La amplia variabilidad genética de la quinua le permite adaptarse a diversos ambientes ecológicos (valles interandinos, altiplano, yungas, salares, a nivel del mar) con diferentes condiciones de humedad relativa y altitud (desde el nivel del mar hasta los 4,000 metros de altura) y es capaz de hacer frente a cambios de temperatura que oscilan entre los gélidos 8 grados bajo cero hasta los sofocantes 38° C.
Variedades
Según el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) existen alrededor de 100 variedades de quinua, cuyos granos son preparados de diversas maneras para su consumo directo y transformados en múltiples derivados.
Si bien las variedades comerciales más conocidas con la quinua blanca, roja y negra, en el Perú existen 3,000 ecotipos, de los cuales el INIA conserva el material genético de alrededor 2,000 ecotipos.
Alimento milenario
Cuenta la tradición que hace más de 3,000 años, bajo la mirada atenta del dios Wiracocha, jóvenes horticultores se enrumbaron a la orilla del emblemático lago Titicaca, donde crecen las robustas panojas de quinua, que esperan ser trilladas.
Desde entonces, hombres y mujeres del campo ejecutan el ancestral rito de la siembra y cosecha del grano que siglos más tarde se convertiría, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en la clave de la seguridad alimentaria de la humanidad.
La versatilidad culinaria de la quinua la convierte en protagonista de una amplia gama de potajes y postres regionales, dado que combina muy bien con todo tipo de insumos de origen animal (carnes de res, pescado, aves, cerdo, etc.) y vegetal (frutas y verduras, hortalizas, entre otros).
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