Por Cecilia Fernández SivoriLa peruana Gladys Valerius es un ejemplo de tesón y resiliencia. Fue pionera en impulsar las prendas de alpaca al mundo y hoy es una de las más importantes corredoras en Miami al frente de su propia empresa de realtor.
A sus 87 años, Gladys Valerius hace gala de una vitalidad y de un historial de éxito, emprendimientos y retos que forjaron su carácter y también momentos muy duros que no solo pusieron a prueba su fe, sino que además la han llevado a convertirse en la sabia mujer en la que se ha convertido hoy.
Nacida en Pisco, Gladys vino a este mundo de casualidad en esa ciudad porque su papá, que era ingeniero mecánico, estaba construyendo los hospitales de obreros en aquel momento. Tras una infancia muy feliz, se casó a los 16 años. Llegaron cuatro hijos y luego se separó, por lo que tuvo que ponerse a trabajar. “Así incursioné en el mundo de la venta de seguros y años después volví a enamorarme y me casé”, nos cuenta.
“Nunca dejé de trabajar y cuando mis hijos eran chiquitos había que vestirlos y así con una máquina de tejer inicié sin proponérmelo mi primer pedido para la Federación Peruana de Fútbol con más de 30 chompas. Al comienzo me negué, pero mi mamá me dijo que no sea cobarde y así comenzamos”.
Una vida de oro
“Con las ganancias me compré dos máquinas más profesionales y un día me llegó un pedido para modernizar las chompas artesanales que vendían en La Marina. De ahí no paré hasta llegar a París al desfile Pret a Porter y luego a Bruselas diseñando. Me asocié a Adex y comencé a exportar. Fui presidenta del Comité de Artesanías y directora de la asociación con mi empresa Gladys EIRL. Creo que sí revolucioné la historia de las chompas”, nos narra.
“Hicimos el primer desfile de modas en el aire, en un vuelo Arequipa-Lima... se hizo tanto aquel entonces”, rememora.
Así transcurría la vida de Gladys hasta que por una casualidad tuvo que viajar a los Estados Unidos para la boda de su hijo. “Fui para la ceremonia y me quedé. Trasladé mi oficina a EE. UU. desde el Perú, pero el apoyo gubernamental no fue el mismo en esta materia, por lo que decayó y debí cerrar”, nos dice.
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["De estudiar en un colegio sin electricidad a recibir una condecoración del Rey de España"]Como nunca se quedaba de brazos cruzados, comenzó a trabajar en el mundo de bienes raíces .“Estuve muchísimos años y siempre apuntando a la excelencia... pero llegó un momento en que el dueño de la empresa pensó que estaba vieja y me dijo hasta aquí nomás... ahí dije yo saco mi licencia de realtor [profesional de bienes raíces] y seguro pensó que no lo lograría”.
Tenaz como es, Gladys se capacitó día y noche y contra todo pronóstico, no solo sacó su licencia como realtor oficial, sino que también fundó su propia empresa, Brickell By Gladys, en pleno corazón de Miami, donde capturó el mercado inmobiliario en poco tiempo.
“La pasión que le pongo a cada proyecto, a cada reto, creo que es algo que me caracteriza. Incluso no soy amiga de dar tarjetas de visita; a cambio te entrego un chocolate que atrás tiene un QR donde puedes descargar todos los servicios que damos como empresa”, nos revela divertida.
“Así nadie se olvida, pero también hemos crecido y nos hemos fortalecido en este mercado tan competitivo y fuerte por la atención que le damos a cada cliente, el quid está en cómo lo sirves. De hecho nos refieren tanto que solo podemos estar agradecidos por el éxito de quienes nos confían sus inversiones”, agrega.
Sin embargo, no todo ha sido color de rosa para ella. Su alegría y deseos de vivir a plenitud no se han apagado tras sufrir la pérdida de dos de sus hijos, uno a los 21 y el otro a los 65 años. Ambos eventos la marcaron; “no es que te olvidas, sino que te acostumbras a vivir con el dolor”, nos dice ante la pregunta de cómo pudo seguir.
Gladys no solo es un ejemplo de trabajo y voluntad, sino también una mujer de avanzada; hasta adelantada para su época, ya que como bien dice no solo sorprende a propios y extraños con sus logros, sino con ese deseo de vivir.
“A todos aquellos que piensen que no pueden les digo que tengan un sueño, que busquen una ilusión. Hay que agradecer el hecho hasta de despertar cada día. Soy una mujer de fe, agradezco a Dios todas las mañanas y rezo. Pero no soy cucufata. Me mantengo lúcida por la gran actividad que tengo, hasta yo me sorprendo; esa es la clave para vivir”, recalca.
“Mi más grande logro no es vender casas de un millón o dos millones de dólares, sino la hermosa familia que tengo. Mis hijos, nietos y bisnietos. De hecho, antes de esta entrevista, recibí la llamada de mi bisnieto paramédico, quien a sus 24 años ha decidido ser realtor como yo... y le pregunto ¿por qué? Y me dice “quiero ser como tú, mi bis” y ya con eso qué más puedo pedirle a la vida”, sentencia.
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(FIN) CFS/CFS
Published: 10/31/2024