Entre las muchas tradiciones ancestrales que tienen lugar en los Andes peruanos destaca una que combina ritualidad, identidad cultural, competencia física, estrategia y cierta dosis de violencia controlada. Se trata del Chiaraje, una costumbre cuyos detalles describiremos a continuación.
¿Qué es el Chiaraje?
Es una batalla ritual que rinde homenaje a la Pachamama o madre Tierra y a los apus o dioses tutelares de las montañas con el propósito de invocar su bendición para asegurar un nuevo año de buenas cosechas.
Este
enfrentamiento se desarrolla en su mayoría en pampas rodeadas de cerros y próximas a arroyos, puquiales o lagos cercanos a las comunidades. Esto se debe a que la batalla ritual tiene como objetivo lograr un año pródigo en cosechas y ganado. Se trata de la continuación de una tradición que se transmite con devoción de generación y generación.
Origen del Chiaraje
Según la historiadora estadounidense Diane Hopkins, el Chiaraje se remonta a la época del Tahuantinsuyo, debido al desarrollo de batallas entre el Hanan (zona alta) y Urin (zona baja) del Cusco, presididas por el Inca.
Históricamente, las batallas de Hanan y Urin Cusco se realizaban en temporada de lluvias, entre los meses de diciembre y marzo, y según los cronistas Bernabé Cobo y Guamán Poma de Ayala, esta batalla se desarrollaba en el menor momento de actividad estacional, cuando todavía no empezaba la siembra ni la cosecha.
¿Cuándo y dónde se celebra?
El Chiaraje se celebra tres veces al año, siempre en temporada de lluvias: el 1 de enero, el 20 de enero y en la fiesta de "compadres" en febrero, antes de la celebración de carnavales.
El escenario donde se desarrolla el enfrentamiento es una extensa pampa rodeada de cerros situada a 4,500 metros sobre el nivel del mar, que constituye el límite entre las comunidades campesinas de Checca y Quehue, en la provincia cusqueña de Canas.
Este tipo de enfrentamientos se realizan también en otras zonas, pero con diferentes nombres como Tocto, que tiene lugar en la zona fronteriza de las provincias cusqueñas de Canas y Chumbivilcas.
¿Quiénes participan en el Chiaraje?
En el Chiaraje participan tres comunidades vecinas: Langui, Checca y Quehue, que forman parte de la provincia de Canas. Los participantes son hombres y mujeres que pueden llegar a sumar más de 2,000 personas que se desplazan a pie y a caballo.
Tanto hombres como mujeres visten coloridas prendas y portan hondas con las que lanzan piedras hacia sus adversarios. Aunque el propósito no es lastimar gravemente a nadie, hay participantes que resultan heridos por el impacto de las piedras, las cuales son atendidas en los establecimientos de salud cercanos.
El cronista Bernabé Cobo refirió que antiguamente la batalla se realizaba con hondas que lanzaban “ciertas frutas como tunas”, como parte de lo que se llama un “pukllay”, palabra quechua que en castellano significa encuentro divertido o juego. En aquella época ancestral el que ponía fin a la batalla ritual era el Inca, quien a continuación establecía la paz entre ambos bandos.
¿Cómo se desarrolla el Chiaraje?
Esta batalla ritual tiene dos momentos o partes. La primera sucede en la mañana y la segunda en la tarde del mismo día. En la primera los pobladores se juntan con cantos y arengas en el lugar donde se realiza la contienda. Mediante provocaciones e incluso insultos empieza el combate con participantes que se desplazan a pie y otros a caballo.
Al medio día los dos bandos toman un descanso para almorzar y beber, y en este momento se desarrolla un ambiente festivo acompañado de música.
La segunda parte se realiza por la tarde con la batalla tradicional en la que se lanzan piedras utilizando hondas o huaracas que permiten arrojar estos objetos contundentes a gran velocidad y larga distancia.
La batalla ritual culmina al caer la tarde cuando uno de los bandos hace retroceder considerablemente al oponente y toma el control del terreno y los cerros que lo rodean. Los heridos son atendidos por personal de salud.
Importancia del Chiaraje
La siembra y cosecha en los Andes revisten una importancia crucial tanto desde el punto de vista económico como cultural. Los ciclos agrícolas no solo sustentan la vida de las comunidades, sino que están intrínsecamente vinculados a sus tradiciones y formas de vida.
La agricultura en los Andes es la base de la alimentación de las comunidades locales. Cultivos como la papa, la quinua, el maíz y otros alimentos autóctonos constituyen la dieta fundamental de las poblaciones andinas. En tal sentido, las prácticas agrícolas forman parte de la historia y la cultura de las comunidades andinas, las cuales tiene una estrecha relación con los rituales y celebraciones antes, durante y después de la cosecha.
En este festín de fuerza y violencia controlada cada integrante de la comunidad pone a prueba su valentía, honor y prestigio. Contrario a lo que se podía suponer, los dos bandos no se enfrentaban por odio ancestral acumulado a lo largo de los años, sino por el arraigo a una tradición que consideran fundamental para su pueblo. Al lanzar piedras y ofrecer su esfuerzo físico rinden una ofrenda a la Pachamama. La vestimenta, especialmente elaborada y utilizada para esta batalla ritual, constituye un recordatorio constante de la importancia de sus raíces culturales.
(FIN) LZD/MAO