Más de 60,000 pobladores altoandinos de diversas regiones del país se beneficiarán con el proyecto Puna Resiliente que brindará herramientas que permitirán mejorar la gestión de los ecosistemas para lograr una agricultura y ganadería sostenible y adaptada al cambio climático.
Así lo resaltó el viceministro de Desarrollo de la Agricultura Familiar e Infraestructura Agraria y Riego, Christian Barrantes, durante la firma del convenio entre el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) y el Consejo Directivo Fondo Verde para el Clima (GCF) que otorgará un financiamiento de 168 millones al citado proyecto.
La titular del Midagri, Jennifer Contreras, afirmó que este proyecto contribuirá en la adaptación de instrumentos normativos y técnicos para hacer frente a los efectos del cambio climático. “Puna Resiliente
mejorará la agricultura y la ganadería en el país, atendiendo a nuestros hombres y mujeres del campo; además, se priorizará la conservación de recursos naturales, agrobiodiversidad y cultura que proveen estas zonas altoandinas”, puntualizó.
En conjunto con las comunidades campesinas la meta en los próximos seis años es restaurar y conservar alrededor de 24,000 hectáreas de ecosistemas de puna y se fortalecerán negocios agropecuarios sostenibles y desarrollo de capacidades en 91 distritos de las regiones Apurímac, Arequipa, Cusco, Puno y Lima (Yauyos), mejorando considerablemente la resiliencia de sus medios de vida frente al cambio climático.
El Midagri precisó que este proyecto es posible gracias al esfuerzo conjunto de la Dirección General de Desarrollo Ganadero del Midagri, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), Profonanpe, el Instituto de Montaña, la cooperación canadiense y la cooperación alemana para el desarrollo implementada por la GIZ, sumado el respaldo del Ministerio del Ambiente y del Ministerio de Economía y Finanzas.
Adaptación al cambio climático
En los últimos años, la población altoandina se ha visto gravemente afectada, los glaciares se han derretido en un 56 % en las últimas seis décadas, las sequías son más prolongadas y las heladas más severas, afectando los ecosistemas y reduciendo la provisión de agua. Esto ha tenido un impacto en la producción agropecuaria, aumentando la vulnerabilidad de las poblaciones que viven en las partes altas y bajas de las cuencas.
Por eso, con esta iniciativa se ejecutarán medidas de adaptación basadas en ecosistemas (AbE) como la restauración y conservación de bofedales y andenes, la construcción de qochas (reservorios de agua), implementación de zanjas de infiltración, manejo natural del suelo, la agroforestería, entre otras.
Se trabajará también en el fortalecimiento de las cadenas productivas de cultivos andinos, alpacas y vicuñas, logrando de esta manera mejorar la propiedad y los recursos de las comunidades indígenas, andinas y las comunidades locales para fortalecer su resiliencia al cambio climático.