Un momento muy especial vivirá el Papa Francisco cuando visite la tumba del padre jesuita Francisco del Castillo dentro de la iglesia de San Pedro, el viernes 19 de enero para elevar una oración por su alma.
La tumba del sacerdote considerado "venerable" por la Iglesia Católica, se encuentra hacia el ala derecha del templo de San Pedro.
"En una losa de mármol en ese lugar se puede leer "Aquí yacen los restos del v. p. Francisco del Castillo de la Compañía de Jesús, muerto en olor de santidad el 11 de abril de 1673 en la ciudad de Lima, su patria", comentó el padre Enrique Rodríguez, párroco de la iglesia San Pedro.
Son muy pocos los que conocen la historia de este sacerdote jesuita que sus hermanos esperan ver algún día en los altares, pero Francisco del Castillo fue un religioso de grandes virtudes y de una humildad a prueba de todo.
Dedicó su sacerdocio a "caminar por las periferias" de la ciudad, donde estaban los esclavos negros, a quienes evangelizó. Su tarea de catequesis la llevó también "bajo el puente", en el conocido mercado Baratillo del Rímac, donde cada domingo por la tarde, con una cruz a cuestas, predicaba la palabra de Dios.
"Trabajaba en la fe de los esclavos, les abrió su corazón y su espacio a los más necesitados. Estuvo muy vinculado con los afrodescendientes", señaló el sacerdote.
Del Castillo era un limeño de pura cepa. Nació en la cuadra dos del jirón Azángaro y toda su vida giró en torno a esa zona de la ciudad. Estudió en el Colegio en el Colegio Real de San Martín, y a los 16 años inició su noviciado en la Compañía de Jesús, en la sede del Parque Universtario, que hoy es la casona de San Marcos.
Su proceso de beatificación ya está muy avanzado y solo resta la evidencia de un milagro concedido por Dios a través de este sacerdote para lograr el objetivo, según señaló el padre Rodríguez.
Cuenta la historia que los superiores de este religioso le ordenaron que escribiera su autobiografía. Él, obediente como era, muy a su pesar cumplió con redactarla, pero como nadie le dijo que debía entregarla, tomó las hojas de papel, las enrolló, las guardó dentro de una imagen religiosa hueca y la selló. Muchos años después alguien las descubrió.
"Voy a entregarle al Papa Francisco una copia de esa autobiografía, como un regalo personal ", señaló Rodríguez, quien encabeza la organización de las actividades que el Santo Padre cumplirá en la Iglesia de San Pedro.
(FIN) ART/LIT
Publicado: 14/1/2018