Andina

Islandia: conoce el pueblo llamado la "Venecia amazónica" ubicado en la triple frontera

Isla e llamada la "tierra prometida" por miembros de comunidad religiosa

AFP

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11:30 | Lima, jun. 2.

En las profundidades del Amazonas peruano y construido sobre palafitos, el pequeño pueblo de Islandia parece una Venecia en plena selva. Los miembros de una peculiar mezcla religiosa de protestantismo adventista y tradiciones incas esperan el fin de los tiempos en su remota "Tierra Prometida".

La comparación con la famosa ciudad de los canales puede resultar un poco atrevida, pero Islandia, con casi 3.000 habitantes, es en efecto "una ciudad sobre el agua, sin autos ni motos", presume Linda Pimentel Santa Cruz, la secretaria municipal.

"Es pequeño, es bonito, a la gente le gusta visitarnos. Poco a poco, nos estamos desarrollando para mejorar", añade sonriente.

En la sofocante humedad ecuatorial, donde confluyen los ríos Yavarí y el majestuoso Amazonas, Islandia es un poblado lacustre sobre pilotes que se eleva un metro sobre el agua pardusca.


A lo largo de los canales deambulan devotos de la congregación Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal: hombres de túnicas coloridas y mujeres de cabeza cubierta con velo, campesinos de origen andino que han llegado por miles a esta parte de la Amazonia desde los años noventa, convencidos de que este es el mejor resguardo para sobrevivir al fin del mundo. 

Estos "israelitas", como se conoce a sus seguidores, trabajan la tierra y producen muchos de los vegetales que se consumen en la zona. Hoy se expanden a lo largo de numerosos asentamientos de las riberas del Yavarí y de esta parte del Amazonas, desempeñando un papel clave en la economía local y las rutas comerciales.

Como consecuencia del progreso y la prohibición del uso de la madera, el cemento se fue convirtiendo poco a poco en parte del paisaje. Grandes callejones rectos de concreto, con barandillas de acero rojas y blancas, surcan el pueblo.

Un imponente edificio de hormigón aún en construcción, como la proa de un portaaviones, domina el muelle del pequeño puerto donde atracan lanchas a motor y barcazas de pesca. Bajo el sol más clemente del final de la tarde, decenas de adolescentes en camiseta se zambullen. 

"Esta es la piscina de los niños", sonríe Santa Cruz.

Pesca, comercio y tráfico


Islandia cumplirá 82 años en junio. El estiaje comienza el segundo semestre del año, cuando el río disminuye durante el periodo seco. Mientras tanto, los plásticos y otras basuras flotan bajo las viviendas de tablones, ladrillos y hojalata.

Hay una tienda de productos chinos, un único restaurante para turistas, un mercado de pescado, chabolas abiertas al viento donde se puede ver a las madres atareadas en la cocina o al dueño relajándose en su hamaca.


"La gente vive de la pesca, del comercio, un poco de todo (...) También hay funcionarios", explica la secretaria del Ayuntamiento. Le gustaría que Islandia se convirtiera en "una atracción turística" y asegura que "hay seguridad", aunque admite que "algunos jóvenes se dejan llevar por cosas malas".

Enclave peruano en territorio brasileño, Islandia está situada en el corazón de la triple frontera, cruce fluvial entre Brasil, Perú y Colombia.

En una zona de selvas remotas, un frente pionero conquista la naturaleza espesa y se adentra en el corazón de innumerables tráficos: abundan narcos, buscadores de oro, cazadores furtivos, pescadores y madereros ilegales.

Islandia marca la entrada al misterioso Valle del Yavarí, el segundo mayor territorio de pueblos originarios de Brasil y hogar de las últimas comunidades indígenas en aislamiento voluntario. 

Aunque vigilada de manera permanente por un gran barco verde caqui del ejército peruano, esta ciudad perdida es "un nido de traficantes de todo tipo", explica un visitante habitual que pide mantener su identidad bajo reserva.

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(FIN) AFP/MAO

Publicado: 2/6/2023