Las personas que sienten deseos sexuales únicamente hacia niños deben buscar ayuda profesional y no dejar pasar por alto esos impulsos, que podrían llevarlos en algún momento a cometer una violación.
Así lo manifestó Vanesa Herrera, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental, para quien este tipo de impulsos aparece por lo general durante el desarrollo psicosexual, ya sea en la adolescencia tardía o adultez temprana, que es cuando uno descubre dónde está el foco de nuestro deseo.
“Si uno se da cuenta de que sus gustos salen de lo adecuado o normal, inmediatamente debe buscar ayuda profesional. Si los padres o amigos saben de ello, deben llevar a la persona al centro de salud más cercano para que reciba atención diagnóstica de psicología y psiquiatría, a fin de identificar si se trata de un caso de pedofilia”.
La psiquiatra, quien estuvo invitada al programa Saludable Mente de Andina Canal Online, refirió que son pocas las personas que buscan ayuda profesional después de haber detectado tempranamente su atracción sexual por menores.
“Cuando los entrevistamos, la gran mayoría de
agresores sexuales dijo que sintió esos impulsos (sexuales hacia menores) después de los 20 años. Se lo contaron a alguien y esa persona les dijo que no se preocuparan, que iba a pasar porque era algo normal.
Lo terrible, continuó la especialista, es que el tiempo no elimina esas pulsiones y, por el contrario, pueden ganar la potencia suficiente para invadir el espacio de los menores, ganar su confianza y agredirlos sexualmente.
“Todo se torna complejo y ya no hay empatía en el proceso (del deseo sexual), solo se busca dominar y controlar a base del autoplacer. En la mayoría de los casos, se trata de personas que
han sufrido abuso sexual infantil y nunca recibieron apoyo alguno”.
¿Castración? No es la solución
Para la experta del Instituto Nacional de Salud Mental es desacertada la propuesta legislativa que busca implementar la castración química como forma de castigo para
violadores.
“Hasta donde hemos podido revisar la evidencia científica, no encontramos una correlación, un impacto de la castración química en la disminución de las tasas de agresión sexual en la comunidad”.
Comentó que la castración química inhibe el apetito sexual, pero de manera transitoria en la medida en que exista el tratamiento; de lo contrario es reversible.
“
El sistema de creencias y emociones ligadas a la psicología de los agresores sexuales no cambia estructuralmente con la castración química. Ellos pueden seguir pensando que los niños les provocan deseo sexual, y que los adultos no los comprenden”.
Lamentablemente, dijo, no hay un cambio en la mente de los potenciales agresores, porque muchas veces su comportamiento es reforzado por las experiencias de abuso sexual que padecieron en etapas muy tempranas.
“Posiblemente tuvieron un padre abusador, tal vez alcohólico, o madres ausentes, sin cuidado; han vivido en condiciones de pobreza, de violencia. En esa coyuntura debemos reparar primero sus propias heridas emocionales y para eso necesitamos intervenir a nivel personal y familiar. En algunos casos damos también un tratamiento farmacológico para qyudarlos a inhibir estos deseos sexuales a fin de que no cometan una agresión sexual”.
La doctora manifestó que antes de invertir en la castración química de violadores se debería trabajar en mejorar las condiciones de vida de las personas, en lograr viviendas seguras para los niños, en espacios saludables para ellos, en programas educativos tempranos y en el acompañamiento emocional de los menores que sufrieron abuso sexual, porque esto sí ha demostrado un impacto en la reducción de violaciones sexuales.
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(FIN) KGR/RRC
GRM
Publicado: 23/5/2018