El nuevo informe "Economía del cuidado y trabajo decente: escenarios y recomendaciones para América Latina y el Caribe", presentado durante la 16 Conferencia Regional sobre la Mujer por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), trae consigo un mensaje de optimismo y una hoja de ruta clara para el desarrollo de la región.
Lejos de ser un análisis pesimista de las desigualdades, el informe se erige como una poderosa declaración de que el camino hacia un futuro más justo y próspero para América Latina y el Caribe (ALC) reside en una acción estratégica: la inversión en la economía del cuidado.
Históricamente relegado a la esfera privada y subvalorado, el trabajo de cuidados emerge ahora como un pilar fundamental para el desarrollo económico y la igualdad de género, señala el informe publicado en el suplemento Económika del Diario Oficial El Peruano.
Inversión
El documento detalla cómo la inversión en políticas de cuidado, lejos de ser un gasto, es un motor con un inmenso potencial transformador.
Esta perspectiva proactiva es un cambio de paradigma crucial. En lugar de lamentar las brechas de género existentes, el informe nos muestra cómo podemos cerrarlas de manera efectiva y con beneficios tangibles para toda la sociedad.
La adopción del Marco de las 5 R (reconocimiento, reducción, redistribución, recompensa y representación) de la OIT es un paso adelante fundamental. Este enfoque integral no se limita a reconocer la importancia del cuidado, sino que propone mecanismos concretos para reducir la sobrecarga de trabajo no remunerado sobre las mujeres, redistribuir estas responsabilidades entre todos los actores sociales y recompensar a quienes desarrollan estas labores, garantizando el trabajo decente y su protección.
Simulación de inversión
Las simulaciones de inversión del simulador de la OIT son la parte más prometedora del informe.
Al demostrar que la inversión en políticas de cuidado infantil y de larga duración puede generar millones de empleos y aumentar la participación laboral de las mujeres, el documento presenta un argumento económico irrefutable.
Se calcula que para el 2035 la inversión necesaria para un estándar avanzado de cuidados en la región, equivalente al 4.7 % del producto bruto interno (PBI), generaría cerca de 31.3 millones de empleos.
Este crecimiento laboral, centrado en un sector crucial para el bienestar social, tiene un efecto multiplicador que impulsaría la productividad y la recaudación fiscal, creando un ciclo virtuoso de crecimiento sostenible.
Además, el informe destaca un “retorno fiscal” de al menos 3.5 veces la inversión en países como Uruguay, mostrando que estas políticas no solo son socialmente justas, sino también económicamente rentables.
El verdadero “retorno social de la inversión” se manifiesta en la mejora de las trayectorias de vida de los niños, que, al crecer, muestran un mayor bienestar y menores demandas de gasto público en programas de recuperación educativa y servicios sociales.
Oportunidad
Este panorama nos invita a ver la economía del cuidado no como una carga, sino como la gran oportunidad que la región ha estado esperando.
La clave está en la acción coordinada de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para diseñar y financiar sistemas integrales de cuidado que tengan una verdadera perspectiva de género.
Esto implica avanzar en normativas que amplíen las licencias parentales, garantizando que el cuidado sea una responsabilidad compartida; invertir en infraestructura y servicios públicos de calidad; y, sobre todo, cambiar la cultura para que el trabajo de cuidados sea visto con el valor y la dignidad que merece.
América Latina y el Caribe se encuentra en un momento histórico en el que podrá construir, con la colaboración y el compromiso de todos los actores, una sociedad más equitativa, productiva y justa para todos.
El desafío ahora es traducir estas recomendaciones en acciones concretas. Los países de la región tienen la oportunidad de liderar con el ejemplo, implementando políticas que no solo corrijan desigualdades históricas, sino que también sienten las bases de un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo.
Mejora de condiciones
Más allá de las cifras y los sistemas, la verdadera transformación reside en un cambio cultural profundo.
Se trata de desterrar la noción de que el cuidado es una labor invisible o de segunda categoría, y elevarlo a un trabajo profesional y digno.
Esto implica mejorar las condiciones laborales de las personas cuidadoras, ofreciendo salarios justos, seguridad social y oportunidades de capacitación.
En América Latina es vital que el Estado asuma un papel protagónico en la provisión de estos servicios, no solo para aliviar la carga de las familias de cada país, sino también para garantizar la calidad y la universalidad del cuidado.
Además, la educación desde edades tempranas es fundamental para fomentar la corresponsabilidad y desarticular los roles de género tradicionales.
La sociedad en su conjunto debe entender que el bienestar de los más jóvenes y de los adultos mayores es una responsabilidad compartida, no una carga exclusiva de las familias o del Estado.
Solo mediante este pacto social podremos desbloquear el potencial completo de la economía del cuidado.
Este no es un problema que deba resolverse únicamente con políticas públicas, sino con una visión integral que involucre a cada miembro de la sociedad.
Detalles
- El éxito de esta transformación no solo se medirá en términos económicos, sino también en la capacidad de las sociedades para reconocer y valorar el trabajo de cuidado como la fuerza vital que sostiene la vida y el bienestar.
- Las desigualdades en el acceso a licencias y servicios de cuidado, así como las consecuencias que su ausencia tiene para quienes asumen estas tareas de manera remunerada o no, evidencian la urgencia de fortalecer la inversión en políticas y sistemas de cuidados.
- De acuerdo con el informe de la OIT, el no actuar implica posponer una transformación indispensable para garantizar los derechos humanos de la población, particularmente de cara a la crisis de los cuidados que enfrenta la región.
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(FIN) DOP/SDD