Es jefe del Puesto de Salud Mollebamba, el más alejado de Ayacucho y ubicado en el Vraem. Luego de un paciente trabajo de información a familias quechuahablantes sobre la eficacia de la vacuna contra el covid-19, conjuró la campaña antivacuna. Hoy inmunizará a más de 50 personas del poblado de Yerbabuena que se habían negado en un inicio.
La historia de Oscar Huamán Lima puede contarse de una sola manera: la de un hombre que logró exorcizar el dolor de haber perdido a su padre y tres hermanos a causa del terrorismo de Sendero Luminoso, a través de su amor por la vida ayudando a los que más necesitaban.
Nació en Esmeralda de Pallccas, que hoy pertenece al distrito de Oronccoy. Su progenitora, doña Victoria, eligió la ciudad de Huamanga para asegurarles bienestar a sus vástagos, tres mujeres y dos hombres que quedaron con ella. Oscar eligió ser un profesional de la salud y se formó como técnico en enfermería.
Desde el 2007 es jefe del Puesto de Salud (P.S.) Mollebamba, a 14 horas de caminata de Esmeralda de Pallccas. Regresó porque no había personal que soportara recorrer a pie o a caballo largas distancias para cumplir con su misión de proteger la vida de niños, madres gestantes y adultos mayores.
Una población desamparada durante años por las autoridades, afirma. Hace 14 años lidera un equipo de personas que no “arruga”, y sin importar las lluvias ni el sol, supera las distancias geográficas como las del corazón.
Distancias
Solo un ejemplo: se encuentra a 3 horas caminando de la comunidad de Ninabamba; a 6 horas de Yerbabuena; y a 3 horas y media de Alto San Francisco, poblados anexos al P.S. Mollebamba.
Mollebamba, el lugar de los árboles de molle, fruto característico de Ayacucho, se ubica en la zona conocida como el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Lugar en donde convergen territorios de las regiones de Apurímac, Cusco, Huancavelica y Junín.
El puesto es el más alejado de Ayacucho, está entre Apurímac y Cusco, en la conocida Oreja de Perro, no hay carreteras y se trasladan a pie o en acémilas (caballos o mulas) para desarrollar campañas de salud que coordina con los líderes de las comunidades.
Pero, además de las distancias geográficas, este padre de familia de dos niñas, una de 10 años y la otra de 7 que inspiran su vida, ha enfrentado otra que a él le parece cruel: la cultural. La desinformación propalada por las campañas antivacunas contra el covid-19 perturbó a muchas personas que se negaron a aplicársela.
“Esas campañas motivadas por sectas religiosas atentan contra la salud de la población, siento indignación porque engañan, no tienen sustento científico. Ante eso decidimos contarles con paciencia y en quechua lo que es el covid-19 y porqué es importante vacunarse. Nos dimos cuenta de que la población espera que le expliquemos en su idioma”.
Convicción y sacrificio
En este momento, a doña Victoria, madre de Óscar, le han diagnosticado cáncer terminal. ¿Qué puede sentir un hijo ante la inevitable partida de su madre? Pero la vida continúa. Como resultado del exitoso trabajo de orientación que realizaron, ayer estuvieron en la comunidad de Ninabamba, donde aplicaron la vacuna a quienes se negaron al inicio y ayer lunes, estuvieron en Yerbabuena, para hacer lo mismo.
“Nuestro trabajo es bien sacrificado, nos trasladamos a diferentes comunidades sin importar las adversidades de la naturaleza. No se reconoce el sacrificio que hacemos. He llorado de impotencia porque es bien doloroso ver sufrir a la gente del campo”, el nudo en la garganta se convierte en un largo silencio. Hasta el día de hoy el puesto no tiene fluido eléctrico, ni agua potable ni internet. Sigue aislado.
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(FIN) DOP/ SMS
Published: 12/21/2021