Con la voz entrecortada, Adriana Condori, natural de Puno, nos relata la dura travesía que tuvo que pasar antes de llegar a albergue en Huampaní para pasar la cuarentena, para evitar la propagación del coronavirus, antes de retornar a su región de origen.
“Vine a Lima por un tema médico, se me hinchan los pies y las manos. En el Hospital Nacional Dos de Mayo estaba en tratamiento, pero cuando empezó la
cuarentena, me dijeron que ya no podía seguirlo. Tuve que salir, no podía regresar a mi región y gasté mis pocos recursos en pocos días de alojamiento”.
Adriana, de 25 años, nos comenta que trató de ponerse en contacto con sus familiares, pero no obtuvo respuesta, “Llamé a mis tías aquí, pero no me contestaron, es así que desesperada, me quedo en la calle, tuve que pernoctar en un parque, fue terrible. Estuve varios días así, pero gracias a Dios, se me acercó una señorita y junto a una de sus amigas me brindaron ayuda”.
La joven, quien atraviesa una situación delicada de salud, recibió asistencia de personas solidarias que le brindaron un cuarto provisional en San Juan de Lurigancho, “Sino fuera por ellas no sé qué habría sido de mí. Ellas se comunicaron con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, quienes luego, coordinaron con el Ministerio del Ambiente y me dijeron que era más seguro para mí trasladarme a un albergue y que luego podría ir a mi región”.
De esta forma, Adriana logró ingresar junto a otras 377 personas originarias de diferentes regiones al Centro Recreacional Huampaní, ella al igual que el resto, pasará por dos pruebas rápidas de despistaje de coronavirus -una al ingresar y otra al salir- y una cuarentena controlada para posteriormente dirigirse a su provincia, a reunirse con sus familiares, recuperar su salud y tratar de olvidar aquellos episodios vividos que la obligaron a quedarse a la intemperie.
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(FIN) NDP/MAO
Published: 5/4/2020