La producción a escala comercial de sacha inchi, el superalimento amazónico peruano, conocido también como el “maní de los incas”, se incrementará notablemente gracias al valioso aporte del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) que está por culminar la validación de cuatro innovadoras tecnologías aplicadas en cultivos de la región San Martín.
Este trabajo de investigación aplicada del IIAP forma parte del Proyecto Sacha Inchi, liderado por Danter Cachique Huansi, ingeniero agrónomo formado en la Universidad Nacional de San Martín, quien encabeza un equipo multidisciplinario integrado por 20 investigadores, entre ingenieros agrónomos, fitoquímicos, genetistas, entomólogos, tesistas y técnicos, entre otros.
El
sacha inchi (Plukenetia volubilis) es una planta cuyo fruto constituye un
superalimento, dado que posee una serie de nutrientes entre los que destaca el omega 3, un ácido graso esencial sobre todo para la formación del cerebro en la niñez. Además, es un aliado clave en la reducción de los niveles de colesterol en sangre, entre otras propiedades nutritivas y saludables.
Un estudio de la
Universidad de Cornell (EE. UU.) determinó en 1980 que el 48% de la composición del aceite de
sacha inchi es
omega 3, proporción que representa cinco veces más lo que registran el maíz, el olivo (aceituna), la soya o cualquier otra planta oleaginosa conocida en el mundo.
Aunque el principal derivado del sacha inchi es el aceite con alto contenido de omega 3, también se elabora harina proteica de los restos de la planta luego de extraer el aceite. Ello, dado que contiene otros ácidos grasos como omega 6 y 9, ácido esteárico, flavonoides y vitaminas A y E.
La harina proteica del
sacha inchi está siendo aprovechada como insumo en la preparación de batidos nutritivos y otros
alimentos funcionales. Asimismo, de los granos se elaboran snacks de diversos crocantes de sabores.
Además, hay iniciativas que están aprovechando el sacha inchi para alimentar a las aves de corral para producir huevos enriquecidos con hasta un 12% de omega 3, así como para nutrir a los cuyes para obtener una carne potenciada con omega 3.
El IIAP empezó en 2015 un proceso de domesticación de esta especie silvestre que crece principalmente en la ceja de selva, pero que es considerada una planta “cosmopolita”, dado que se adapta a un rango de pisos ecológicos que va desde los 40 metros hasta los 3,500 metros sobre el nivel del mar.
Además, su cultivo se asocia muy bien con otras leguminosas como el frijol, y en forma silvestre se encuentra en bosques secundarios y cerca de platanales. A diferencia de otros cultivos amazónicos como el
camu camu, el sacha inchi no requiere de mucha humedad, por lo que encuentra en la ceja de selva al escenario ideal para su desarrollo.
Innovación tecnológica
Cachique Huansi informó, en diálogo con la Agencia Andina, que el IIAP desarrolla tres líneas de investigación sobre el sacha inchi: sistemas de producción, mejoramiento genético e implementación de bancos de germoplasma de esta especie y de sus parientes silvestres.
En ese sentido, detalló que hace dos años el IIAP empezó el proyecto sobre validación de cuatro tecnologías en sistemas de producción de sacha inchi a escala comercial en la región San Martín.
Para ello formó una alianza estratégica con dos empresas productoras de dicho departamento, como Súper Sacha Inchi SAC y Agroindustrias Amazónicas, que no solo exportan derivados del sacha inchi, sino que tienen actualmente las plantaciones más extensas del país de este cultivo.
Explicó que la primera tecnología innovadora desarrollada por el IIAP es la inducción floral, que ha permitido incrementar la producción de área sembrada. “El sacha inchi tiene generalmente en cada nudo de sus ramas una parte femenina y varias de tipo masculino; por eso, cuando llega la época de cosecha, al tener solo una flor femenina, solo se obtiene un fruto por cada nudo. De esta manera, se puede llegar a cosechar hasta 1,400 kilogramos de semillas por hectárea al año”, indicó.
Sin embargo, afirmó que según estudios de biología floral y reproductiva del IIAP, se identificó que en esa inflorescencia del sacha inchi existen varios botones femeninos que pueden resurgir con una simple activación enzimática.
“Hemos encontrado la fórmula para activar esos botones y ello nos ha permitido que en cada nudo puedan emerger hasta cinco flores femeninas con sus respectivos frutos. De esta manera, la producción de sacha inchi se asemeja a la producción de uvas por la mayor cantidad de frutos tipo racimos obtenidos a lo largo de toda la planta. Esto nos ha permitido triplicar el rendimiento de grano seco por área cultivada”, aseveró.
La segunda tecnología está vinculada también al ámbito reproductivo y se refiere a la llamada “propagación clonal” que permite cosechar en menor tiempo al convencional. “Actualmente en el Perú no existe una variedad de semilla de sacha inchi liberada en el mercado. Las más de 3,000 hectáreas que nos reporta la Dirección Regional de Agricultura de San Martín son sembradas con semillas silvestres, lo cual repercute en un bajo rendimiento”, comentó el experto.
