La ausencia de registros contables en el 80% de las micro y pequeñas empresas (mypes) no solo refleja un problema técnico, sino también una exclusión sistemática que condena a millones de emprendedores a la invisibilidad económica.
Sin embargo, detrás de esta realidad aparentemente esperanzadora se esconde una tragedia silenciosa: ocho de cada diez micro y pequeñas empresas no llevan contabilidad formal, condenándolas a navegar a ciegas en un océano económico cada vez más competitivo.
Esta no es una simple omisión administrativa. Es “el síntoma de una realidad más profunda y dolorosa: el desarraigo del conocimiento financiero en los sectores más vulnerables”, asegura el jefe de la Carrera de Contabilidad y Auditoría de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), Magno Aguilar Castillo.
Cuando una madre de familia decide vender comida casera para sostener su hogar, o cuando un joven monta un taller de reparaciones en su garaje, nadie les explica que el precio de sus productos puede estar mal calculado, que sus costos los están devorando en silencio.
Herramienta
La contabilidad, lejos de ser una obligación tributaria más, representa una herramienta de vida que permite distinguir entre crecer y apenas sobrevivir.
Sin embargo, esta sabiduría financiera básica permanece como un conocimiento reservado para élites económicas, mientras que quienes más la necesitan –los emprendedores populares– quedan excluidos de este poder transformador. Esta exclusión tiene consecuencias devastadoras.
En el sistema financiero formal no basta tener un sueño; hay que demostrar que ese sueño tiene fundamento sólido. Sin registros claros, ordenados y verificables, las micro y pequeñas empresas (mypes) se vuelven invisibles para bancos y entidades crediticias. El resultado es predecible: créditos limitados, caros y llenos de condiciones leoninas, cuando los hay.
La tragedia se profundiza cuando consideramos que muchos emprendedores desconocen completamente cómo “ser visibles” financieramente. Nadie les enseñó que la contabilidad no es para la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat), sino para abrir puertas: a préstamos justos, programas de capacitación, fondos de reactivación e incluso inversionistas dispuestos a apostar por su esfuerzo.
La exclusión financiera no se produce únicamente por falta de ingresos, sino también por ausencia de registros que respalden esos ingresos.
Pero el problema trasciende el acceso al crédito. El especialista de la UARM es categórico: cuando un emprendedor no gestiona sus finanzas, deja de tomar decisiones estratégicas para simplemente reaccionar ante las circunstancias. Compra por impulso, vende sin calcular márgenes, gasta sin priorizar y, frecuentemente, invierte recursos escasos en las áreas equivocadas. Su negocio no crece; se agota lentamente.
Realidad
La gestión financiera funciona como una brújula que permite responder preguntas cruciales: ¿Cuánto debo producir para ser rentable? ¿Cuánto puedo invertir sin comprometer la estabilidad del negocio? ¿Estoy preparado para expandirme o contratar personal? Sin esta brújula, el emprendimiento navega a la deriva, dependiendo del azar o la urgencia del momento.
Esta situación explica parcialmente la alta mortalidad empresarial que revelan los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) 2023. Según la reflexión de Aguilar, es como una persona que vive sin chequeos médicos regulares: una empresa sin contabilidad carece de termómetro financiero. No detecta riesgos, no corrige a tiempo, no previene colapsos.
Cuando llega una crisis, caída de ventas, deudas impagas, incremento de insumos, la empresa sucumbe porque nunca estuvo preparada para resistir.
Carencia de información
Miles de emprendimientos mueren prematuramente no por falta de dedicación o trabajo arduo, sino por carencia de información y orientación. Cada empresario necesita un contador que funcione como médico de cabecera financiero, acompañándolo en el proceso de crecimiento.
El Estado implementó diversas iniciativas: plataformas digitales, programas de capacitación, beneficios tributarios, simplificación de regímenes. Sin embargo, para muchos emprendedores, la formalización sigue representando más trabas, costos adicionales y temores burocráticos.
La fragilidad financiera de nuestras mypes constituye una grieta en los cimientos nacionales. En opinión de Aguilar, cada emprendimiento mal gestionado representa empleos perdidos, familias estancadas, comunidades sin progreso.
Cuando ocho de cada 10 mypes operan sin contabilidad, no solo está en riesgo la caja diaria del emprendedor: peligra la sostenibilidad de la economía popular, la formalización del mercado y la capacidad estatal para planificar eficientemente.
Manifestó que la contabilidad debe dejar de verse como técnica neutra para convertirse en herramienta ética, en arquitectura del bien común.
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(FIN) DOP/SDD