Margarita Zambrano se ha convertido en un ejemplo en el caserío Simón Bolívar, ubicado en el distrito de Hermilio Valdizán, provincia de Leoncio Prado, región Huánuco, al convertirse en una exitosa productora de café orgánico que tiene gran demanda en el mercado local y nacional.
En la historia de éxito de Margarita influyó el apoyo que le brindó el programa Juntos Juntos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). Ella y su familia ingresó al citado programa social hace 15 años y parte del dinero que recibió como subvención económica lo invirtió para impulsar su emprendimiento.
Margarita tiene 40 años y, junto a su esposo y dos hijos, vive en una pequeña casita desde cuyo umbral, contempla todas las mañanas un extenso, hermoso y fecundo valle, como si se tratase de un ritual energizante. Precisamente por eso, su esposo Carlos decidió ponerle de nombre “Fundo Buena Vista” al café que ellos producen.
Margarita ingresó a Juntos hace quince años, cuando su hijo mayor, Aaron, tenía cuatro. Hoy, él cursa el segundo ciclo de la carrera de Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional Agraria de la Selva (UNAS), mientras que su pequeño hermano, Abebnego, de 9 años, hace lo propio en la escuelita de Simón Bolívar.
“Aaron nos ayuda cuando cosechamos café, pero sin descuidar sus estudios. Si bien el negocio es de toda la familia y todos ponen la mano, lo principal para mí es que él concluya sus estudios superiores”, enfatiza.
Margarita recuerda que sus inicios fueron muy difíciles, sobre todo porque nadie avizoraba el potencial económico que podía tener el café. “Aquí, prácticamente, no había nada, por eso tuvimos que poner mucho esfuerzo y sacrificio para comenzar, trabajando desde que aparecía el sol, hasta que se ocultaba”, evoca.
Por entonces, su familia recibía el apoyo económico de Juntos y eso les ayudó mucho, porque les sirvió para mantenerse, en vista de que, para recibir los beneficios de la primera cosecha de café, debían pasar cinco años.
La pareja recibió capacitación y asistencia técnica de organismos especializados en café e invirtieron parte del dinero recibido de Juntos para adquirir herramientas y enseres para el cultivo y sembrío, logrando instalar una secadora al costado de su casa, algo que hoy los llena de orgullo.
“Como la municipalidad del distrito tiene una planta procesadora, ahí molemos y empaquetamos nuestro café”, señala.
El café de Margarita es orgánico, un producto obtenido sin la ayuda de sustancias químicas como pesticidas y herbicidas, es sembrado bajo la sombra de árboles grandes, lo cual genera humedad y contribuye a la formación de la alta calidad del grano.
“Al sacar un producto orgánico también mejoramos el suelo, pues aplicamos técnicas que hacen más fértil la tierra, como el compost, un abono hecho con cáscaras de café en descomposición”, sostiene.
La variedad que ella cultiva se llama Simón Bolívar y se caracteriza por su aroma, fragancia y sabor agradables, esto porque es cultivado a 1,500 metros de altitud y en un territorio donde proliferan los microclimas.
Así como Margarita, la mayoría de pobladores de Simón Bolívar se dedican al cultivo de este producto, aunque a diferente escala, y junto con algunos de ellos integra la Cooperativa Agraria Cafetalera Divisoria, una asociación mediante la cual ha permitido que su producto sea conocido en diferentes partes del país y el extranjero.
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(FIN) NDP/MAO
Published: 8/8/2022