Andina

Programa La libertad de la palabra lleva el hábito de la lectura a 25 penales

Esta iniciativa del Ministerio de Cultura y el INPE busca encuentro entre escritores e internos lectores.

“La dotación de libros ha permitido cambios de actitudes en los chicos, muchos de los cuales no han terminado sus estudios”, explica la psicóloga Magda Tataje, del INPE. ANDINA/DOP

“La dotación de libros ha permitido cambios de actitudes en los chicos, muchos de los cuales no han terminado sus estudios”, explica la psicóloga Magda Tataje, del INPE. ANDINA/DOP

17:51 | Lima, jun. 24.

El escritor Ricardo Sumalavia hablaba en la pantalla y varios kilómetros más al este de Lima, en el penal de Lurigancho, una veintena de jóvenes lo escuchaban muy atentos.

Ellos habían leído con avidez su novela Historia de un brazo, y sorprendían al escribidor con preguntas acuciosas, al punto que la sesión programada para una hora se tuvo que extender.

¿Siempre narra en primera persona?, le preguntó un interno; otro se interesó sobre los aspectos de la vida sexual del personaje principal; y un tercero quiso saber si se consideraba un escritor surrealista.

Sumalavia aprovechaba las preguntas para hablar sobre su vocación, la importancia que tuvo descubrir a Martín Adán, la infancia y la relación con su padre, y los detonantes para su novela. “El arte busca emocionarte, aunque no entiendas mucho”, les dijo.

Oportunidades para creer


En el penal de Lurigancho, la psicóloga Magda Tataje es la coordinadora del programa Construyendo Rutas de Esperanza y Oportunidades (CREO), que recibe a un centenar de jóvenes internos de 18 a 29 años. Se busca, mediante intervenciones multidisciplinarias, el desarrollo de habilidades de competencias prosociales.


Y una de las dinámicas más importantes es el programa La libertad de la palabra, que trabaja el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe) con el Ministerio de Cultura (Mincul).

“La dotación de libros ha permitido cambios de actitudes en los chicos, muchos de los cuales no han terminado sus estudios”, explica.


Ahora, al término de su jornada laboral, se acercan al módulo de lectura, ven el catálogo de libros y solicitan el ejemplar que les interesa, también se basan en las recomendaciones que les hacen otros internos. 

“Separan sus libros para llevárselos a leer en su celda. Es decir, que dentro de los penales han nacido como lectores”, explica la psicóloga Tataje, quien reconoce las bondades que ha generado el programa de lectura entre los internos, que antes no tenían hábitos ocupacionales y eran indisciplinados. 

“Ya comprenden que la lectura no les da beneficios penitenciarios, pero les ofrece un desarrollo personal”, sostiene.

Club del lector


A este centro penitenciario llegaron primero los 172 libros que les dio el Mincul. Pero, gracias a la gran acogida, el personal a cargo de ellos hizo colectas de ejemplares entre sus conocidos. 

Las familias de los propios internos, al ver los cambios positivos, aportaron. Una mamá organizó a las demás y logró una donación de 300 libros. Desde el inicio de la pandemia solo hubo donación del propio personal penitenciario, ya que no hay ingreso de familiares.


En Lurigancho hay una buena noticia: en julio, los jóvenes internos retomarán su Club del Lector con dinámicas relacionadas con el libro, pues al generar juegos y otros recursos permiten que quienes cumplen condena y no han tenido acercamiento anterior al libro sientan interés por el mismo.

Tataje dice que quieren empezar ahora el club con cuentos e historietas, materiales que aprovechan en solicitar a ciudadanos y empresas. 

“No todo está perdido, son jóvenes que han cometido delitos, pero hay situaciones que estamos rescatando de ellos”.

Fomento a la lectura


El programa La libertad de la palabra se inició en el 2015, en el penal de Lurigancho, cuando los internos lectores recibieron la visita de los escritores Oswaldo Reynoso y Fernando Ampuero. En la actualidad, está presente en 25 penales en el ámbito nacional.

Rosalina Rojas, especialista en acceso y fomento al libro y la lectura, y responsable de los programas de fomento a la lectura del Mincul, detalla las tres líneas de trabajo del programa.

La primera es el acceso y la circulación del libro, implementando espacios de lecturas en los diferentes centros y espacios para población en situación de vulnerabilidad y exclusión social.

Escritor Santiago Roncagiolo ante los internos del programa La Libertad de la Palabra.

La segunda es la mediación de lectura, por medio de los clubes de lectores, por ejemplo. Y la tercera es la visita de los escritores a estos centros, tras la selección del autor y el libro por un comité integrado por el centro penal y el Mincul, bajo ciertos criterios.

“Tratamos de identificar a los escritores que conozcan la región o localidad, y así se pueden identificar mejor con el usuario y en el idioma”, explica Rojas.


Finalmente, se da la “apropiación del texto”, cuando los participantes del club de lectura empiezan a apropiarse del texto de acuerdo con sus propias habilidades, interpretando pasajes y personajes del libro mediante el dibujo, la pintura, el teatro o la música.

Escritores virtuales


Desde que se inició la pandemia del covid-19 en el 2020 se detuvo la visita de los escritores y los clubes de lectura solo ofrecen material para que los internos lean en sus celdas.

El año pasado, el Inpe inició un programa de visitas virtuales de familiares. Y en convenio con el Mincul se ha decidido ampliar la visita de escritores por la modalidad virtual.

En el 2021 se pudo hacer esta actividad en ocho centros penitenciarios, entre ellos el Miguel Castro Castro, Lurigancho, Huancavelica y Huancayo. Para este 2022 se ha extendido esta modalidad a los 25 penales.

“Por los delitos que han cometido, los internos no tienen opciones de comunicación con otras personas; solo, con autorización del Inpe, con su familia. Entonces, comunicarse con el creador de un libro y plasmar sus interrogantes e interpretaciones es muy significativo y motivador para los usuarios”, acota Rojas. 


Al momento de participar se sienten en realidad. Los libros les permiten conocer otros contextos y realidades, y hablar de temas que no son solo los del ámbito judicial, puntualiza Rojas.

Datos:


La población que interviene en los programas de lectura en todos los penales es variada. Solo en Lurigancho, el programa CREO está enfocado en los jóvenes.

‘La libertad de la palabra’ también se desarrolla en dos centros juveniles y en dos Centros de Acogida Residenciales del Inabif.

Las personas interesadas en donar libros pueden acercarse al penal de Lurigancho por las tardes. Más información en el 99741-8840.

Cifra

400 ejemplares a más entregó el Mincul a los penales para las visitas de escritores.

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(FIN) DOP/ SMS


Publicado: 24/6/2022