La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) presentó el informe de Monitoreo de Cultivos de Coca 2024, donde se reporta una reducción por segundo año consecutivo, con 89,755 hectáreas de superficie cultivada, en comparación con el 2023.
El presidente ejecutivo de Devida, Carlos Figueroa Hinostroza, presentó los resultados del informe, recordando que el 2022 se alcanzó el pico más alto registrado de cultivos de coca, en un contexto sin acciones nuevas.
Si el país no hubiese implementado medidas concretas, la proyección para el 2024 habría superado las 125,000 hectáreas, según cálculos basados en la dinámica anterior. No obstante, gracias a la política nacional de lucha contra las drogas y al desarrollo alternativo, se logró revertir dicha tendencia, dijo Figueroa.
Para el 2023 se registró una reducción a 92,784 hectáreas, consolidándose el 2024 con una nueva baja. Esto representa una reducción del 29 % respecto a la proyección original, señala el informe.
Durante la presentación del documento, el embajador de la Unión Europea (UE) en Perú, Jonathan Hatwell, felicitó a Devida por su liderazgo y capacidad de coordinación intersectorial, así como a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) por su respaldo técnico y metodológico en la elaboración del documento.
Hatwell subrayó que el informe, elaborado en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, constituye una herramienta clave.
“Desde la Unión Europea, como socio de confianza y firme defensor del multilateralismo, queremos destacar el trabajo conjunto que vamos desarrollando desde el 2020”, afirmó.
Resultados con enfoque interinstitucional
El presidente de Devida destacó que esta estrategia de reducir los cultivos ilegales de hoja de coca fue posible por el trabajo conjunto de entidades del Estado peruano, como la Policía Nacional, el Poder Judicial, el Ministerio del Interior, Migraciones, entre otras, junto con el apoyo de la cooperación internacional.
Uno de los hallazgos más importantes del informe es que el narcotráfico ha comenzado a desplazarse hacia zonas más alejadas y de frontera, como selva baja sin densidad poblacional, donde no hay tradición de cultivo de coca.
“Ahí no hay poblaciones asentadas, no hay mercados ni actividades productivas alternativas. Es narcotráfico puro y duro”, señaló.
Agregó que estas zonas requieren de procesos previos de deforestación y adaptación, lo cual implica inversión y tiempo, de entre un año y año y medio antes de que entren en producción.
Impacto en comunidades y ecosistemas
Figueroa advirtió que esta expansión afecta directamente a comunidades nativas, las cuales no tienen vínculos ancestrales con la producción ni el consumo de coca.
“La ancestralidad de cultivos de coca no es en todo el territorio nacional”, precisó.
Destacó también que esta expansión del narcotráfico representa un riesgo ambiental y social: “Esto implica deforestación, amenazas a pueblos originarios y degradación de los ecosistemas”.
Avances en zonas tradicionales y operativos
En contraste, las zonas tradicionales han registrado reducciones sostenidas. Por ejemplo, en el Vraem, por primera vez en ocho años, se reportó una disminución del 5 % en hectáreas cultivadas.
En el plano operativo, las acciones de erradicación se realizaron sin fumigación y con intervención en raíz, mediante el Proyecto Especial Corah del Ministerio del Interior, con apoyo de Dirandro y la Policía Nacional.
El informe detalla que el 2024 se evitó la producción de 3,188 millones de dosis de cocaína, gracias a interdicción, desarrollo alternativo e inteligencia operativa.
Casos complejos y cooperación internacional
El trabajo en zonas conflictivas como Putumayo, donde operan grupos armados como disidentes de las FARC, ha sido posible con apoyo del gobierno estadounidense, especialmente en transporte aéreo, y la colaboración de comunidades locales.
“La población ya no quiere vivir en zozobra”, expresó Figueroa, destacando la voluntad ciudadana como motor clave del cambio.
Entre las zonas de crecimiento más alto figuran Amazonas y San Gabán, ambas alejadas y sin condiciones para desarrollo alternativo. También se identificó la presencia de minería ilegal en estas áreas, lo que complica aún más el panorama.
Rol del desarrollo alternativo
El presidente de Devida también defendió el rol del desarrollo alternativo. “El cacao puede demorar tres años, pero el desarrollo alternativo es un proceso. Incluye plátano, peces amazónicos, miel, y otros productos”, mencionó.
Rechazó la idea de que esta estrategia sea insuficiente si no se complementa con interdicción y erradicación: “Si no funcionan los tres, no funciona ninguno”.
Agregó que el narcotráfico tiene una cadena delictiva cuya fidelización de clientes se da a través de la adicción, lo que impulsa la demanda mundial.
Por último remarcó que esta política pública debe centrarse en los derechos humanos de todos, tanto consumidores y no consumidores, como productores y no productores.
“Esta no es tarea de una entidad ni de un país. Es una tarea de todos los ciudadanos del mundo”, concluyó.
(FIN) ETA/CVC
GRM
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Publicado: 27/6/2025