Por Karina Garay RojasLa única forma de no volver a una cuarentena total es continuar con el distanciamiento social, mantener el teletrabajo hasta donde sea posible, y sobre todo, evitar todo tipo de aglomeración de personas, sostiene el epidemiólogo peruano Mateo Prochazka en entrevista concedida desde Londres.
A días de levantar la cuarentena del país, los contagios continúan ¿Cuál debería ser el siguiente paso?
La primera medida, sin duda, debe ser regionalizar esfuerzos. Necesitamos fortalecer la acción del gobierno regional y mejorar su capacidad de respuesta con un conocimiento muchísimo mejor del contexto local. Tras 50 días de cuarentena, el gobierno y el Ministerio de salud ya deberían tener un conocimiento adecuado sobre cuál es el mecanismo de transmisión en Perú. ¿Cuáles son los sitios donde aumenta la transmisión del virus?
Por ejemplo, en el Reino Unido y en Europa, en general, se vio que eran las casas de reposo para ancianos y por eso se habla de medidas enfocadas en esos lugares. En el caso del Perú, los
mercados son un espacio preocupante. Habría que entender por qué las personas están a las 2 de la mañana derribando las puertas para entrar al mercado. Podríamos empezar a plantear el concepto de mercado seguro, evaluando a las personas comerciantes cada dos semanas. Debe quedar claro que las personas que den positivo al coronavirus deben hacer cuarentena.
Los “martillazos” no fueron suficientes para frenar el contagio ¿Qué porcentaje de responsabilidad le corresponde a la población y cuánto al Ejecutivo?
Desde el primer día, mi mensaje fue que la curva finalmente es un reflejo de nuestras acciones colectivas e individuales. La razón por la que no culpo a la población es porque no todos tienen lo necesario para quedarse en casa. Podríamos culpar a las personas que, teniendo privilegios y acceso a una calidad de vida respetable, salgan y rompan la cuarentena. Pero no podemos culpar a las personas que salen de sus casas por un acto de supervivencia, porque se mueren de hambre. El Ejecutivo ha debido establecer políticas sociales que respondan al fondo social, económico y cultural de esas personas.
La pandemia del ébola, entre el 2013 y 2015, golpeó muy fuerte a los países del oeste de África. Tuve la oportunidad de estar hace un par de años en Liberia y conversar con algunas personas sobre cómo les afectaron las medidas de control para reducir el contagio. Quienes tenían capacidad agrícola cerraron la puerta de su casa y no salieron por meses. Pero las que no tuvieron esa capacidad estuvieron expuestas y perdieron familiares, parejas, hijos.
Parte de lo que hizo el gobierno de ese país para frenar la transmisión del ébola fue cambiar la forma en que los cadáveres eran manejados. Ya no eran enterrados de manera tradicional, solo colocados en bolsas, por equipos especializados. Hubo mucha resistencia a cambiar, algo similar a lo que se está viendo ahora en Perú; la resistencia de incorporar medidas de control que están cambiando sus vidas. Esto porque eran medidas verticales que no respondían a sus necesidades. Una de las lecciones más importantes de esa época, en Liberia, fue reconocer la importancia de las ciencias sociales y enfoques antropológicos en el establecimiento de medidas de control.
Muchos ya demandan la intervención de las ciencias sociales para entender por qué no están funcionando diversas medidas
Necesitamos especialistas en salud pública y antropología que conversen con las personas que van al mercado y hacen compras diarias. Necesitamos entender por qué han incumplido con la cuarentena, qué cosas hechas de manera distinta hubiesen permitido que se queden en casa. Quién sabe si en lugar de entregar
bonos, era mejor entregar coolers o frigoríficos con hielo para que las personas tengan comida congelada y no salgan. O en vez de darle dinero directamente a la gente se hubiese implementado un concepto de bodegas saludable, avalada por el Ministerio de Salud, con una infraestructura para lavarse las manos, con círculos en el piso para evitar aglomeraciones. Este tipo de soluciones que parecen medio obvias podrían tener alto impacto. Estas intervenciones se desarrollan solamente conociendo las necesidades de la población. Y, sobre todo, con la partición de la población, trabajando con líderes comunales y otros profesionales.
Incorporar el componente cultural…
Exacto y todavía nos falta. No lo estoy diciendo como un tema de leche derramada, porque queda mucho por hacer. La transmisión seguirá. Entramos a una fase de reactivación y eso no significa que el virus se haya eliminado. El Ejecutivo todavía tiene un gran reto por delante. Definitivamente, las cosas se habrían podido haber hecho mejor, pero tal vez las medidas que se establecieron fueron muy verticales, muy de
arriba hacia abajo en un territorio como el Perú que es difícil y complejo. De allí la importancia de fortalecer a los gobiernos regionales. Ellos deberían tener un conocimiento de base muchísimo mejor y más grande sobre cuáles son las necesidades de su población y cómo las distintas medidas podrían afectarlos. Eso se llama preparación de la seguridad sanitaria, uno los grandes aprendizajes de esta
pandemia.
Ragi Burhum planteó recientemente implementar el modelo denominado “el martillazo y el huayno” ¿Qué te parece su propuesta?
Una pieza de información valiosa, con evidencia científica. Su modelo se entiende más o menos como un interruptor de luz, de prendido y apagado, es decir una cuarentena intermitente. El indicador que nos permitía abrir o cerrar la cuarentena tendría que ver con cuán ocupada está nuestra
capacidad sanitaria. La idea es que nunca esté a tope, no se desborde, no haya personas muriendo en la vía pública y casa. Es una estrategia donde vamos a ir respondiendo en función de las curvas (proyecciones) que hemos aprendido a armar. Lo que tenemos que hacer ahora es fortalecer la curva y ahí entra el tema de qué pruebas estamos usando para el monitoreo.
