La noche del 12 de setiembre 1992, el Perú fue testigo de la captura del cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, a cargo del Grupo Especial de Investigación Nacional (GEIN). La casa donde cayó el hombre que simbolizaba el terror permanece intacta 25 años después.
Fue construida hace más de 30 años, en la hoy calle Varsovia 459 (antes Calle 1), del barrio Los Sauces, en el distrito de Surquillo. De 1992, conserva tanto la puerta principal como de la cochera, además de los dos pisos, la azotea y las plantas que trepan en la entrada.
Allí vivía
Abimael Guzmán, junto con su pareja, la también terrorista Elena Iparraguirre. El lugar había sido alquilado por la bailarina Maritza Garrido Lecca, miembro de Sendero Luminoso, a quien recuerdan claramente por el barrio hasta estos días.
Ruth Alarcón, dueña de la bodega levantada en la casa colindante al 459, rememora aquella época: “Ella siempre compraba víveres, cosas para comer, lo que compra todo el mundo, jamás me imaginé lo que fue”, dice a la Agencia Andina.
Para Ruth, con Garrido Lecca se cumple el dicho “caras vemos, corazones no sabemos”; de igual forma con Carlos Incháustegui, pareja de aquella y condenado también por terrorismo.
“Él también venía a comprar, pero no era alegre ni de trato amistoso como ella, era serio, nunca despertó mis sospechas”, añade la dueña de la tienda, quien recién a
25 años de la captura se anima a declarar a la prensa.
“Antes tenía miedo porque era peligroso, mi esposo a veces daba entrevistas, pero yo nunca. Primero tuve que decirles a mis hijas si podía declarar a un programa de televisión. Sal mami, me dijeron, no te escondas, y salí”, comenta.
En la casa 459, según el vigilante de la cuadra, habitan hoy una anciana y dos mujeres que la cuidan pues se encuentra delicada de salud.
“No salen mucho, y han puesto el letrero No estacionar en las puertas, porque muchos carros venían y se cuadraban, ya no pasa eso, el barrio sigue siempre tranquilo, como antes, aunque estos días vemos más periodistas”, refiere.
De vez en cuando pasa gente por el lugar para tomarse fotos, como si la casa fuese un museo y se detienen, por lo general, en la bodega.
“A veces, en broma, me dicen si cobré el millón de dólares de recompensa, yo les repito lo de siempre: nunca supe nada, es más cuando vi llegar a los policías pensé que era porque habían asaltado a mi vecina”, rememora Ruth.
“Yo vivo tranquila en mi casa, en mi tienda, con lo que más me importa que son mis hijas, mis yernos y nietos. Así pasamos los días”, añade mientras mira la casa del 459, donde no parece haber pasado el tiempo, y en la que hace 25 años el GEIN escribió para la historia la captura de Abimael Guzmán y el inicio del fin del terrorismo.
(FIN) VVS/FHG
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Published: 9/12/2017