Para Alicia, quien labora en la Dirección de Educación Intercultural Bilingüe, es necesario proteger las 48 lenguas originarias que existen en el país, de las cuales 10 están en serio peligro de desaparecer, 4 están en peligro y 7 en situación crítica, sobre todo, aquellas que subsisten en las comunidades indígenas de la Amazonía.
La maestra es la séptima de ocho hermanos de una familia dedicada a la agricultura y crianza de animales menores. Su lengua materna es el quechua en su variante chanka.
Cuando fue a la escuela, era monolingüe quechua y no sabía ni una sola palabra de castellano, lo que dificultó su aprendizaje. Cuenta que un profesor les prohibió hablar su propio idioma en el salón y desde entonces ella y sus compañeros trataban de permanecer mudos.
“Un día nos castigaron por desobedecer, nos dejaron encerrados toda la tarde. Al oscurecer, muchos niños empezaron a llorar de miedo, yo tuve que romper uno de los vidrios del aula para escaparme por la ventana”, relató.
Al día siguiente, su padre fue llamado al colegio para evitar su expulsión. Después de ese incidente, Alicia tuvo que abandonar momentáneamente la escuela a los 9 años y migrar a Lima para ayudar a su hermana mayor mientras aprendía el castellano.
“Al principio fue difícil, porque olvidaba las palabras; mi hermana me enviaba a comprar a una tienda y tenía que regresar porque no recordaba el nombre de los productos”, comentó entre risas.
La dificutad de aprender un nuevo idioma
A los 10 años, tras la muerte de su padre, regresó a Ayacucho y volvió a la escuela de la ciudad. Allí, el profesor la sacó del aula porque no sabía leer. “Me dijo que la escuela no era para mí, que yo nada más servía para pastar mis ovejas y que mejor regrese a mi pueblo a seguir pastando cabras o chanchos, pero yo ya no quería hacerlo”.
Por eso decidió vivir con su abuela materna, quien vendía carne en el mercado. Allí se propuso aprender castellano leyendo revistas y cómics que alquilaba en las graderías del mercado de Huamanga.
“Todo centavo que ganaba lo aprovechaba para leer y eso me ayudó a acelerar el aprendizaje del nuevo idioma”, agregó.
Revalorizar el quechua
Al terminar la secundaria, ingresó a un instituto pedagógico y mientras estudiaba comenzó a trabajar de maestra de primaria en la IE N° 38105 de Qiñani, en Vinchos, en la provincia de Huamanga, donde enseñó a sus estudiantes en su lengua originaria, evitando que muchas generaciones vuelvan a sufrir su mala experiencia.
“Es necesario revalorizar las lenguas originarias. En Canadá, Estados Unidos y otros países enseñan el quechua porque valoran su estructura cognitiva e inclusiva, que transmite afecto y sentimientos; además, es considerado como la madre de las lenguas, al igual que el latín, y la base para aprender con mayor facilidad otras lenguas”, destacó.
Cisneros es una maestra bilingüe graduada en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ella está orgullosa de su lengua y sus costumbres ancestrales, y siempre viste su ropa originaria cuando sale a caminar por las calles de Lima.
En el Día de las Lenguas Originarias, Alicia dice que seguirá apoyando el trabajo del Minedu para proteger y preservar esas lenguas que hablan 453,076 estudiantes.