Por Luis IparraguirreCuando le dijeron que la sexagenaria a quien cuidaba tres veces por semana había muerto por el coronavirus (covid-19), Pilar —nombre ficticio asignado para proteger su identidad— supo que los síntomas que sentía desde la noche anterior eran por el mismo problema médico que ha convertido a España en la morgue de más de 10,000 cadáveres.
Fueron los malestares musculares, el constante cansancio y la fiebre, que, sumados a la muerte de la sexagenaria, hicieron que Pilar, de 53 años, pidiera el test para comprobar lo que ya era claro: es una de las miles de infectadas en España. Pero al acercarse a un establecimiento de salud le dijeron que no.
“Yo pido que me hagan el test, pero solo te lo hacen si tus síntomas son graves y la verdad es que lo veo un poco tonto, porque si ya tienes todos los síntomas, solo te lo hacen para corroborar que es negro lo que se ve negro”, cuenta a la Agencia Andina.
Y todo empeoró para Pilar cuando se enteró de que los test que ha comprado España no son del todo confiables. “Es un test rápido que tiene un 30 % de fiabilidad, o sea, qué es eso”, se pregunta.
Hace unos días, España se enteraba que los
640,000 kits de test rápidos que compraron a una empresa china sin licenciamiento eran deficientes para diagnosticar los casos de
coronavirus (covid-19), problema que las autoridades españolas ya solucionaron, pero en Pilar ha quedado una enraizada desconfianza.
Sobre todo porque el coronavirus ha traído zozobra y temor no solo en España. La pandemia está destruyendo todo sistema sanitario que se conozca, hasta de las potencias más desarrolladas del orbe, que no han podido evitar que hayan más de un millón contagiados en casi 200 países y territorios.
El mejor sistema de salud del mundo
El altísimo nivel del sistema de sanidad española no es desconocido. El último 15 de marzo, en su columna
Piedra de Toque, en el diario
El País, el nobel peruano
Mario Vargas Llosa mencionó lo que muchos dicen sobre el tema:
“España tiene uno de los mejores sistemas de salud del mundo —por encima de la media europea— y que el trabajo que vienen realizando los médicos y sanitarios en todo el país es eficiente y está a la altura del desafío”.
Opinión que Pilar, nada cercana a la diplomacia, desbarata en segundos: “Mira, hace dos días conversé con una compañera y hablábamos de los 1,800 muertos que habían hasta ese día, y hoy veo que hay 4,800. ¡Tres mil muertos en dos días!”. (La entrevista se hizo el viernes 27 de marzo; hasta ayer España lloraba a 10,003 fallecidos).
Para ella, el motivo de estas alarmantes cifras se debe a que el país no estaba preparado para una pandemia como la del coronavirus (como todos). “Los contagios siguen al alza y las muertes también: el sistema sanitario ha colapsado”, sentencia sin titubear.
En los hospitales, según sus palabras, hay un alto déficit de camas, que muchas veces colman los pasillos, porque tampoco hay cuartos suficientes para todos los enfermos del covid-19. A todo esto se le suma lo que muchos países padecen: la poca cantidad de respiradores artificiales.
Una “solitaria” cuarentena
Pilar comparte su pequeño departamento de 50 metros cuadrados con Abril, su gata. “A la única que le doy besos y abrazos es a ella”, comenta a la Agencia Andina, mientras recuerda que “aquí [en Madrid] hay gente que ha abandonado a sus mascotas. Por favor, ¡no lo hagan, ellos no contagian!”, clama desde su cuarentena.
Tiene algo más de 15 días de para laboral. La cuarentena a la que se ha autosometido por saberse portadora del coronavirus, la pasa en compañía de Abril y, por más que asegura que adora a su gata, confiesa que muchas veces la cuarentena le resulta asfixiante.
“No te voy a decir que este confinamiento es divertido. La verdad es que estoy un poco aburrida. Pero luego te cuelgas de internet, un poco de limpieza, las comidas para mí y Abril, haces un poco de yoga, wasapeas con los amigos y el día va pasando… y ya está, no es para tanto, el día sale”, confiesa.
Desde hace seis años, Pilar se gana la vida como auxiliar de ayuda a domicilio. “Me gusta lo que hago, pero no sé si descubriré otra historia que me guste más, quizá la vida me lleve por otros derroteros”. Antes fue camarera y estudió para ser quiromasajista.
Le gusta la ópera, el rock and roll y la música española. “Ahora estoy escuchando mucho a Rozalen, una compositora que escribe desde el desamor hasta de sus vericuetos mentales, para luego decir ¡empodérate mujer y saca las uñas!”. De pronto ríe sin parar.
Antes de colgar, admite que cuando canta "La Puerta Violeta", canción de su compositora favorita, le mejora el ánimo: “Desperté en un prado verde / muy lejos de aquí / Corrí, grité, reí / Sé lo que no quiero / Ahora estoy a salvo”.
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(FIN) LIQ/JOT
Published: 4/3/2020