Por Lucero Espinoza CastroCon cerca de 20 años de diferencia, el biólogo Luis Santillán Corrales retornó nuevamente a la Antártida desde su primera expedición científica. Los cambios fueron visibles inmediatamente: pérdida de cobertura glaciar, así como variaciones de la temperatura y de las especies en el continente blanco. En marco de una nueva misión científica, el científico peruano de la Universidad San Ignacio de Loyola investiga la ecología de pingüinos, focas y ballenas en relación con sus preferencias de hábitat y los efectos del cambio climático.
La Universidad San Ignacio de Loyola (USIL) ha llevado a cabo cuatro expediciones antárticas desde el año 2020 y actualmente está desarrollando dos nuevos proyectos como parte de la Trigésima Primera Expedición Científica a la Antártida (ANTAR XXXI).
La primera investigación, liderada por biólogo Luis Santillán Corrales, busca el registrar la presencia y estudiar las preferencias de hábitat de pingüinos, focas y ballenas en la zona de influencia de la Estación Científica Antártica Machu Picchu (ECAMP), en la Antártida. Para ello, se realizaron censos de pingüinos, aves marinas y focas en Punta Crepín, registrando su comportamiento y condiciones del hábitat.
Además, se caracterizó el hábitat terrestre para la fauna, sectorizando el área recorrida y describiendo el tipo de sustrato, la pendiente y las condiciones climáticas. Para comprender mejor el entorno de estas especies, midieron temperatura, humedad y velocidad del viento con equipos portátiles.
Como parte de este esfuerzo, los investigadores también documentaron la presencia de grandes ballenas en la Ensenada McKellar desde un punto fijo en tierra.
El científico peruano investiga cómo los cambios en el ecosistema, particularmente la pérdida de cobertura glaciar debido al calentamiento global, afectan las preferencias de hábitat de estas especies adaptadas al frío.
Hasta el momento, se observa una tendencia en la distribución de las especies de pingüinos, focas y ballenas en la zona, aparentemente relacionada con la influencia de las estructuras humanas (ruido, iluminación, presencia humana), además de alteraciones en los flujos de viento generados por la base científica. Algunas zonas protegidas del viento muestran mayor concentración de pingüinos. Al igual que el otro proyecto, se espera una segunda etapa para continuar la recopilación y análisis de datos.
El biólogo Luis Santillán, quien visitó la Antártida por primera vez en 2006, ha notado un retroceso significativo en la cobertura glaciar en comparación con su visita más reciente en 2020. El glaciar Snosco, que casi llegaba al mar en 2006, ahora se encuentra más lejos, formando una laguna que se ha extendido hasta convertirse en un lago grande.
También se han experimentado temperaturas inusualmente cálidas en verano, llegando hasta los 18°C, algo considerado anormal para un ecosistema glaciar de la Antártida. "Incluso en verano que es el periodo más cálido, creo que en esa zona hay días que hace tanto calor que uno puede trabajar literalmente en manga corta y en pantalón corto”, expresó el biólogo Luis Santillán en una entrevista con la Agencia Andina.
Continuando con el trabajo de cuatro expediciones previas de la USIL, que ya incluían observaciones de fauna, esta misión científica se enfocó en recopilar datos actualizados sobre el uso de hábitat y la presencia de pingüinos, focas y ballenas.
Con los datos recopilados en la Antártida podrá identificar tendencias significativas en el comportamiento de estas especies y relacionarlas con los cambios ambientales acelerados por el calentamiento global, ofreciendo así una visión crucial del impacto del cambio climático en la fauna antártica.
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Investigación en la Estación Científica Antártica Machu Picchu
El segundo proyecto, a cargo del ingeniero Miguel Mucha Torre, se centra en la sostenibilidad de la base científica peruana en la Antártida. El objetivo principal es comprender a fondo cómo la presencia de la base y de los expedicionarios afecta los delicados ecosistemas antárticos, además, el proyecto se enfoca en tres componentes clave: la calidad del agua, el manejo de residuos sólidos y la huella de carbono. En cuanto a la calidad del agua, se busca determinar su potencial como fuente de agua potable para la base, que actualmente depende de la importación de agua embotellada. Se exploran alternativas de tratamiento para reducir esta dependencia.
Respecto a los residuos sólidos, se realizó un diagnóstico del sistema actual, identificando áreas de mejora para optimizar su manejo. Si bien ya existe un sistema de gestión de residuos, se busca implementar propuestas para hacerlo aún más eficiente.
La huella de carbono es otro aspecto fundamental del proyecto. El ingeniero Miguel Mucha señaló a la Agencia Andina que "el componente que está vinculado al cambio climático vendría a ser la huella de carbono, en general podría asegurar que la huella de carbono que nosotros estamos generando como la base es mínima". Esto se debe a que la base opera de manera estacional, aproximadamente dos meses y medio al año, lo que reduce significativamente su impacto climático en comparación con otras bases antárticas.
El proyecto se desarrolla en dos fases. La primera fase, que incluyó el diagnóstico inicial, se completó entre diciembre y enero. La segunda fase, prevista para fines de este año o enero de 2026, se centrará en proponer e implementar alternativas de tratamiento para el agua, optimizar la gestión de residuos sólidos y aplicar recomendaciones para reducir aún más la huella de carbono.
Este proyecto representa un paso importante hacia la sostenibilidad de la presencia peruana en la Antártida, asegurando que la investigación científica se realice de manera responsable y respetuosa con el medio ambiente.
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Los científicos peruanos resaltaron el sentido de responsabilidad y orgullo que implica participar en la Expedición Científica del Perú en la Antártida, representando al país y contribuyendo al conocimiento científico nacional en un territorio de importancia global.
Se mencionó el sacrificio personal de pasar fechas importantes lejos de la familia debido a la duración de las expediciones.
"Hemos pasado navidad y año nuevo ahí, es obviamente es una situación más que nada navidad, es una fecha muy sensible, en particular yo que tengo mis hijas pequeñas está lejos de la familia y es una situación que finalmente eh una la uno lo lleva a cabo porque tiene esa licencia, es saber que está representando al Perú, está llevando a cabo un trabajo importante para la nación", mencionó Santillán.
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Por otro lado, los investigadores aseguraron que la USIL ha demostrado un firme compromiso con la investigación antártica, brindando un apoyo financiero significativo a estos proyectos en colaboración con la Cancillería del Perú. Esta colaboración estratégica permite que la Cancillería cubra los gastos de traslado y logística en la Antártida, mientras que la USIL financia los materiales, equipos, viáticos y traslados desde Lima hasta el punto de embarque en Punta Arenas, Chile.
Los investigadores involucrados han destacado y agradecido el crucial apoyo logístico brindado por el Ejército, la Fuerza Aérea del Perú (FAP) y la Marina. Estas instituciones facilitan aspectos esenciales de las expediciones, como el transporte, la seguridad en terrenos desafiantes (montaña, glaciar, mar) y el apoyo en la base.
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Publicado: 27/3/2025