La tranquilidad del distrito de Huaytará, en la región Huancavelica, se ha visto alterada por un fenómeno geológico que mantiene en vilo a sus habitantes. Desde hace más de dos semanas el cerro Runayoc, ubicado cerca del centro poblado, presenta desprendimientos de tierra cada 15 a 30 minutos, acompañados por una extraña emisión similar a humo y visible desde varios puntos de la localidad.
La población, alarmada, solicita con urgencia la presencia de geólogos e ingenieros especializados en
desastres naturales para evaluar la inusual actividad del cerro. La cercanía del Runayoc a viviendas, un jardín de niños, el estadio local y la carretera Los Libertadores –vía de importancia estratégica– incrementa el nivel de riesgo ante un posible deslizamiento de gran magnitud.

“La población está asustada, no sabemos qué está pasando. Cada día los deslizamientos son más fuertes. Hay momentos que sale como humo y caen piedras. Queremos saber si debemos evacuar o tranquilizarnos”, comentó un poblador.
Hasta el momento, no existe una explicación técnica oficial sobre el fenómeno. No obstante, la continuidad y frecuencia de los derrumbes ha generado creciente preocupación entre los residentes, quienes temen que la inestabilidad del cerro pueda provocar una tragedia si no se actúa a tiempo.
Frente a la incertidumbre, sus dirigentes pidieron la intervención inmediata del gobierno regional y nacional. Insisten en que un equipo de especialistas debería evaluar la estabilidad del cerro, determinar las causas del fenómeno y definir medidas preventivas que permitan salvaguardar vidas humanas y evitar daños a la infraestructura pública.

Entre la geología y la leyenda: el Muki del Runayoc
Mientras la ciencia busca explicaciones, en Huaytará también resurgen antiguos relatos. Según la tradición oral, en las profundidades del cerro Runayoc habita el Muki, un espíritu protector de los minerales, temido y respetado por los antiguos mineros de la zona.
Raúl Ignacio Carbajal Llauca, docente e investigador local, rescató esta leyenda que muchos asocian con la actual actividad del cerro. “Cuentan los abuelos que el Muki vive en las entrañas del cerro y que, cuando se enoja, hace crujir las piedras para proteger su tesoro. Dicen que fue olvidado y ofendido por forasteros codiciosos, y desde entonces su furia estremece la montaña”, refirió.
Para muchos moradores, la reciente “ira” del Runayoc es una señal de advertencia: una mezcla de naturaleza herida y memoria ancestral que exige respeto por la tierra.

Mientras se esperan respuestas técnicas y la llegada de expertos, la población de Huaytará se debate entre la incertidumbre, el temor a una posible tragedia y el recuerdo de una lección que sus mayores no dejan de repetir: la tierra no es de quien la explota, sino de quien la respeta.