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Covid-19: conoce a la enfermera que aplicó 552 dosis en una vacunatón [video]

Esperanza Hancco Calcina pide a colegas que sigan poniendo el hombro para acelerar la inmunización

Pide a sus colegas que sigan poniendo el hombro para acelerar la inmunización contra el nuevo coronavirus y así salvar vidas.

Pide a sus colegas que sigan poniendo el hombro para acelerar la inmunización contra el nuevo coronavirus y así salvar vidas.

09:18 | Lima, ago. 2.

Durante un fin de semana del Vacunatón, Esperanza Hancco Calcina demostró que eligió ser enfermera para proteger a la gente. En esa jornada de 36 horas aplicó más de 500 dosis de la vacuna contra el covid-19. Tal vez su formación en el altiplano puneño le proporcionó la fortaleza para andar por caminos difíciles y resistir las presiones de su oficio cuando amenaza la muerte.


El sábado 17 de julio, Esperanza Hancco Calcina se levantó temprano porque tenía que llegar antes de las 7:00 de la mañana al centro de salud Mariátegui, en el distrito de San Juan de Lurigancho, al noreste de la capital. Debía preparar su equipo de vacunación contra el covid-19 y trasladarse al parque zonal Huiracocha, donde se iniciaría la segunda fecha del Vacunatón.

Llegó tal cantidad de gente a ese centro de vacunación, que consultó a la coordinadora, y luego a su compañera de jornada, la técnica Rosa Peñaloza, responsable de registrar el nombre de las personas que acuden a inmunizarse, si era posible continuar y trabajar las 36 horas programadas.

De izquierda a derecha, la técnica Rosa Peñaloza y la enfermera Esperanza Hancco, trabajaron juntas 36 horas.

Ese fin de semana, la licenciada Esperanza Hancco Calcina no se detuvo y vacunó a 552 personas. Su interés por evitar que cualquiera pudiera desistir de aplicarse su dosis, debido a aglomeraciones en las colas, la llevó a solicitar autorización para cumplir esa titánica tarea y el apoyo a Peñaloza para concretarla.

Ese 17 y 18 de julio llegaron de las zonas altas de San Juan de Lurigancho adultos mayores de los cerros de José Carlos Mariátegui. Hasta de Jicamarca y otras provincias del Perú, como Huancavelica, llegaron. Algunos lo hicieron entusiasmados, otros sin respeto y exigiéndonos rapidez”, manifiesta.


La enfermera puneña quechuahablante, que llegó a Lima el 2010 para hacer realidad un sueño, alcanzó a inmunizar a 1,164 hombres y mujeres en los tres vacunatones. Su afán por ayudar y disminuir el dolor de las familias que pierden a un ser querido por e l covid-19, explican por qué lo consiguió.

Altiplano querido


Esperanza rememora con cariño su paso por el hospital de apoyo San Martín de Porres, en Matusani, Carabaya, Puno, ubicado a 4,500 metros sobre el nivel del mar. Allí le enseñaron a enfrentar emergencias y aprender a resolver problemas de salud inesperados, de niños o adultos, mujeres u hombres, sobre la marcha.

Médicos y expertas enfermeras la alentaron a mejorar cada día, a valorar el trabajo en la comunidad y tener sed de conocimiento. Fue así que en el 2010 viajó a Lima para seguir una segunda especialidad en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Aprobó con excelentes notas, pero fue difícil para ella encontrar trabajo. Tenía muchos temores y se sentía sola.

Felizmente se le presentó una oportunidad para postular al centro de salud Mariátegui en el 2011 e ingresó. Su experiencia inicial en el puesto de salud Huapaca San Miguel, como enfermera recién recibida, luego en el hospital de Macusani, y en la campaña de atención integral en el centro poblado de Azaroma, Carabaya, inspiró a la experta vacunadora de hoy.

En el centro de salud José Carlos Mariátegui, en el distrito de San Juan de Lurigancho, cumpliendo su labor.

Esperanza ha hecho de su vocación de servicio un apostolado. De 8:00 horas a 20:00 horas y de lunes a sábado, efectúa visitas domiciliarias a pacientes afectados por el covid-19 y desarrolla su cronograma de inmunización a niños, niñas y adolescentes. Las cinco horas que le toma salir de su casa en Santa Anita hasta San Juan de Lurigancho y regresar, no la desaniman.


“Para mí vacunar es cuidar, proteger, es ayudar a quienes lo necesitan, y en pandemia, significa dar tranquilidad. Soy puneña, y no hay horario ni frío que me detenga. Me siento orgullosa de ser enfermera, de ayudar a quienes lo necesitan, de haber crecido durante la pandemia. Por eso le pido a mis colegas seguir poniendo el hombro para acelerar la vacunación, y a la gente que no desespere porque hay vacunas para todos”, afirma.

Hancco Calcina, se prepara para empezar su jornada laboral de 12 horas. 

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(FIN) DOP/SMS

Published: 8/2/2021