Tener mapas más detallados del lecho oceánico, además de beneficiar la navegación y el tendido de cables submarinos, es esencial para entender la distribución del calor, los nutrientes y la vida en los océanos. A esto se suma la facilidad para estudiar fenómenos como la tectónica de placas.
“Cartografiar el lecho marino es clave tanto para las oportunidades económicas ya establecidas como emergentes, entre las que se cuentan la extracción de minerales raros, la optimización de rutas de transporte, la detección de peligros y las operaciones de guerra”, explicó Nadya Vinogradova Shiffer, jefa de programas de oceanografía física en la sede de la NASA en Washington.
A diferencia de satélites anteriores que solo podían detectar grandes montañas submarinas, SWOT es capaz de registrar incluso elevaciones menores a 500 metros. Esto es posible gracias a su alta sensibilidad, que detecta variaciones minúsculas en la altura del mar provocadas por la atracción gravitacional de las estructuras bajo el agua.
Cada 21 días, SWOT cubre el 90% del planeta. Con solo un año de datos, los investigadores ya lograron mapear zonas hasta ahora inexploradas. Ahora trabajan en calcular la profundidad de estas formaciones, paso clave hacia el ambicioso objetivo internacional de mapear todo el fondo oceánico con buques para 2030.
Una de las grandes revelaciones del estudio es la nitidez con la que SWOT detectó colinas abisales, pequeñas ondulaciones del terreno marino formadas por la separación de placas tectónicas.
“Nos sorprendió que SWOT pudiera verlas tan bien”, dijo Yao Yu, oceanógrafa y autora principal del estudio. “Estas colinas cubren alrededor del 70% del fondo oceánico y pueden revelar cómo se han movido las placas tectónicas a lo largo del tiempo”.
Además, estas formaciones interactúan con corrientes y mareas profundas, influyendo en los ecosistemas y aportando nutrientes que generan verdaderos oasis submarinos.
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La misión SWOT fue desarrollada por la NASA y CNES, con el apoyo de la Agencia Espacial Canadiense y la del Reino Unido. Entre sus componentes clave están el interferómetro de radar KaRIn, altímetros y sistemas de posicionamiento de alta precisión.
Aunque su objetivo principal no era cartografiar el fondo marino, los resultados obtenidos marcan un hito para la ciencia oceánica. Como concluye Sandwell: “No tendremos hecho el levantamiento cartográfico completo basado en buques para 2030. Pero el satélite SWOT nos ayudará a completarlo, acercándonos al logro de nuestro objetivo”.
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