La historia del joven Jordi Becerril es conmovedora. Vino desde Manchay, en Pachacámac, con el cuadro de santa Teresa de Toribio bajo el brazo para que el Papa Francisco la bendijera, y lo logró.
En diálogo con la
Agencia Andina, nos cuenta que el cuadro
fue pintado por un grupo de jóvenes como él, con mucha dedicación, y que apenas se enteraron de la
visita del Papa al Perú se hicieron la promesa de lograr su bendición.
El Papa Francisco tuvo palabras muy cordiales para los pobladores de esa localidad, pues comentó que muchos han venido caminando gran parte del trayecto desde esa zona de Pachacámac, en el suroeste de Lima, para estar presentes en la bendición de su patrona.
Jordi no cabe de contento, se siente orgulloso de esas palabras, y dijo que esto ayudará a redoblar la fe del pueblo en su iglesia, y organizar a la población en bien de la comunidad.
“La gente de mi pueblo es muy religiosa”, nos dice mientras se aleja, ya de noche, pensando en que este día será inolvidable.
(FIN) EGZ/RRC