna o huaca El Brujo, donde se halló a la Señora de Cao”, anotó.
El arqueólogo sostuvo que la técnica constructiva empleada en la elaboración de los muros fue con tierra apisonada, es decir que se compactó la tierra arcillosa húmeda dentro de un encofrado llamado “tapial”.
“En el muro perimetral del lado este se ha descubierto un acceso principal de dos metros de ancho, el cual conducía hacia un corredor indirecto que debió permitir la comunicación hacia la parte interna del edificio que aún no ha sido excavada”, refirió.
Agregó que las diversas excavaciones han permitido identificar que el sitio fue mucho más grande. “Existen muros que se prolongan por debajo de la calle Panamá y viviendas aledañas. Es decir, la actual trama urbana de esta parte de la ciudad de Trujillo se encuentra construida sobre un sitio monumental de más de 1,000 años de antigüedad que hasta ahora no había sido explorado”, reveló.
Otro de los hallazgos corresponde a hornos de una antigua ladrillera de la época virreinal, desde donde se abastecía a diversas construcciones de la ciudad, como la caja de agua que se encuentra en la plazuela El Recreo.
El terreno, que durante muchos años fue parte del fundo “Molino de Viento” y tuvo muchos dueños hasta llegar a Antonio Torres Araujo, nombre de la actual urbanización.
La Dirección Desconcentrada de Cultura de La Libertad envió un especialista para que pueda supervisar todo el proceso de excavación, inventariado de las piezas halladas, así como la forma correcta de proteger el lugar.
Este proyecto está dirigido por los arqueólogos Feren Castillo Luján y Lourdes Ramírez Campero. También participan las arqueólogas Karla Arancibia y Karla Villanueva, apoyados por un grupo de obreros especialista en excavaciones arqueológicas, un conservador y diez estudiantes de cuarto año de la carrera de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo. El proyecto es financiado con fondos privados.
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