Cinco menores del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de San Borja celebran una nueva oportunidad de vida tras haber superado complejas enfermedades, gracias a la generosidad de donantes de órganos. En esta Navidad, médicos, pacientes y sus familias comparten la alegría de su recuperación, destacando que el acto de donar órganos es el mayor gesto de amor.
1. Gerald Lino Peña es un niño de 9 años, que tuvo que ser trasladado desde el centro poblado La Divisoria en Ucayali, para ser tratado del mal renal que le fue identificado a partir de los cambios que su madre, Lilian Peña Albornoz, advirtió inicialmente.
“Él empezó a bajar de peso, a mostrar signos de hinchazón de cuerpo, por lo que decidimos hacerle un análisis de manera particular y arrojó que tenía 5% de hemoglobina. Nos dijeron que debíamos llevarlo a un centro de salud. Llegamos a Tingo María, donde los médicos diagnosticaron que mi hijo sufría insuficiencia renal crónica y que debía ser traído a Lima de emergencia. Yo estaba impactada”.
Lilian asegura que nunca pensó que su niño, en ese momento de 7 años, ágil, responsable con sus estudios, podría tener esta enfermedad, aun cuando había notado que no estaba creciendo adecuadamente.
“Como vivimos en el campo, pensé que podría crecer en cualquier momento, dar un estirón como dicen, pero no. El 15 de julio de 2023 fue diagnosticado, llegamos a Lima el 18 de julio y desde el 20 de julio, mi pequeño Gerald empezó a recibir diálisis”.
Era la primera vez que Lilian viajaba a Lima. Cuenta que salió de un momento a otro, con dos mudas de ropa. “Desde que llegamos le rogaba a Dios de rodillas para que nos hiciera el milagro de salvar a mi hijo y, a pesar del dolor inmenso que uno puede sentir, confiaba en que iba a salir bien, que se iba a recuperar, y por eso hago ese llamado de ánimo y aliento a esas mamitas que sufren la enfermedad de sus hijos, para que no pierdan la fe”.
Hoy Lilian sabe que los milagros existen. Agradece infinitamente a la familia que permitió que su familiar fallecido donara sus riñones. Lo cree además firmemente al enterarse que el grupo sanguíneo A+ del donante era el mismo de su niño y de otro menor también con mal renal. “Este es el mejor regalo de Navidad que uno puede recibir”, comenta Lilian.
2. A pocos metros de la cama de Gerald, e igualmente con una vitalidad que no permite sospechar que le ha sido trasplantado un riñón, encontramos a Josué Elías Collanqui (12) y a su madre, Lucía Ayamamani.
Ella, al igual que Lilian, vivió un real “vía crucis” cuando empezó el tratamiento de su hijo. “A los 10 años era un niño normal, pero repentinamente empezó con dolor de cabeza, mareos, vómitos, tenía mucho sueño. Mi otro hijo Luis Daniel, también empezó a presentar los mismos síntomas y allí fue cuando los llevé al médico. Me mandaron al Hospital de Villa El Salvador, luego al hospital del Niño en Breña.
A mi hijo Josué le diagnosticaron insuficiencia renal por lo que el trasplante de riñón era la opción que nos recomendaron para salvar su vida”. Lucía ahora está más tranquila viendo a Josué que se recupera luego de la intervención practicada en el Área de Trasplantes del INSN San Borja.
Está convencida que su pequeño saldrá adelante con la gracia de Dios. Solo es - pera que su hijo menor, Luis Daniel, quien ya se encuentra en lista de espera por un donante, pueda ser operado cuanto antes.
Él actualmente es sometido a hemodiálisis. En tanto, aguarda que un corazón desprendido doné sus órganos y le otorgue a otros pacientes, la posibilidad de llevar una vida sana, gracias a ese milagro llamado donación.
3. Sandra Mamani no deja de agradecer a Dios por la recuperación que muestra su pequeño Antony Carita Mamani, al que le detectaron a los 8 años que tenía problemas de visión en el ojo derecho. Fue derivado del médico que atendía su autismo, a un oftalmólogo y después de varias pruebas, le dijeron que requeriría un trasplante de córnea.
Es así que fue referenciado al INSN San Borja, donde finalmente, después de una larga espera, le dijeron a su madre que había un donante cadavérico, cuya familia había accedido a donar. “El 2 de diciembre nos llamaron y al día siguiente fue intervenido después de una larga espera y preparación”.
Sandra no puede evitar las lágrimas al ver a su hijo sonriente. Recuerda cada momento que ha tenido que pasar con su pequeño que hoy ya tiene doce años y agradecer a Dios, a los médicos, al servicio integral del Estado que le proporcionó hasta un techo, mientras Anthony era tratado.
No es su único hijo, Sandra tiene una niña de 2 años que se quedó con su papá y hoy los esperan en casa para recuperar el tiempo que les robó muchos momentos felices.
4. Danna Ayala Martel lleva hoy un parche en el ojo derecho que apenas puede disimular con los grandes lentes de sol que usa para protegerse del sol. Cuando le sea retirado, el triste episodio que le tocó vivir junto con sus padres será solo un mal recuerdo.
Celia Martel, su madre, quien la acompañó en este largo periplo de consultas médicas y tratamientos, cuenta que todo empezó a cambiar cuando llegaron al INSN y la posibilidad de vivir una vida plena, se hizo real.
“Danna empezó con las molestias a los 2 años. No toleraba la luz. Yo no sabía que pasaba, la llevé a un médico particular que me dio unas gotitas para que le echara, pero sin resultados. Cambié de médicos hasta que llegué al INSN de Breña donde descubrieron que tenía úlcera corneal para lo cual me recetaron más gotas. Eso le calmará las molestias, me dijeron, pero llegó la pandemia y todo se complicó”.
Los malestares empeoraron. Después de 6 meses, ya en el INO, le dijeron que su hija necesitaría un trasplante de córneas, pero que solo podría inscribirla en una lista cuando cumpliera 8 años.
El rostro de Celia muestra la serenidad que otorga el saber que hizo todo lo que estuvo a su alcance. Cuenta que su hija ha recibido atención integral, porque tiene también episo - dios de epilepsia que controlan con medicamentos y mucho cariño.
La niña, hoy de 8 años, se siente arropada: juega, lee, baila y dice que extraña a sus amigos de segundo grado del colegio María Auxiliadora de Chosica, donde vive con sus padres. Celia dice que es un milagro y pide que más personas se decidan por la donación de órgano.
5. El caso de José Suyón Yarlequé (15) es del último menor tras - plantado en el INSN con un riñón donado por su madre, Yuliana Yarlequé Valencia.
Ellos son de Piura, pero por razones de su tratamiento, venían residiendo en Lima, donde debían completar la etapa de preparación previa a la intervención, que se produjo recién el 9 de diciembre.
Su caso no deja de sorprender a los galenos, debido a lo rápido de su recuperación. El día que lo visitamos, permanecía en su cama del Área de Hospitalización de trasplantes.
Jugaba con una tableta, despreocupa - do del mundo, aunque seguramente, como en el caso de los otros niños, tiene claro lo que le ha tocado vivir y los cuida - dos que deberá seguir en el futuro, gracias a la “Escuelita de Trasplantes”, que funciona en el mismo instituto y donde enseñan a los chicos a ser responsables, es decir tomar sus medicamentos, alimentarse bien y a llevar una vida sana.
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Publicado: 24/12/2024