El pulso de la economía global rara vez se detiene, y en el centro de esta dinámica constante el comportamiento de las monedas es un barómetro clave. En el Perú, la cotización del dólar frente a nuestro sol capturó la atención de analistas y ciudadanos por igual, impulsada por un entramado de factores internacionales y nacionales que prometen seguir definiendo nuestro panorama financiero.
¿Estamos presenciando una fase de estabilidad y fortalecimiento para la moneda local, o es esta una calma tensa antes de otra espiral de volatilidad? El epicentro de este cambio se ubica en la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. Las claras y cada vez más firmes señales de futuros recortes en sus tasas de interés han desatado una notable debilidad en el dólar a escala mundial, señala artículo publicado en el Suplemento Económika del Diario El Peruano.
Esta tendencia no es menor: el índice dólar registró su peor inicio del año desde 1973, con una caída superior al 10%. La razón es clara: los mercados financieros ya están integrando en sus expectativas recortes de tasas por parte de la Fed para la segunda mitad del 2025, lo que ejerce una presión continua a la baja sobre la divisa estadounidense.
Desde la perspectiva del gerente de portafolios de Dorado Asset Management, Pedro Cornejo, esta situación global está reconfigurando los flujos de capital, fomentando la inversión en activos fuera de Estados Unidos y, consecuentemente, aumentando la demanda por monedas emergentes, entre ellas, el sol.
Flujos de capital
Para la economía peruana, un dólar más débil suele ser una bendición multifacética. Primero, al abaratar los productos importados, se alivia el bolsillo de los consumidores y se reduce la presión inflacionaria, un alivio palpable en la vida diaria.
Un segundo punto es que el actual escenario puede potenciar la competitividad de algunos sectores orientados al mercado interno. Sin embargo, no todo es lineal.
Hay preocupación de que un dólar débil pueda mermar los ingresos de nuestros exportadores de commodities si sus ventas se convierten a soles a una tasa de cambio menos favorable. Afortunadamente, como subraya Cornejo, este impacto negativo no se está materializando gracias a la robusta apreciación de sus precios que mostraron el cobre (25%), la plata (27.7%) y el oro (27%) en lo que va del año.
La fortaleza de estos precios internacionales compensaron con creces cualquier efecto adverso de la conversión, beneficiando directamente a nuestras exportaciones y, por ende, a las arcas nacionales.
La resiliencia del sol peruano no solo se explica por factores externos, sino también la economía puso de su parte. Durante el 2024, el Perú registró un superávit en cuenta corriente de cerca del 2.2% del producto bruto interno (PBI), un colchón financiero significativo que refuerza la confianza en nuestra divisa.
Fortaleza del sol
Los analistas proyectan que este superávit podría mantenerse cerca del 1% para el 2025 y el 2026, lo que inyecta optimismo y estabilidad al sol. No obstante, esta fortaleza local, por más encomiable que sea, sigue atada a la volatilidad de los precios de nuestras exportaciones principales.
Si el cobre y el oro mantienen su trayectoria alcista, el respaldo a nuestra balanza comercial y, por ende, al sol, está garantizado, dice Cornejo. Pero no podemos desviar la mirada del petróleo: un alza sostenida en sus precios impactaría negativamente nuestras importaciones energéticas, erosionando ese superávit tan crucial.
La dependencia de la balanza comercial de los precios de los commodities subraya la necesidad de continuar los esfuerzos de diversificación económica y productiva, buscando fuentes de ingreso menos susceptibles a los ciclos de precios.
En este delicado equilibrio, el Banco Central de Reserva (BCR) juega un papel fundamental. La pregunta sobre si el ente emisor intensificará sus intervenciones para evitar que el dólar caiga por debajo de los 3.50 soles es pertinente.
La autoridad monetaria podría optar por intensificar sus compras de dólares o sus operaciones de swaps cambiarios en el mercado si detecta un flujo especulativo que genere una volatilidad injustificada en la moneda local. Estas intervenciones no buscan fijar el tipo de cambio, sino más bien mitigar la volatilidad excesiva, brindando así un entorno de mayor predictibilidad. Históricamente, el BCR ejerció estas intervenciones puntuales de manera selectiva, permitiéndole preservar una valiosa flexibilidad en su política monetaria.
Esta capacidad de respuesta es un pilar de nuestra estabilidad macroeconómica, ofreciendo un ancla importante para sectores clave como los exportadores y las empresas endeudadas en dólares. La gestión prudente del BCR es un factor de confianza que diferencia al Perú en la región.
Inversión extranjera
La persistente caída del dólar, si bien trae beneficios, también presenta desafíos para ciertos actores económicos. Para los bancos tradicionales, por ejemplo, un menor tipo de cambio reduce el valor en soles de sus activos dolarizados, comenta Cornejo.
Esto puede afectar sus márgenes, especialmente si mantienen pasivos significativos en dólares, generando un descalce que requiere una gestión cuidadosa. Las casas de cambio, por su parte, enfrentan un aumento de su riesgo cambiario o de mercado.
En un contexto de abundante oferta de dólares, estas entidades deben absorber o comprar flujos considerables con herramientas de cobertura a menudo limitadas. Para ellas, el éxito radica en establecer asociaciones estratégicas que les permitan manejar estos volúmenes con precios favorables y rapidez operativa, mitigando así su exposición.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es sumamente positiva: la apreciación del sol se ha convertido en un atractivo imán para la inversión extranjera.
Un sol fuerte y estable impulsa directamente la inversión en activos denominados en soles. El ejemplo más elocuente es el incremento en la participación de extranjeros en la tenencia de bonos soberanos en soles, que escaló del 40.9% en diciembre del 2023 al 42.85% al cierre de mayo del 2025.
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(FIN) DOP/SDD