Un matrimonio es un contrato que se puede rescindir, pero lo que no se puede rescindir es el contrato de la paternidad, el ser papá, el ser mamá. Sin embargo, muchas parejas se olvidan de ello cuando se separan, ocasionando un daño muy profundo en la salud emocional de sus hijos.
, donde advirtió que la mayoría de las parejas que se separan no suele buscar ayuda durante este doloroso proceso y lo hacen solo cuando ya es imposible ponerse de acuerdo en cosas mínimas.
“El vínculo de pareja es trabajoso. Todos pensamos que vamos a estar juntos por siempre, pero con la llegada de las crisis muchas parejas quieren terminarlas, pero por la inmediatez quieren terminar también con la relación, incluso así hubiera niños”, señala.
En esa lucha de poderes, los niños son siempre los más perjudicados, sostiene Capellino, quien es directora del Centro de atención para niños, adolescentes, adultos, parejas y familias,
“Oye Papá, Oye Mamá”.
Indica que los menores inmersos en este tipo de situaciones presencian discusiones a cualquier hora del día, las cuales van destruyendo la imagen que tienen de sus padres. Son obligados, muchas veces, a tomar partido por uno de sus progenitores o a mentir para dañar al otro. Son hijos que funcionan como rehenes de sus padres.
Muchos hijos experimentan mucho dolor al tener que elegir entre alguno de sus progenitores
Ansiedad y falta de sueño
En medio de estas luchas, los menores atraviesan por diversas etapas, donde se resisten a pensar que sus padres van a separarse.
“En consulta, un niño nos decía ‘yo recién me duermo cuando mis papás terminan de pelear’. Y eso porque es su fantasía; eso le aseguraba que, al despertar, sus padres seguirían juntos, con el alivio de que ninguno se fue de la casa”, recordaba la especialista.
Cuando las parejas deciden finalmente separarse, agregó, en muchos de los casos las peleas continúan y, por lo general, por temas económicos.
“Los padres son impedidos de ver a sus hijos, deben salir de casa y los acuerdos, casi siempre, giran alrededor de lo material, de los pagos y de las situaciones que se van a compartir con la madre, como por ejemplo las visitas a los hijos. Pero a veces ocurren eventos y situaciones que alteran la conciliación a la que se ha llegado”.
Entonces, los niños que veían a sus padres todos los días, ahora deben verlos solo algunos días y a ciertas horas. Ellos entran en modo de espera y se ven sometidos a esta situación que los hace sufrir y los altera.
La ausencia de alguno de los padres altera la salud física y mental de los menores
“Los niños sienten la ausencia, la falta de la otra voz a la que estaban acostumbrados en su memoria afectiva, lo cual les genera mucha ansiedad. Son niños que de pronto dejan de comer o comen menos, tienen alteraciones en el sueño, problemas de control de esfínteres y, de pronto, empiezan a mojar la cama. Son respuestas fisiológicas al dolor y la tristeza que sienten”.
Policías y árbitros
Cuando el conflicto de los padres ocurre en el momento escolar en el cual el niño está ingresando al reconocimiento de letras, de números, de pronto experimentan un retroceso en las ganas de aprender. El procesamiento de la información se hace más lento. En algunos casos, el habla se retrae o desaparece.
“Los hijos de estas parejas tenían muchas ganas de aprender pero, de un momento a otro, escuchan que su mamá le tira el teléfono a su papá o él le pide de mala manera que lo comunique con ella y se dan cuenta que algo malo está pasando. Entonces, tienen que empezar a cumplir el rol de árbitros de fútbol, policías o cómplices de una situación que no desean”.
Y lo hacen, explica Capellino, porque en el fondo no quieren la ruptura. Lo hacen para sobrevivir al dolor que les genera las ausencias del progenitor que salió de casa.
“Si el niño ya está insertado en un grupo social y lo ven triste, ese niño no va a decir que se siente mal porque su papá se fue anoche o porque su mamá no quiere que hable con él, o al revés. Por lo tanto, tendrá que verse obligado a inventar situaciones para pasar el momento. Eso tampoco es saludable para un niño”, refirió.
Cómo evitar tanto dolor
Ante esta ola de efectos adversos, la psicoterapeuta sugiere a la pareja preguntarse ¿qué es lo más saludable para los hijos? Y la respuesta se resume en verlos conversar y ponerse de acuerdo de manera civilizada, de congeniar horarios de visita y de salidas el fin de semana.
“Esa concertación y diálogo es lo que nunca debe romperse. El contrato de los padres es para siempre. Los hijos que son rehenes de su progenitor sufren en silencio porque no les queda otra cosa que adaptarse a ese encierro del papá o mamá con el que viven. Tienen que sonreír y actuar como si no pasara nada y creer que eso es lo que realmente pasa”.
Se olvidan, alerta, que de acuerdo con el Código de Niño y Adolescente, “los padres deben ser ejemplos de comportamientos correctos frente a sus hijos”.
“Hay algunos padres que suelen ser muy drásticos al fijarse en los supuestos errores de su expareja cuando se queda a cargo del hijo. Por ejemplo, si se ensució la ropa, si llegó más cansado, si no hizo la tarea. Dejan de lado, por ejemplo, si el niño la pasó bien mientras estuvo fuera, si se trata de un padre muy comprometido con sus hijos. No valoran las buenas vivencias que tiene el menor mientras estuvo con su papá y eso debe cambiar”.
La experta pidió valorar los esfuerzos del padre que deja el hogar para mantener los lazos afectivos con sus hijos
Qué hacer?
El camino legal por la tenencia de los hijos es muy sinuoso, empedrado, largo y difícil, pero puede ganarse tiempo y salud mental haciendo pequeños cambios.
“Mi primera recomendación es que busquen ayuda profesional porque es difícil que la mamá, el hermano o la amiga nos ayude a mirarnos en un momento de crisis. Solo con ayuda profesional uno puede asegurar que la separación va a permitirle a los hijos respirar, disfrutar de mamá y de papá”.
Apuesta por la tenencia compartida de los hijos y un trabajo permanente para definir claramente los horarios, labores y responsabilidades que se tendrán con los menores hasta que se logre un dictamen judicial, actuando siempre bajo la mirada de qué es lo mejor para los menores.
“Es importante entender que los papás no solo proveen de dinero o las pensiones del colegio. Las autoridades deben escuchar a ambos padres sin hacer interpretaciones a priori. Es necesario que se hagan entrevistas individuales, profundas, donde se escuche, sobre todo, a los niños porque muchas veces se les induce a mentir, con lo cual estamos generando un comportamiento psicopático en ellos”, advirtió.
Aunque sea difícil, pidió trabajar mucho para lograr una cierta estabilidad en medio del proceso de separación y tenencia, donde se proteja la salud física, económica, pero también la salud mental de los menores.
“Me quedo con una frase que me dijo una niña en medio de un proceso de terapia debido a que sus padres se estaban separando: Yo soy de papá y también de mamá”. Un aspecto que no debe dejarse de lado durante el proceso de tenencia.
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(FIN) KGR/RRC