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Pensión 65: conoce el secreto de Marcelina Melon para vivir a plenitud 117 años

Adulta mayor centenaria de La Libertad ha sido testigo y partícipe de la evolución de hábitos y costumbres

María Marcelina Melon tiene 12 hijos, 33 nietos y 8 bisnietos, y es usuaria del programa Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.

María Marcelina Melon tiene 12 hijos, 33 nietos y 8 bisnietos, y es usuaria del programa Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.

15:00 | La Libertad, may. 28.

El pastoreo de ovejas es habitual en las alturas de la Libertad, forma parte de la cotidianeidad de sus pobladores, pero para ella significó mucho. María Marcelina Melon tiene 117 años y recuerda muy bien las verdes montañas, el cielo profundo y azul, las densas nubes, las ovejas y la primera vez que vio al hombre con el que se casaría.

Era jovencita, aun adolescente, cuando conoció a Manuel Aranda, precisamente, pastando ovejas. No fue amor a primera vista, reconoce, pero el solo hecho de haber entablado conversación con él, fue suficiente para su madre: su hija ya debía casarse.

“Con el tiempo me enamoré de él”, confiesa María, sentada en un tronco en la puerta de su casa de adobe, en Huamachuco, apoyándose en un bastón de madera, con un vestido azul y un sombrero blanco de ala ancha. 

Tiene 117 años y no pierde la elegancia. Le pide a una de sus nietas que la peine para las fotos que ilustran esta nota. María Marcelina tiene 12 hijos, 33 nietos y 8 bisnietos. Con 117 años, no pierde la sonrisa. “Mi mamá me hizo casar con el primer hombre que conocí”, agrega con un brillo pícaro en la mirada. 

María Marcelina Melon nació en el centro poblado de Cerpaquino, en distrito de Sarín; vivió por muchos años en el sector Paigón, cerca de Huaguil, distrito de Chugay; hoy su casa está en Huamachuco. 

Su vida ha transcurrido siempre en las alturas de la Libertad. En Sarín, ha participado de la esquila de alpacas y el pago a la Pachamama, junto a los criadores de alpacas y llamas, una costumbre ancestral en la que incluso se sacrificaba a una llama para dejar correr su sangre, como ofrenda a la Madre Tierra. 

Las fiestas de su tierra

La yunta no solo es una técnica que sirve para el arado de los campos –se unen dos toros con un madero llamado yugo, a través de sus cuernos–; también es sinónimo de fiesta en Chugay. 

El festival de yuntas y arado se realiza en el mes de mayo de cada año, en el mencionado distrito de la provincia de Sánchez Carrión, en honor a su santo patrón San Isidro Labrador

Participan, en promedio, 180 yuntas por la calle principal, en un colorido desfile, que es también un concurso; los toros se muestran adornados con mantas tejidas en telar, con vistosos adornos de plantas que cultivan, frutos de sus parcelas, comida típica de Chugay, para demostrar la gratitud a San Isidro Labrador, por el año promisorio que tuvieron. María Marcelina no se perdía esas celebraciones.

“Lo que más me gustaba era cantar y bailar huaynos con mis amigos, me gustaban muchos las fiestas de mi tierra”, dice con emoción. 

La Fiesta Patronal de la Virgen de Alta Gracia es la más importante en Huamachuco. El 29 de julio empieza, con la tradicional Parada del Gallardete, que dura tres semanas, y con misas o novenas ofrecidas por los devotos. 

“Esas fiestas me daban alegría… Pero la etapa más feliz de mi vida fue cuando tuve a mis hijos. Lo más triste fue perder a mi padre, cuando era niña… Mi madre era muy recta. Ella trabajaba en una hacienda como cocinera y en la crianza de animales, los patrones eran muy malos… Yo tenía que dedicarme al pastoreo de animales, a cocinarles a mis hermanos, éramos ocho hermanos… Yo siempre rezaba antes de dormir, y al amanecer… Cuando nacieron mis hijos llegó el amor a mi vida. 

A ellos les enseñé a respetar, trabajar, siempre los alimenté bien, con maíz, les hacía sopa shámbar, con trigo, menestras y distintas carnes, todo se cocinaba con las grasas de los animales que criábamos… Esta comida es la que me ha hecho vivir tantos años”, acota. 

El amor del pueblo

A María Marcelina Melon no le es muy difícil recordar y expresar lo que siente. Las visitas de las autoridades locales a su casa de adobe en Huamachuco son recurrentes y ella, que acepta con gusto su condición de celebridad en su pueblo, siempre está de buen ánimo para recibirlos.

El pastoreo de ovejas es habitual en las alturas de la Libertad, forma parte de la cotidianeidad de sus pobladores, pero para ella significó mucho. Tanto que a todos sus hijos les enseñó a tejer con lana. 

“Hacen unas bonitas frazadas… No debemos perder nuestras costumbres, no debemos dejar de hablar quechua… Yo hasta ahora cocino mi plato preferido, arroz de trigo con cuy, revuelto con papa… Lo que me da Pensión 65 me sirve mucho para mi alimentación, para mi salud… Lo que más le pido a Dios es una cosa: que cuide siempre a mi familia y que me dé más años de vida…”, dice María Marcelina Melon, la señora de 117 años, en las alturas de la Libertad. 

Cobertura nacional del programa pensión 65

Pensión 65 cuenta con 577,043 usuarios en los 1,874 distritos del país. Atiende a 27,935 usuarios y usuarias en la zona del Vraem; 14,745 en el Alto Huallaga; 53,768 en zonas de frontera y 75,092 en la Amazonía. Actualmente Pensión 65 atiende a 1,482 usuarios mayores de 100 años.

Acompañamiento remoto

Al mes de abril, se han realizado 78,195 visitas domiciliarias de acompañamiento remoto, mediante llamadas telefónicas a 73,037 usuarios y usuarias en 24 departamentos, 186 provincias y 1,292 distritos, siendo mayor el número de usuarias que han recibido llamadas (40,295), que representan el 55% del total. 

Las Unidades Territoriales con mayor número de visitas son Cajamarca (9,350), San Martín (8,576), Huancavelica (8,403) y La Libertad (6,394).

(FIN) NDP/LZD

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Publicado: 28/5/2022