La variada gama de colores que cubre la superficie de ambos montes se debe, según la Sociedad Geológica del Perú, a una compleja historia geológica de sedimentos marinos, lacustres y fluviales. Estos sedimentos, transportados por el agua que antes cubría la zona, datan de los periodos terciario y cuaternario, es decir, de hace 65 a dos millones de años.
El movimiento de las placas tectónicas del área elevó estos sedimentos hasta que se convirtieron en montañas. Con el paso del tiempo, los sedimentos fueron formando capas que en la actualidad se ven como franjas y los colores llamativos se deben a la oxidación de los minerales, ejercida por la humedad de la zona, y a la erosión.
Los colores que se aprecian en estos cerros y su relación con los minerales son los siguientes: fucsia y rosado (mezcla de arcilla roja, fango y arena); morado o lavanda ( una mezcla de arcilla y carbonato de calcio y silicatos); rojo (argilitas y arcillas); verde (mezcla de hierro, magnesio y óxido de cobre), mostaza o dorado (limonitas, areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados o combinados con azufre); blanco y crema (arenisca o arena de cuarzo y piedra caliza).
Aunque se parecen por su cautivante belleza paisajística, estos cerros altoandinos presentan algunas diferencias que vale la pena recordar.
Vinicunca
Se localiza en el distrito de Pitumarca y su cumbre alcanza los 5,200 metros sobre el nivel del mar. El ascenso demanda entre 90 y 120 minutos y su proximidad al Ausangate permite observar el nevado más alto del Cusco y uno de los más altos del Perú (6,384 metros de altitud).
La ruta de acceso incluye el paso por la comunidad de Pampachiri, cuyos habitantes laboran como guías turísticos y como vendedores de artesanías que ellos mismos producen.
Descubierta al turismo en 2016, la “Montaña de siete colores” sedujo a los visitantes de todo el Perú y del mundo, llegando a recibir hasta 2,000 visitantes por día. En agosto de 2017, Vinicunca apareció en la lista de 100 lugares para visitar antes de morir, recomendados por expertos en viajes en la página web Business Insider.
Palccoyo
Está ubicada en el distrito de Checacupe y su cumbre alcanza una altura máxima de 4,971 metros sobre el nivel del mar. Fue descubierta al turismo después que Vinicunca, en 2018, y gracias a su similitud en belleza paisajística empezó a captar la creciente atención de los visitantes.
En la ruta hacia la montaña Palccoyo se aprecia un bosque de piedras formado naturalmente hace millones de años. Desde esta ruta se puede apreciar, aunque a mayor distancia que desde Vinicunca, la belleza del nevado Ausangate. El tiempo estimado para llegar a la cumbre es de 45 a 60 minutos.
Pallay Poncho
Es la última montaña en incorporarse al circuito turístico de Cusco antes de la llegada de la pandemia de coronavirus (covid-19). Llamada Pallay Poncho por su caprichosa forma que se asemeja a una prenda típica cusqueña y conocida también como la montaña filuda.
Se ubica sobre la laguna de Langui, a unos 4,650 metros sobre el nivel del mar, en la provincia cusqueña de Canas, en el límite con Canchis, y destaca por la forma filuda de sus cumbres y por mantener la forma de un poncho típico del Cusco. También es conocida como “Cóndor Sayana” o lugar donde se detiene el cóndor.
El lugar es hermoso. Allí se aprecia, bajo ese cielo azul serrano, la laguna de Langui y la montaña, que lo convierten en un paraje de ensueño, de visita obligada; llegar a este atractivo no es difícil si se tiene las ganas y un buen estado físico.
Mejor temporada para visitas
La mejor temporada para visitar estas impactantes montañas arco iris es de mayo a octubre, cuando hay ausencia de lluvias y se puede apreciar el magnífico contraste de las cumbres con el inmenso cielo azul.
En temporada de lluvias, de noviembre a abril, ambas montañas pueden estar cubiertas de nieve y ello, además de impedir apreciar la belleza de su superficie multicolor, también dificulta el acceso a sus cumbres.
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(FIN) LZD/MAO