Yesenia Mercedes López Luna recuperó su espíritu emprendedor cuando se percató que sus hijos merecían algo diferente y no ser arrastrados por ese círculo vertiginoso de la violencia familiar. En plena pandemia, presentó la denuncia en una comisaría, eso cambió su existencia. El programa Aurora, del Mimp, asumió su caso y así pudo recobrar su autoestima.
Una mañana del 2022, al abrir la puerta de su casa, en plena pandemia, porque alguien la tocaba tan fuerte que parecía que iba a traerla abajo, encontró que su pequeño hijo lloraba amargamente y el padre con una expresión de furia decía que lo dejaba nuevamente en casa porque no quería saber nada de él. Mercedes comprendió en ese instante que debía poner fin a una situación que se le estaba escapando de las manos.
Hasta ese momento no se había dado cuenta de que estaba arrastrando a su hija adolescente y a su niño, al círculo vertiginoso de la violencia familiar. Con el papá de su hija, en años anteriores, y ahora con la del pequeño había aguantado malas palabras, humillaciones, empujones que fueron escalando como si fueran parte de la convivencia conyugal.
“No fui consciente de cuánto iba cediendo por amor; eso era lo que yo pensaba, y me sentía culpable porque pensaba que era yo quien provocaba la ira de mi primera pareja y luego de la segunda. Pero la fuerza de ser madre me dio la energía para tomar la decisión de denunciar y buscar ayuda”, cuenta Mercedes o “Mechuda”, como le dicen de cariño los amigos del barrio de Leoncio Prado, donde ella vive, ubicado cerca de la avenida Alcázar, en el Rímac.
El presentar la denuncia en la comisaría El Manzano, del tradicional e histórico distrito, le abrió las alas para liberarse de las culpas y los maltratos. No imaginó que sería difícil, porque no solo los servicios del Estado estaban restringidos por la pandemia del covid-19, sino que también esa decisión atizó la ira del padre de su hijo.
A pesar de estar separados, él llegaba a su casa a amenazarla de muerte. Si la encontraba en la calle, la arrinconaba contra la pared, y si ella le respondía, la golpeaba. Buscó protección. No la encontró ni en la comisaría, ni en la Defensoría Municipal del Niño y Adolescente (Demuna). Hasta que fue al Centro de Emergencia Mujer (CEM) de jirón Camaná, en Cercado de Lima.
“Felizmente me atendieron, pero nunca me sentí tan sola, sin apoyo, no sabía cuándo iba a acabar este martirio. Lo peor era que yo proveía el hogar, trabajaba vendiendo comida en ese momento, causa limeña y cabrito a la norteña, que son muy pedidos porque tengo buena sazón. Mis vecinos, para qué, me hacían pedidos”, refiere.
Emprendedora
Felizmente, el programa Aurora, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), tomó su caso y se encargó del proceso legal y psicológico. Hoy, a sus 50 años, está satisfecha de ver lo que ha crecido en estos dos años. Recuperó algo que aprendió de niña: hacerse cargo de su vida y emprender negocios, porque ser la novena hermana, de 10, la obligó a realizar pequeñas ventas para costear sus materiales de estudio y gastos del colegio.
Lo había aprendido de su mamá, que, para sacar adelante a la familia numerosa, vendía jugo de naranja y queques. Ahora, liberada de complejos e inseguridades, es emprendedora, dice, porque sale adelante y no se queda; una vendedora estrella porque es comerciante de ropa, bisuutería, perfumes y todo lo vea que pueda ofrecer, en diferentes puntos de venta que ella identificó: el Mercado Central, los fines de semana, y los otros, en los mercados Limoncillo y Gran Chimú.
Pero ahora que empieza la campaña navideña, la mejor de todo el año, porque sale hasta lo que nadie compró, comenta risueña, estará en el mercado de Mangomarca, en San Juan de Lurigancho. Irá con sus hijos, ellos la ayudan, sobre todo su hija, que conoce las tendencias en las redes.
“Ya no me veo como una víctima. Ahora soy el motor de mi vida; me siento la capitana de mi barco. He aprendido que, si estamos bien las mujeres, nuestro entorno también lo estará”, dice.
Más en Andina:
(FIN) DOP/ SMS
JRA
Publicado: 25/11/2024