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Critican forma en que Vargas Llosa define al liberalismo

EFE

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14:49 | Lima, mar. 12.

Hace una semana, Mario Vargas Llosa presentó en Madrid su reciente obra, El llamado de la tribu. El Nobel de Literatura aseguró que este texto es una suerte de autobiografía intelectual.

En siete capítulos describe la vida y el pensamiento de similar número de personalidades que han influido en su manera de interpretar el mundo. 

Va desde el escocés Adam Smith, autor de La riqueza de las naciones, o el español José Ortega y Gasset, hasta el austriaco Karl Popper o el politólogo Isaiah Berlin.

Este lanzamiento ha originado que se vuelva a debatir sobre las ideas que defiende el autor de La tía Julia y el escribidor.

Santoral propio
Vargas Llosa ha señalado varias veces que, desde su óptica, el liberalismo no es una ideología. Son muchos los que han mostrado su reparo a ello. Uno de ellos es Rubén Quiroz, filósofo y catedrático de la Universidad de San Marcos.

“El liberalismo es una evidente ideología. Vargas Llosa quiere verlo en un estatus epistémico superior. Como si el liberalismo fuera la verdad absoluta. Eso ya de por si es autoritario. La base teórica del Nobel es errada”, explica a la agencia de noticias Andina.

Por otra parte, destacó la selección hecha por Vargas Llosa de los autores de los que habla en su libro.

“Son brillantes pensadores de la ideología liberal. Es su propio santoral. Cada uno es devoto de su fe. Karl Popper es un activista feroz contra los autoritarismos de izquierda. Como militante de ese liberalismo lúcido, considero que ha colaborado en mostrar las entrañas del monstruo”, manifestó.

Incoherencias
Una visión más crítica de la prédica de Vargas Llosa la tiene Silvio Rendón, autor de La intervención de los Estados Unidos en el Perú y administrador del blog Grancomboclub. Por ejemplo, no está de acuerdo con la forma en que define al liberalismo.

“La idea que el liberalismo no es una ideología o un cuerpo doctrinal es repetida una y otra vez por los llamados liberales en sus escuelas de cuadros. Dicen que es un sentir, un amor a la libertad que no puede ser encasillado en una doctrina. Pero lo que ocurre es que entre los llamados liberales hay muchas diferencias y lo que intentan es vender una unidad dentro de ellas para abarcar más y oponerse a las ideas socialistas, o paradójicamente llamadas liberales en Estados Unidos”, refirió Rendón.

Hizo notar que las diferencias entre liberales pueden ser tales, por lo que el propio Vargas Llosa “no se puede ver” con otro destacado exponente de esta doctrina en el país: Hernando de Soto.

Rendón, economista de profesión, admitió que Vargas Llosa es informado en economía, “pero definitivamente no es su especialidad”. Su principal reparo hacia la forma que el Nobel analiza la situación del país es, en su opinión, la falta de coherencia.

“Tiene una bronca con un gran sector de la derecha peruana, la cual no tiene con la derecha de otros países”, aseveró. Asimismo, indicó que Vargas Llosa es, dentro del llamado liberalismo, muy conservador, con gestos progresistas reservados para el Perú.

Amor a la libertad
Otra mirada hacia las ideas de Mario Vargas Llosa lo proporciona la escritora peruana Claudia Salazar, actualmente residente en Nueva York. 

Ella confiesa sentir empatía con postulados del novelista arequipeño como la libertad irrestricta para la creación artística, la raigambre democrática de la doctrina liberal y el rechazo de Vargas Llosa a los nacionalismos.

“Como lo dejó plasmado en su libro autobiográfico El pez en el agua, el corte mercantilista del capitalismo peruano ha permitido a determinados grupos utilizar al Estado como una fuente de ingresos, sin tomar en consideración el bienestar del resto de la ciudadanía. El fortalecimiento de la democracia pasa por una reforma del Estado que permita librarlo de la corrupción”, añadió.

La intelectual consideró que Vargas Llosa siempre ha sido muy claro sobre su formación liberal, surgida a partir del caso de Heberto 

Padilla. Recordó que en El llamado de la tribu el escritor arequipeño aseguró que para la generación de él, “y no solo en América Latina, lo ocurrido en Cuba fue decisivo, un antes y un después ideológico”.

La narradora, ganadora del premio Las Américas por su novela La sangre de la aurora, también tuvo palabras sobre la ausencia de mujeres entre los personajes abordados por el Nobel en su última obra.

Ya que no menciona ninguna escritora dentro de su genealogía intelectual, le propondría a Vargas Llosa que se acerque al pensamiento feminista y explore a las autoras Teresa de Lauretis, Judith Butler, Gloria Anzaldúa, que proponen otras tribus y quizá así inicie su tercer viraje intelectual hacia el feminismo”, comentó Salazar. 

Por otra parte, consideró también “problemático” la admiración que le profesa a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher.

Rescate de Berlin
Sebastián Pimentel, profesor de filosofía de la Pontificia Universidad Católica, también observó estos halagos de Vargas Llosa en La llamada de la tribu.

“Lo más ingenuo del libro, a mi gusto, es su alabanza a Margaret Thatcher y a Ronald Reagan, que son de una idealización rayana con una fantasía romántica. Se obvian todas las actitudes autoritarias de esos personajes, además del desastre económico y social que, a la larga, significó el gobierno de Reagan”, enfatizó.

No obstante, Pimentel manifestó que el mejor capítulo, desde su opinión, de la última obra de Vargas Llosa, es el dedicado a Isaiah Berlin. 

“Es el más sentido de todos los retratos, el que logra perfilar mejor al personaje, al ser humano y en el que también se siente más admiración”, comentó.

(FIN) ECG

Publicado: 12/3/2018