Andina

Pensión 65: conoce a Valentín de la Cruz, pescador de Apurímac que protege la naturaleza

Usuario del programa social del Midis enseña a tomar conciencia sobre el medio ambiente

08:50 | Ayacucho, ago. 10.

En el distrito ayacuchano de Ayna, ubicado a seis horas dela ciudad de Huamanga, se encuentra el centro poblado San Francisco, una localidad dentro de la zona del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) donde abunda la vegetación, la magia y personas como don Valentín de la Cruz, Vega, quien, a sus 74 años, sigue contribuyendo a su comunidad con cariño y mucho optimismo.

Este adulto mayor es un experto en la pesca de bagre y en la elaboración de redes. Su experiencia y amor por la vida lo ha llevado a trabajar en armonía con el medio ambiente. Por eso motiva a los demás a cuidar la naturaleza y sus recursos.


Nací en Vizcachayocc (Ayacucho). Viajé a Lima para enlistarme en el Ejército, luego, cuando salí del servicio, quise postular a la Policía, pero me robaron todas mis pertenencias. Fue ahí que decidí regresar a mi región, pero esta vez buscando una oportunidad en Ayna. Tenía 28 años cuando conocí a un grupo de artesanos que hacían redes para pescar y aproveché para aprender”, relata.

Tiempo después se instaló en una casa, a orillas del río Apurímac, en la calle María Parado de Bellido. Ahí empezó a pescar bagres. Con los años, aprendió a amar tanto la naturaleza que comenzó a concientizar a sus compañeros de oficio y vecinos sobre los excesos que había en la pesca y la importancia de no contaminar la zona, conocida como La Playa.


Pescaba bagres muy grandes, un pez sabroso y muy común en la selva. Aprendí todas las técnicas, siempre respetando lo que nos brinda la naturaleza. Cuando fui testigo de la pesca indiscriminada por parte de algunas personas, comencé a cuidar el río Apurímac, para que haya una pesca responsable”, manifiesta.

Así, el septuagenario pasó a convertirse en el protector de un sector del río, en la zona que conecta Ayacucho y Cusco. “Cuando no trabajó, recorro la orilla y explico a los visitantes lo bello que es nuestro mundo y cómo debemos cuidarlo y por eso no debemos arrojar desperdicios”, añade.

Tiene un ángel


Diferentes pescadores buscan a don Valentín para que les haga sus redes y de paso les cuente sus numerosas anécdotas. Él se demora una semana en terminar una red. “Sigo trabajando para enfrentar la soledad”, agregó, mientras volteó a mirar el horizonte con cierta melancolía.


De la Cruz Vega tiene cinco hijos y siete nietos, que lo visitan y le brindan cariño. Sin embargo, hace pocos años murió uno de sus nietos, dejándole una gran herida en el corazón.

Los chicos crecieron y hacían sus vidas, pero un día me avisaron que uno de mis nietos mayores, a quien le enseñé a pescar y respetar la naturaleza, se había accidentado. Él falleció en un accidente a los 14 años. Se llamaba Ángel y lo quería mucho. Me costó superarlo y por eso me refugié en el trabajo, hasta que entendí que él se convirtió en el ángel que necesitaba para proteger lo que compartíamos: nuestro amor por la pesca y la naturaleza”, concluye con profunda tristeza.

Fuente de conocimientos


Después de su terrible pérdida, don Valentín recibió la noticia de su incorporación a Pensión 65, donde además de recibir una subvención económica de 250 soles, encontró un espacio para mostrar sus habilidades en la elaboración de redes. Su talento y destreza fueron reconocidos por la municipalidad de Ayna, que lo invita constantemente a participar de los encuentros de Saberes Productivos, intervención del programa Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) que busca revalorar a los adultos mayores como fuentes de conocimientos.


(FIN) NDP/LZD


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Publicado: 10/8/2024