De no haber tenido la certeza de que las vacunas son efectivas y previenen enfermedades, Melchorita Tito Vilca, experta en inmunizaciones de Puno no habría aplicado 6,473 dosis contra el covid-19 hasta el momento. Ahora su preocupación es persuadir a las personas que se deben inmunizar para protegerse contra este virus.
Melchorita, no necesitó de ninguna magia para abrirse paso en la vida en su tierra natal, Puno, porque lo hizo a puro ‘punche’ desde muy jovencita. Trabajó de costurera en la sastrería de su padre para pagarse los estudios universitarios, y fue tan buena que hasta llegó a tener su cartera de clientes.
Su sueño era ser doctora, tal vez como una forma de afianzar su instinto de salvar vidas, pero eligió ser enfermera porque era lo más parecido a esa profesión, que en los años 70 no se enseñaba en la universidad que había elegido para estudiar.
No se arrepiente en lo absoluto, porque a pesar de que demoró en terminarla por las huelgas, se convirtió en la experta de inmunizaciones de hoy y en la responsable de un equipo de enfermeras que desde que empezó la pandemia sigue dejando todo en la cancha para controlar esta enfermedad.
Experiencia y convicciones
“Mecha”, como la llaman de cariño sus compañeras del centro de salud metropolitano de Puno, es jefa de enfermeras de ese establecimiento, también de la Microrred a la que pertenece y se encarga de la estrategia de inmunizaciones.
Trabaja allí más de dos décadas, suficiente tiempo como para saber que las vacunas son efectivas, previenen enfermedades, y en Puno han erradicado la polio y el sarampión. “Si hemos eliminado esos males, por qué no podemos hacer lo mismo con este virus”, comenta.
Por eso desde que se reportó el primer caso de covid-19 en Puno, el de un turista mexicano que dio positivo en abril del 2020, no le dio tregua al virus. Tuvo que reducir su equipo a cuatro integrantes, de 11 que lo conformaban, porque padecían comorbilidades o se habían contagiado.
“Las cuatro empezamos a turnarnos para atender los casos de covid-19 y recoger muestras durante 14 horas diarias. Sabíamos a qué hora ingresábamos, pero no a qué hora salíamos. La gente llegaba de Los Uros, Taquile y diferentes distritos convencida de que en nuestro centro atendíamos mejor por estar cerca del hospital regional. Cuando salió la orden de vacunar al personal de la primera línea de batalla, trabajamos como hormiguitas, colaboramos y nos apoyamos hasta ahora”, cuenta Melchorita.
Meta cumplida
Esta enfermera que habla quechua gracias a su abuela paterna y su madre, y aimara de pura empeñosa porque también atiende a población puneña que conserva esa lengua ancestral; empezó a vacunar al personal de su centro de salud, de los establecimientos Los Uros, Vallecito, El Puerto y Taquile, de la Dirección Regional de Salud y a la población, de acuerdo a la programación del Ministerio de Salud. No se ha detenido desde entonces.
Al comienzo, ella misma ingresaba los datos de las dosis que aplicaba, hasta que esa labor pasó a manos de una digitadora y perdió la cuenta. Se ríe, se anima y se siente orgullosa de haber superado las metas, al lado de su equipo que ha logrado lo mismo.
“Faltan vacunar las familias de la periferia, de los distritos de Carumas, Mañazo y otros porque no aceptan las vacunas, dicen que dentro hay un chip para volverlos tontos. Están equivocados, pero la comunicación solo les llega por la radio y no es suficiente. Espero que por el Bicentenario las autoridades se unan para superar los efectos de la pandemia y disminuir la pobreza. Tienen que dar lo mejor de ellos y sacar lecciones aprendidas”, puntualiza.
(FIN) DOP/ SMS
Published: 11/8/2021