¿Las pruebas rápidas continúan siendo un problema?
Las pruebas serológicas o rápidas son útiles porque nos permiten tener información lo más rápido posible, sin tener que depender de laboratorios especializados, pero al detectar anticuerpos no logran diferenciar entre infecciones que acaban de suceder hace dos semanas o dos meses. Aquí lo importante es que la curva sea robusta, es decir que tenga la misma calidad con el paso del tiempo.
Una propuesta interesante es hacer vigilancias centinelas. Se podrían encontrar cinco, 10 o 20 establecimientos del país con datos sin errores o que sean mínimos, que nos permitirán hacer curvas robustas. Me imagino que el Gobierno ya tiene planes para hacer una vigilancia epidemiológica de alta calidad, que les permita tomar decisiones.
¿Qué explicación podemos dar a las tasas de fallecimientos tan altas que presentan algunas regiones, como Lambayeque o Piura?
Lo primero que tenemos que pensar, cuando vemos una tasa de letalidad tan alta, es que no estamos haciendo suficientes pruebas. La tasa de letalidad es la cantidad de personas que han fallecido sobre el total de casos confirmados, que no significa que es sobre el total de casos con coronavirus. La proporción de las personas que tienen
coronavirus y fallecen es más o menos constante en todos lados y por supuesto puede disminuir cuando hay acceso a cuidados de salud.
En
Lambayeque lo primero que debe hacerse es ver cuántas pruebas se están realizando y qué porcentaje son positivas. Si una gran cantidad son positivas, significa que solamente se están dando pruebas para las personas que casi seguro tienen el virus. Cuando no hacemos pruebas a nivel de comunidad, amplias, vamos a detectar solamente a los casos más severos y que tienen mayor probabilidad de morir (y eso no permite una interpretación correcta de lo que está pasando en esos lugares).
¿Hay algo positivo que podamos extraer de esta pandemia, a nivel social o sanitario?
El Covid-19 ha puesto a la salud pública en el centro del tablero y nos ha permitido desarrollar preparación para emergencias sanitarias. Nos permitirá rescatar la importancia que tiene la salud pública para el bienestar de las personas y para mantener la economía andando. Creo que las crisis son oportunidades para transformar y han quedado evidenciadas las deficiencias del sistema de salud en todos los países, pero concretamente del Perú. Cree que esto podría incrementar el porcentaje del PBI destinado a la salud.
Se habla también de un repunte de las ciencias y su mayor valoración
De acuerdo. De la necesidad de invertir en ciencia y tecnología, así como en personal de salud que trabajan en laboratorios. Creo que los jóvenes están viendo lo interesante que es estar de este lado de la fuerza de trabajo. Creo que aumentará la demanda de entrenamiento en ciencias.
Si tuvieras la oportunidad de tener unos minutos para dirigirte a la población, como lo hace el presidente al mediodía ¿qué le dirías?
Lo primero que haría es darle gracias. Gracias por su paciencia y por el esfuerzo inconmensurable de adaptarse un estilo de vida distinto, que nos ha sacado a todos de nuestra zona cómoda y rutina, que nos ha hecho tomar una gran cantidad de sacrificio. Para algunos ha resultado la pérdida de familiares como de oportunidades y sueños. Creo que debemos reconocer ese proceso de duelo que hemos tenido todos.
En segundo lugar, trataría de inspirar calma y reiterar que depende de nosotros, de cada persona, la capacidad de protegerse y disminuir el riesgo de contagio, con acciones básicas como lavarse las manos todos los días, utilizar una mascarilla, evitar tocarnos la cara, evitar a ir a sitios congregados. Esas pequeñas acciones pueden salvar nuestras vidas y la de otras personas.
¿Les recordarías también que esto va a durar mucho tiempo?
Nuevamente, tomo la analogía del duelo, porque estamos adaptándonos a una
nueva realidad, a un “nuevo normal”. Nosotros queremos negociar y pensar que esto se va acabar pronto, pero la verdad es que no. Todo el 2020 va a estar teñido por esta experiencia del
coronavirus y vamos a seguir teniendo casos nuevos. En cualquier país del mundo tendríamos ese riesgo y hay que aceptarlo.
¿Cómo avizoras esa nueva normalidad?
Va a ser distinta. Habrá cosas que serán mejores. De repente apreciaremos más algunas cosas, de repente nuestro sistema salud seguirá fortaleciéndose. Pero quizás habrá otras cosas que no vuelvan a ser iguales. Tal vez nunca nos volvamos a sentir completamente seguros en un bus lleno de gente, con las ventanas cerradas y tal vez sea para mejor. No lo sé. Pero creo que habrá cosas buenas que permitirán seguir trabajando y luchando por las cosas que nos importan.
Sin caer en el tremendismo ¿Existe alguna posibilidad de regresar nuevamente a una cuarentena total? ¿Qué tendría que ocurrir para evitarlo?
Existe la posibilidad, pero lo más adecuado ahora es una
cuarentena a nivel regional, se necesitan medidas focalizadas.
Para evitar volver a una cuarentena total deberíamos saber quiénes pueden seguir haciendo teletrabajo, y que aquellos que pueden minimizar la exposición en sitios como mercados,
transporte público, espacios donde la gente se congrega, lo hagan. Evitar los eventos masivos, quizá las congregaciones religiosas, las procesiones, las manifestaciones en la calle, todas las situaciones donde las personas se unen en grupos grandes, medidas que disminuyan la velocidad de contagio.
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(FIN) KGR/RRC
Publicado: 8/5/2020