Cachique Huansi dijo que al no existir semillas mejoradas y liberadas en el país, en el IIAP se buscó alternativas para mejorar el material genético para beneficiar a los productores. “Eso lo hemos conseguido seleccionando las mejores plantas de los sembríos para propagarlas vegetativamente mediante una técnica denominada 'Enraizamiento de estaquillas en cámaras de subirrigación'. Esto permite reducir el periodo de producción de frutos, de ocho a cinco meses, lo que significa adelantar la cosecha en tres meses”, resaltó.
Control de plagas
El investigador del IIAP afirmó que la tercera tecnología tiene relación con el control de plagas y enfermedades que afectan al cultivo de sacha inchi mediante el uso de trichoderma y micorriza, dos hongos benéficos específicos que han demostrado eficiencia en la reducción poblacional del gusano nemátodo, principal patógeno y problema fitosanitario que ataca a este cultivo.
“El principal problema del cultivo de sacha inchi es el complejo nemátodo-hongo. Es decir, que los nemátodos ingresan a las raíces de la planta, se alimentan de ella y dejan cicatrices por donde ingresan diversos tipos de hongos nocivos que pueden ocasionar la muerte de la planta en plena producción”, explicó.
Con la incorporación, desde la siembra, de los hongos benéficos micorriza y trichoderma se fortalece el sistema de raíces de la planta confiriéndole mayor vigor y protección, además de actuar como biofertilizantes para mejorar su desarrollo, sostuvo.
Mayor producción
La cuarta tecnología del IIAP constituye un plan de abonamiento que permite aumentar la producción de sacha inchi. “Normalmente, con la técnica tradicional se logra plantaciones de 1,100 plantas por hectárea, pero con la tecnología desarrollada por el IIAP se ha logrado incrementar a 1,666 plantas por hectárea”, detalló.
Con las cuatro tecnologías generadas por el IIAP se obtiene un notable aumento en la producción de semillas, de 1,400 kilos a 4,200 kilos por hectárea, enfatizó Cachique.
El proceso de validación está programado hasta fines del 2020, tiempo en el que se deberían tener los resultados finales y empezar el proceso de liberación y transferencia tecnológica a los productores de sacha inchi de la región de San Martin y del país.
En tal sentido, destacó la importancia de las alianzas público privadas porque estas permiten alcanzar ventajas competitivas a corto y mediano plazo con respecto a los más de 20 países que también impulsan la siembra de sacha inchi a nivel mundial.
“Las dos empresas aliadas en la región San Martín han adoptado la tecnología desarrollada por el IIAP para instalar las primeras 40 hectáreas de cultivo comercial de sacha inchi. Actualmente, los resultados se encuentran en la fase final de validación y son bastante alentadores, por lo que se espera que tras este proceso de validación, más agricultores de la región San Martín y del país podrán adoptar estas tecnologías como una alternativa para mejorar sus cosechas”, manifestó.
Regiones productoras
El departamento de San Martín lidera la producción de sacha inchi en el Perú, seguida de otras regiones como Amazonas, Loreto, Piura y Ucayali. Si bien la producción agrícola en la región San Martín tiene como abanderados a los cultivos de arroz y maíz, el sacha inchi se está posicionando como una alternativa real para su desarrollo productivo, comentó Cachique Huansi.
Destacó que el Perú cuenta con la mayor variabilidad genética de sacha inchi y se ha identificado hasta ahora seis especies del género Plukenetia volubilis, lo que lo convierte en el centro de origen de este superalimento. Estas especies han sido ubicadas en las regiones San Martín, Amazonas y Loreto.
De las seis especies oriundas, dos son las más comerciales: Plukenetia volubilis, que se siembra en San Martín, y Plukenetia Huayllabambana, que se cosecha en la provincia de Rodríguez de Mendoza, en la región Amazonas. “Estas dos especies están ganando importancia en los productores que las ven como una importante alternativa económica para su producción agrícola”, dijo el investigador del IIAP.
En el Perú existen alrededor de 60 empresas dedicadas a la transformación y exportación de aceite de sacha inchi, de las cuales ocho están en la región San Martín.
Aumento de la demanda interna
Aunque la pandemia del
covid-19 afectó la exportación de aceite y otros productos derivados de sacha inchi, la
demanda interna de este superalimento aumentó significativamente al conocerse más su enorme aporte como
nutracéutico (alimento que proporciona beneficios médicos o para la salud, incluyendo la prevención y/o el tratamiento de enfermedades), dado que fortalece el sistema inmunológico frente al nuevo coronavirus y otras enfermedades, mencionó Cachique Huansi.
Tarea pendiente
Cachique indicó que luego de culminar, a fin de este año, el proceso de validación de la tecnología de mejoramiento productivo del sacha inchi, el IIAP buscará financiamiento para avanzar en el 2021 con el mejoramiento genético, a fin de liberar al mercado las primeras variedades de este superalimento para continuar mejorando la producción de los agricultores del país.
Para ello se buscará obtener fondos concursables otorgados por entidades como Innóvate Perú, del Ministerio de la Producción, y el Fondo Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (Fondecyt), perteneciente al Concejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), entre otras, dijo finalmente.
(FIN) LZD/MAO